jueves. 28.03.2024

Las cuentas de Sánchez

¿Están dispuestos Podemos y sus grupos territoriales afines, así como los partidos nacionalistas embarcados en disolventes e ilegales aventuras a negarse a sí mismos para que le salgan las cuentas a Sánchez?

El cuadro tiene tintes italianos: fragmentación, incertidumbre y extraños compañeros de cama, siempre con el fantasma de nuevas elecciones planeando sobre la clase política. Al tiempo, Mariano Rajoy, presidente del Gobierno en funciones, apuesta por una salida alemana: gran coalición, eje constitucional, con PP-PSOE-Ciudadanos como garantes de la gobernabilidad. Y, en fin, el líder del principal grupo de la oposición, Pedro Sánchez, prefiere la solución portuguesa: coalición de perdedores por la izquierda, a la contra del respeto a la lista más votada.

Como se ve, el germen de la inestabilidad aparece en todas las combinaciones. Sin embargo, los climas de opinión cursan de tal manera que las miradas solo apuntan hacia el Partido Socialista y, más concretamente, hacia su secretario general, atrapado en el cruce de dos debates. El de su propio liderazgo, hacia dentro, y el de la posición del partido respecto a la gobernabilidad del país, hacia fuera.

 Pues miremos todos a Sánchez, centrándonos en lo relevante, lo que afecta al interés general. A partir de su mensaje básico del día después del 20-D. Que el ganador de las elecciones intente formar Gobierno y si no es capaz lo intentará él. Evidentemente, eso es una forma de dejar la puerta abierta a gobernar con Podemos, aunque también podía tomarse como una forma de mortificar a Rajoy, una especie de castigo al PP en esta fase incipiente del proceso que ha de formalizarse tras la constitución del Congreso, el próximo día 13 de enero. Y luego, ya veríamos.

Los hechos posteriores desmienten que lo de Sánchez fuese un farol. Parece que el líder socialista y su estado mayor iban y aún van en serio contando con que, llegado el caso, convencerán a Pablo Iglesias de sumarse, previa renuncia a convocar un referéndum de autodeterminación en Cataluña. Y este es el momento en que Ferraz hace números que pasan por la abstención de Ciudadanos y los nacionalistas.

La pretensión de gobernar en esas circunstancias con 90 diputados no casa con la letra y el espíritu de la resolución aprobada en el Comité Federal del PSOE el lunes pasado, en el que se peleó hasta la última palabra y el último verbo, de modo que Sánchez no pueda hacer de su capa un sayo. Ni un paso adelante en una eventual alianza con partidos cuyos planteamientos pueden romper "nuestro ordenamiento constitucional" o "amenazar la convivencia", tales como "la autodeterminación, el separatismo y las consultas que buscan el enfrentamiento".

¿Están dispuestos Podemos y sus grupos territoriales afines, así como los partidos nacionalistas embarcados en disolventes e ilegales aventuras a negarse a sí mismos para que le salgan las cuentas a Sánchez? Ni de lejos. Y Sánchez lo sabe. Y si no lo sabía, se lo han recordado quienes ya pasaron por algo parecido, cuando el PSOE cometió el histórico error de gobernar con ERC en Cataluña. Espero que se imponga el sentido común y Sánchez actúe de verdad bajo el imperativo de  los interese generales, no de los del PSOE, y menos los suyos particulares.

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