jueves. 25.04.2024

Putin estornuda y nos suben el menú

La Unión Europea a nivel internacional pinta lo mismo que el pobre Andrés ahora en su partido. El problema es que algunos juegan al ajedrez en el tablero mundial, en sus luchas por el poder, y las repercusiones están aquí: Emilio nos tiene que subir el menú

La cajera que le había mandado poner los productos en la cinta, y a la que Manuel le dijo que estaba distraído, pensando en sus derechos. Le comentó:

- Don Manuel ¿no me conoce?

- Perdona, ¿debo?

- Soy Susana, la hija de Mario el taxista.

- Lo siento, Susana, no te había conocido. ¿Qué tal va todo?

- Bueno, regular, hay que cuidar del abuelo, se le ha ido la cabeza, y de mi niño, ya tiene 3 añitos.

Mientras hablaba con Manuel, pasaba los productos por el escáner, 

- Me alegro de verte, vosotros los jóvenes cambiáis tanto, siento lo del abuelo, ¿qué tal aquí?

- Pues llevo un montón de contratos temporales, me llaman para las bajas y ahora con el covid hay muchas.

Susana metió los productos en una bolsa grande y él sacó un billete de los nuevos, de esos que le acaban de dar en el banco. Admiraba lo que estaba haciendo Carlos San Juan consiguiendo 600.000 firmas, un nuevo Robin Hood de los mayores, denunciando lo que es una estafa legal, realizada por estas entidades financieras. Manuel pagó a Susana...

- Me alegro mucho de verte, da recuerdos a tu familia, y espero que todo te vaya bien, los jóvenes deberíais tener un mejor futuro, si no fuera así será también un fracaso de nuestra generación.

- Gracias Manuel, dele un beso a su nieta Inés, aunque a veces hablamos por WhatsApp, Instagram...

Manuel se despidió de Susana, salió del centro comercial con una bolsa que pesaba lo suyo, la introdujo en su Land Rover, se sentó al volante, antes de arrancar suspiró profundamente diciéndose:

Paro, precariedad, sueldos bajos... pues les estamos dejando un mundo "muy apañado"

"Manda narices, que los que tienen el dinero por castigo, siempre poniendo el grito en el cielo por la subida del salario mínimo. Susana, la cajera del supermercado, tiene un grado en Historia, un máster que le costó a la familia un ojo de la cara y muchas horas de trabajo al volante a su padre. Trabajaba allí cuando tenía suerte, de cajera, reponedora, en la limpieza..., y en los tiempos libres llevaba "ladrillos", cuidando a su abuelo y del niño de sus ojos... paro, precariedad, sueldos bajos... pues les estamos dejando un mundo "muy apañado", tiene... 

Miró el reloj, y se dio cuenta de que era muy tarde. Arrancó el vehículo en dirección a la salida de la ciudad, donde se encuentra una pequeña tasca, el bar de Emilio. 

Allí, cuando va al pueblo, suele quedar con sus primos, es la familia más cercana que tiene en la zona, y cuando baja a la ciudad le gusta comer con ellos. Su primo político, Germán está jubilado desde hace poco tiempo, ha trabajado muchos años de administrativo en el ayuntamiento, y él siempre le dice que tiene alma de funcionario. Su mujer Amalia sigue trabajando de enfermera en el hospital central de la comarca, lo cierto es que está pasándolo mal, el covid, la falta de personal, la presión a la que están sometidos los sanitarios,... le están pasando factura.

Al entrar vio a sus primos sentados en una mesa al lado de la chimenea, que en un día de frío la hace todavía más acogedora.

Manuel - ¿Qué tal primos?

Germán - ¿Aquí esperándote, que ya hace hambre?

Amelia se levantó corriendo y le estampó dos besos, su relación ha sido muy especial desde que él era un jovencito y ella una niña, muchas veces le tocó cuidarla, y se tienen ese afecto que está entre la admiración y la devoción por los que consideras de los tuyos, de los que, estés donde estés, sabes que siempre puedes contar con ellos.

Amelia - ¿Qué tal por ahí arriba, querido primo?

Manuel - Bueno, de todo un poco, pero resistimos.

Manuel le dio la mano a Germán, con quien cuando tiene hambre no quiere perder mucho tiempo de charlas. 

Manuel - ¿Qué pasa Germán, pasas hambre?

Germán es bajito, pero tiene una buena panza cervecera, que él presume de cuidar como se merece. Los más cercanos le han puesto el mote de "Carpanta".

Germán - Ya sabes que lo primero es antes, y has llegado casi media hora tarde.

Manuel - Mis disculpas me encontré con Andrés, el que fue diputado provincial, y me he retrasado un poco, pero no te preocupes que recuperaremos el tiempo.

Germán le hizo una seña a Emilio, el dueño del bar, y este rápidamente se acercó.

Emilio - Hola Manuel, ¡qué caro eres de ver!; una vez al mes y por obligación. Bueno señores, ¿ya puedo coger la comanda?, antes de que Germán acabe con todo el pan que tengo comprado para hoy.

Los cuatro rieron a carcajada limpia, y Germán que se corta poco inquirió:

- A ver Emilio, que llevo media hora aquí, y no te he comido ni tres barras de pan.

Emilio - Es verdad, que suerte tengo, con clientes como tú, no sé cómo no voy a la ruina. Os comento lo que tengo y me vais diciendo. De primero: callos de los mejores, fabada de la buena, unas alubias rojas que huelen que alimentan y una paella que me acaban de traer de Valencia. De segundo: Bacalao a la vizcaína, para chuparse los dedos, chipirones en su tinta y bistec con patatas fritas.

Emilio - Ya sabéis que ha subido todo, luz, gasolina, gas... 

Manuel - Sí, Emilio, de algo nos hemos enterado, cuando he ido a llenar el depósito de mi Land Rover casi tengo que pedir un crédito.

Emilio - Pues he tenido que subir el menú un euro, que ya no me cubre casi para gastos.

Manuel - Con una sonrisa, vosotros los "grandes empresarios", siempre llorando.

A Germán se le estaba poniendo cara de mala leche, el hambre apretaba.

Germán - Rápido,  Emilio, que estoy salivando, para mí una de alubias y un bistec. 

Amelia - Tranquilo, Germán, parece que vienes de la guerra y no has comido en años, Emilio, para mí una de paella y el bacalao.

Emilio - Manuel, seguro que acierto, una de callos y los chipirones. 

Manuel - ¡Cómo me conoces, condenado!, si esa es tu recomendación, no te llevaré la contraria.
Emilio se marchó con la nota hacia la cocina.

Amelia - ¿Qué tal estaba Andrés?, desde que dejó los cargos en el partido se le nota más bajo.

Da la impresión que en este país la buena gente no tiene sitio en la política actual

Manuel - Le he visto bien, es un buen hombre, pero da la impresión que en este país la buena gente no tiene sitio en la política actual, se pide sumisión al líder, y pensar por uno mismo es uno de los mayores pecados, "el de no seguir al abanderado".

Amelia - Fue fiel a su gente, con los que había estado siempre, y desde que perdieron el congreso, le han ido poco a poco apartando de los órganos de decisión. Andrés siempre ha sido muy claro, y ha hecho mucho por la zona, pero por decir la verdad, muchas veces, tienes que pagar un peaje demasiado caro.

Germán - Así es la vida, el que tiene el poder pone a los suyos, y por el camino se pierde mucha gente válida, pero nada nuevo bajo el sol. Ahora en las elecciones de Castilla y León hay muchos puestos que dependen de un hilo y puede que no solo en esa zona.

Amelia - Si, la campaña se ha hecho muy pesada, para algunos parece que demasiado larga y han ido perdiendo fuerzas por el camino.

Manuel - Lo cierto es que queda una sensación de que todos son iguales y ahí siempre ganan los mismos, los que tienen menos respeto a los derechos de los demás.

Apareció Emilio con las viandas,

-Toma Germán, ya puedes calmar al monstruo que tienes ahí dentro.

Germán -  Ya es hora, pensaba que habías ido a recoger las alubias a Tudela.

Amelia - Para mí que a este le ha quedado un trauma de la niñez, le voy a mandar a negociar a Rusia, a esa mesa tan larga que le ha puesto Putin a Macron. Como estos la líen, te vas a enterar de lo que va a subir el IPC y el menú... 

Germán - Exagerada, estos van de farol, las guerras se hacen, no se anuncian, eso solo era con Gila, aunque después de ver la mesa de Putin igual tenían que usar el teléfono para comunicarse.

Manuel - Lo que ha quedado claro es que la Unión Europea a nivel internacional pinta lo mismo que el pobre Andrés ahora en su partido. El problema es que algunos juegan al ajedrez en el tablero mundial, en sus luchas por el poder, y las repercusiones están aquí: Emilio nos tiene que subir el menú, tenemos que pagar los carburantes más caros, sobre todo los que menos tienen, los impuestos indirectos son los más injustos, todos perdemos poder adquisitivo. En esto de las guerras nunca te puedes fiar, mira lo que pasó en Irak, ya nos mintieron con las armas de destrucción masiva. En campaña electoral muere la imparcialidad, en la guerra primero muere la verdad y después...

Amelia - Es cierto, Putin estornuda y a nosotros nos suben el menú.

Allí siguieron los tres dando buena cuenta de las viandas y arreglando la política nacional e internacional, para Manuel que pasaba tantas horas en soledad, el estar con ellos era todo un placer, y es que quien tiene buena gente a su lado, tiene un tesoro.
 

Putin estornuda y nos suben el menú
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