sábado. 20.04.2024

El sentido común

Argumentan que somos nosotros, el resto de la ciudadanía, los que estamos equivocados y que toman este tipo de decisiones por nuestro bien. Esta última reflexión deja entrever que el sentido común no está solo en el exilio, seguramente lo acompañe la vergüenza de nuestros gobernantes.

Muchos piensan que hoy en día se trata de una rara avis que vive en el exilio, otros defienden que es uno de esos argumentos absolutos, sin derecho a réplica, que utilizan nuestros padres para cuestionar nuestros comportamientos infantiles. Y luego están los ganadores de trivial, que lo definen como los conocimientos y creencias compartidas por una comunidad que son considerados como prudentes, lógicos o válidos. En definitiva, el sentido común. Lamentablemente, en el panorama político actual no se pone en práctica tanto como sería de desear y por esta razón alcanza plena validez hoy en día aquello que sostenía Voltaire: “el sentido común no es nada común”.

Esta capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable no va con el cargo y muchos de nuestros dirigentes carecen de ello

Ejemplo de que su utilización está cayendo tristemente en desuso los encontramos en Cantabria cada día. Miren, hace no mucho Revilla manifestaba su indignación en las redes sociales y hablaba de humillación ante el atraque de un barco de lujo en Santander. Sinceramente, si aplicase mínimamente el sentido común no hubiese hecho este comentario. Más aún cuando el Gobierno del señor Revilla ha dilapidado millones de euros en una obra faraónica como el puerto de Laredo, en el que gran parte de sus instalaciones se dedican a barcos de recreo. Convendrán conmigo en que este tipo de comentarios no ayudan a incentivar la llegada usuarios. Otra muestra de que el sentido común dimitió entre los dirigentes de Cantabria la encontramos en el caso SOGIESE. Hace unos meses salió en todos los medios de comunicación que un informe de la intervención revelaba el cobro de sobresueldos por parte de varios trabajadores de dicha empresa. Pues bien, ¿qué hizo el Gobierno? Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas. En pleno mes de agosto, con premeditación y alevosía, en Consejo de Gobierno aprueban el cobro de estos sobresueldos en vez de corregirlo y evitar, otro más, un perjuicio económico para las arcas públicas.

Como ven, esta capacidad natural de juzgar los acontecimientos y eventos de forma razonable no va con el cargo y muchos de nuestros dirigentes carecen de ello. Algo que debe ser básico, como el valor en la mili, que se presupone, nuestros dirigentes no lo tienen, o no lo usan, que es peor aún. Sus actuaciones rozan en muchos casos lo esperpéntico, el mayor de los ridículos. ¿Y saben que es lo peor de todo? Que son plenamente conscientes de sus actuaciones. Defienden firmemente que sus decisiones son coherentes, que están cargados de razones. Argumentan que somos nosotros, el resto de la ciudadanía, los que estamos equivocados y que toman este tipo de decisiones por nuestro bien. Esta última reflexión deja entrever que el sentido común no está solo en el exilio, seguramente lo acompañe la vergüenza de nuestros gobernantes.

El sentido común
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