sábado. 20.04.2024

El Diablo de etiqueta

Es el que viste de etiqueta quien lleva el tridente. Suya es la responsabilidad ante los ojos de España, del mundo.

(El sacerdote y el Padre Karras van a exorcizar al Demonio;  Karras explica que ha grabado la voz de la niña y que tiene dividido el espíritu en tres personalidades distintas, pero el viejo cura le corrige rápidamente: sólo hay una –El exorcista, 1973–).

Es el que viste de etiqueta quien lleva el tridente. Suya es la responsabilidad ante los ojos de España, del mundo. Y le gusta: pasará a la historia –dice– por despertar a un muerto. No lo ha conseguido ni Grissom en toda su carrera al frente de Criminalística. Ahora, muchos cagatintas (como llamaba Valle-Inclán a quienes escribían torcido con los renglones también torcidos; al revés que Dios) observan que el Diablo expele tres personalidades diferentes: la de un falso profeta de una izquierda muy social, llavero del independentismo; la de un secesionista de escaparate, como el punky de la canción de La Polla Records; y la de un antiguo forajido que ahora carga la saliva. Pero, con ser abyectos, chupópteros del régimen constituyente que los mantiene junto a su ralea, dicen la verdad sobre el camino que han decidido emprender. Almas negras, pero libres; al servicio del verdadero príncipe de la noche. Cooperación necesaria en un viaje a las tinieblas.

El Diablo expele tres personalidades diferentes

El viejo cura tampoco se hubiese dejado embaucar aquí. El Diablo sólo tiene una personalidad  y no viste de Prada, como en la afamada cinta, pero sí lo hace de etiqueta, siempre la que conviene: de claro cuando quiere engatusar; de gris perla si desea gustar; de azul azufre intenso cuando clisa sus luceros en la faz de los incautos; de negro azabache como el buitre voraz de ceño torvo, aquel de Unamuno, cuando está presto para liderar un futuro infausto…

Mentirá y hablará con el tono y la voz de otros. Tomará el aspecto del niño en el bautizo, del novio en la boda y del enterrador en el sepelio. Ha llegado con las alas negras, viscosas; largas y horrendas del espantajo de Jeepers Creepers. Ha venido para eternizarse, y cada día que pasa, va a ser necesario un Padre Karras más.

El Diablo de etiqueta
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