viernes. 26.04.2024

¡Ni un paso atrás!

El techo de cristal, la brecha salarial, la violencia machista, la estructura patriarcal de la sociedad, no son invenciones nuestras, ni tuyas, ni mías, sino realidades que siguen reflejando a día de hoy el sometimiento de la mujer por el hombre.

Por más que me esfuerzo, no logro disipar esa sensación de hartazgo y desazón que me invade mientras escribo estas líneas, ante la situación de crispación y confrontación que asola España. En esta ocasión, el motivo o, mejor dicho, la excusa, es el 8M: Día Internacional de la Mujer “Trabajadora”, proclamado así por las Naciones Unidas en el año 1975.

Cuando se reivindican derechos para conseguir la igualdad real y efectiva entre mujeres y hombres, se tambalea el mundo. Se inquieta el patriarcado. En pleno siglo XXI, aunque resulte insólito, sigue pasando. Muestra de ello es el afloramiento de personajes que, en los últimos tiempos que nos ha tocado vivir, no dejan de decir sandeces, fruto más bien de su profunda ignorancia y  manifiesta incultura que de su concreta ideología, si es que por tener algo, tuvieran alguna.

Nos quieren en casa, sumisas, calladas, asumiendo los roles tradicionales que atribuyó a la mujer el patriarcado

Personas que se escandalizan porque la reciente Ley de Igualdad de Cantabria, incorpore una realidad social como las familias monomarentales. Personas, que con intereses espúreos y clara adicción a la posverdad (intención de hacer verdad lo que no lo es), reiteran una y otra vez hasta la saciedad una mentira. Ejemplos en este último sentido no nos faltan. Cansa y aburre ya escuchar que la izquierda en este país no apoyó nunca la defensa de los derechos y  libertades de las mujeres; que el  feminismo confronta a niños y niñas; que la igualdad entre mujeres y hombres ya existe en tanto que está contemplada en la Constitución y en las leyes actualmente vigentes. Y un sinfín de despropósitos más, que por absurdos y falaces no merecen ni tan siquiera ser reproducidos.

En definitiva, personas que al parecer viven en un mundo paralelo al mío, al tuyo, al vuestro, al de la mayoría de la ciudadanía. El techo de cristal, la brecha salarial, la violencia machista, la estructura patriarcal de la sociedad, no son invenciones nuestras, ni tuyas, ni mías, sino realidades que siguen reflejando a día de hoy el sometimiento de la mujer por el hombre.

En este país, llamado España, existen más víctimas de violencia machista que de ETA

Algunos se resisten al cambio. Nos quieren en casa, sumisas, calladas, asumiendo los roles tradicionales que atribuyó a la mujer el patriarcado. Solo así se entiende que deseen convertirnos en auténticas máquinas reproductoras de mano de obra para solucionar el problema de las pensiones. Y que propongan derogar la ley de violencia de género o la ley del aborto, en definitiva, aquellas pocas leyes que otorgan derechos a las mujeres. Y en ese afán que tienen algunos en hacer que nos etiquetemos, surgió el “feminismo liberal”. Ese que justifica y apoya la explotación de la mujer y convierte al “nasciturus” en objeto del comercio.

Me da igual cómo me llamen ustedes: feminazi, feminista, marichuli. Yo no me doy por aludida ni por ofendida. Y, ¿saben por qué? Porque en este país, llamado España, existen más víctimas de violencia machista que de ETA. Nos están matando. No pasa nada, somos mujeres…no somos un problema de Estado. Nos violan en manada. Y no pasa nada…Al fin y al cabo, seguimos siendo a día de hoy un “objeto” del patriarcado.

Ante el retroceso y la  involución, ni un paso atrás. Ante el progreso y la lucha por la justicia, la igualdad y la libertad, todos los pasos que sean necesarios dar, bajo la única bandera posible. Nos guste o no, la bandera del feminismo.

¡Ni un paso atrás!
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