viernes. 29.03.2024

¿Libertad de expresión? No si es la tuya

Todo el esfuerzo de la Transición no es que esté ahora en un brete, sino que da la impresión de que algunos actores muy señalados lo han tirado al retrete y ya sólo aguardan a que los nuevos tarzanes de la intolerancia se balanceen agarrados a la cadena para que la España que tanto costó construir se vaya por el desagüe.

La libertad de expresión de Rivera, Álvarez de Toledo, Bauzá o Abascal vale menos para unos miles, decenas de miles, quizá cientos de miles que han decidido invocar vaya usted a saber qué Constitución para luego romper la página que no les guste. Pie en pared para situar un filtro perverso que pondrá a otros ciudadanos libres e iguales contra la espada y la pared. No dejarán que la opinión política del prójimo rompa su argumentario. Mal asunto cuando el brillo de los sentimientos propios sirve para deslumbrar al contrario hasta el punto de tratar de taparle la boca. ¿Libertad de expresión? No si es la tuya, vienen a decir.

Mal asunto cuando el brillo de los sentimientos propios sirve para deslumbrar al contrario hasta el punto de tratar de taparle la boca

España se encuentra en una encrucijada definitiva. Y creo que se la juega el 28 de abril. Pero no sólo está en discusión un Parlamento, un Gobierno o un presidente. Sigue en liza el concepto: todo el mundo puede manifestarse en Madrid y pedir lo que quiera (los independentistas del procés, por ejemplo), pero ¡ay! si una candidata del PP pretende explicarse en la Universidad catalana (Cayetana Álvarez de Toledo). Los nacionalistas e independentistas vascos tienen toda la legitimidad para explicarse en las Cortes, como no puede ser de otra manera, pero ¡ay! si Rivera trata de dar un mitin en las calles de Rentería. O si Abascal quiere hacer lo propio también en territorio vasco, el que, por cierto, le vio nacer. Acaban de reventar los cristales de la farmacia de la familia de Bauzá (¿en Baleares también?), como enmierdan con heces la tienda de los padres de Albert, como atentaron durante décadas contra el negocio del padre y la madre del líder de VOX.

El riesgo es diáfano, meridiano. Si estos comportamientos no cesan llegará el día en que determinados políticos tendrán que ir a algunos territorios de España con un cartel grabado en su espalda: “Perdón por existir”. Todo el esfuerzo de la Transición no es que esté ahora en un brete, sino que da la impresión de que algunos actores muy señalados lo han tirado al retrete y ya sólo aguardan a que los nuevos tarzanes de la intolerancia se balanceen agarrados a la cadena para que la España que tanto costó construir se vaya por el desagüe.

¿Libertad de expresión? No si es la tuya
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