Con empeño digno de mejor causa y acompañado de toda clase de escenificaciones, presencias e intervenciones de autoridades y comitivas de acompañamiento –con alcaldes, concejales y vecinos ociosos–, el presidente de Cantabria, sus fieles Consejeros en las distintas ramas del (des)conocimiento, y variados candidatos de los distintos partidos, vienen propagando útimamente su amor aldeano, su preocupación por la despoblación de la Cantabria vaciada, y su incesante búsqueda de los remedios para volver a llenar de vida las áreas rurales.
Ignorantes como somos de los procesos en que siguen inmersos estos territorios y poblaciones marginales hemos recibido con enorme satisfacción las recetas de estos gobernantes y aspirantes a serlo –los de dentro y los de fuera– que " impulsarán un nuevo Plan de Carreteras, la sostenibilidad ambiental, y un programa específico para mejorar accesos a las localidades con el fin de atajar el despoblamiento y la movilidad obligada, descongestionar el tráfico y los trenes de cercanías, inundar de áreas recreativas todos los márgenes de las carreteras, potenciar la eficiencia energética del alumbrado –en particular el tramo Santa Lucía-Mazcuerras con 50 farolas instaladas que llevan dos décadas apagadas–, la urbanización de todos los rincones con embaldosamientos y bolardos, completar la red de carriles bici que nunca existió, y desaprobar una Ley del Suelo y un PROT para fomentar los impactos ambientales y sobre el paisaje –y las inversiones añadidas para su restauración–, y la ocupación residencial de los suelos rústico para tener así argumentos de peso para hacer más accesos y carreteras"
Vienen propagando útimamente su amor aldeano, su preocupación por la despoblación de la Cantabria vaciada, y su incesante búsqueda de los remedios para volver a llenar de vida las áreas rurales
Un análisis científico y riguroso sobre las causas del despoblamiento rural con los remedios adecuados para resolverlo sin despilfarro alguno como se puede comprobar desmenuzando las inversiones en demandas tan prioritarias como los macropuertos deportivos, los puentes –los de Villanueva o Golbardo, por ejemplo–, las carreteras al séptimo cielo o las variantes hechas y desechas, los derribos de depuradoras y viviendas, los múltiples accesos a El Soplao..., y todo ello, por supuesto, sin entrar en profundidades a la hora de analizar el papel que han desempeñado en el despoblamiento rural los autores del reparto de las plusvalías, los responsables del intercambio desigual, o los intermediarios beneficiados en los mercados, los oligopolios y los cártels de la leche, la carne, los productos hortofrutícolas o los sectores forestal y minero, además de renunciar a la fiscalidad diferencial y a las rebajas de impuestos locales, autonómicos y estatales para dinamizar esa Cantabria vacía.