La sociedad ecológica

Las perversiones semánticas con el término "ecológico" vienen contagiando –o contaminando en su peor sentido– aspiraciones colectivas obsesionadas por el crecimiento a toda costa y en cualquier lugar cuando ya es urgente generalizar el objetivo del "decrecimiento" en todos los sectores productivos y en el hiperconsumo de bienes superfluos desde la más tierna infancia

En los últimos tiempos, las modas o burdas imitaciones supuestamente ecológicas, bien sean como mera propaganda política, bien sean como puros negocios económicos para vender más mercancías o implantar nuevas tecnologías, están amenazando aquello de lo que, precisamente, se vanaglorian sus promotores o exclusivos beneficiarios. 

Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con los proyectos de la planta de biogás o de los campos de placas solares que han pretendido instalarse en Cabezón de la Sal

Es lo que ha ocurrido, por ejemplo, con los proyectos de la planta de biogás o de los campos de placas solares que han pretendido instalarse en Cabezón de la Sal sin valorar sus impactos o definir otras prioridades más urgentes en materia medioambiental como son los programas de ahorro y eficiencia energética, tanto públicos como privados, en el alumbrado o la maquinaria empleada, o el fomento del autoconsumo doméstico, tanto en origen como en destino, la reducción en las tareas habituales de los desplazamientos frecuentes o la selección más exigente en las labores cotidianas de higiene o limpieza, la mejora de la impermeabilidad o aislamiento de las viviendas, viejas o nuevas, y la generalización de la educación ambiental en los centros escolares y las entidades cívicas y sociales para estimular conductas más respetuosas con el medio ambiente.

Las perversiones semánticas con el término "ecológico" vienen contagiando –o contaminando en su peor sentido– aspiraciones colectivas obsesionadas por el crecimiento a toda costa y en cualquier lugar cuando ya es urgente generalizar el objetivo del "decrecimiento" en todos los sectores productivos y en el hiperconsumo de bienes superfluos desde la más tierna infancia, unido a la difusión obligada de los peligros del cambio climático o de las ventajas de las energías renovables.

Otro capítulo olvidado entre tantas iniciativas pendientes es el del combate contra la contaminación acústica que inunda a todas horas de estridentes sonidos los espacios públicos o privados con aparatos de todas clases, incluidas las recientes aportaciones de desbrozadoras y motosierras o aparatos audiovisuales o radiofónicos de exquisitos sonidos

La ausencia de la planificación urbanística y de la ordenación territorial con normativas caducas y superadas por las propias dinámicas de crecimiento y sin los criterios ecológicos elementales son, a su vez, el origen de los numerosos impactos que padecemos en nuestra calidad de vida donde amenazas como las Leyes del Suelo alteran las condiciones básicas y mínimas de nuestros hábitats, de la biodiversidad asociada y de los equilibrios ecológicos fundamentales sin que instituciones y leyes ejerzan los contrapesos necesarios para garantizar nuestra seguridad física y psicológica, además de regímenes fiscales más benévolos y selectivos con los fines perseguidos. 

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