viernes. 26.04.2024

Glotofagia y flamencos en Santander

Un año antes de que la UNESCO declarase al flamenco “Patrimonio Artístico Inmaterial de la Humanidad”, ya el cántabru (año 2009) había entrado en la categoría de lengua en claro peligro de extinción. ¿Dónde están los visibles homenajes a nuestra lengua cántabra por parte de esa Corporación?

¿Alguien se puede imaginar, aunque solo sea por un momento, que la Consejería de Cultura y Patrimonio Histórico del Gobierno de Andalucía, presentase y anunciara oficialmente a finales de julio (que es cuando se celebra en Reinosa el Día del Rabel), y más concretamente en el Instituto Andaluz del Flamenco (IAF), el “Día del Rabel”. Todo ello amenizado con bellas y elegantes interpretaciones folklóricas y reparto entre todos los asistentes de té con orujo del Puertu para celebrar la efeméride de tal y representativo instrumento musical, contando para ello con la glamurosa intervención del grupo, pongamos por caso, “El cantar de las comadres”?

Motivos no faltarían, pues fueron, y han sido por docenas de miles las cántabras y los cántabros que a lo largo de los seis últimos siglos (pero sobre todo y especialmente a mediados del XIX) han marchado hacia las tierras de la Bética ibérica, contribuyendo así con su presencia, no solo a crear país, sino también sociedad e identidad en una tierra como lo es la andaluza.

Pues bien, esto mismo, pero a la inversa, es lo que ha sucedido en el año 2018 en Santander, y de nuevo volverá a suceder (también en Santander) este 16 de Noviembre de 2021, gracias la Fundación Marcelino Botín, que acogerá el espectáculo “Canasteros”, de la compañía flamenca Sentidos, en colaboración con la Asociación Contigo Creando, que preside Estrella Jiménez; la cual está vinculada a la Plataforma Romaní.

¿Alguien se puede imaginar alguna vez celebrar en la ciudad de Glaschu (Glaswow-Escocia) un “Día Internacional del Sumo”? O mejor, ¿un “Día Internacional del Fado” en algún lugar romántico de Alaska? ¿Y qué tal un “Día Internacional de las Lenguas Celtas” en mitad de las selvas de Madagasikara (Madagascar)? Pero, a lo mejor, y por qué no, un “Día Internacional del Tango” en alguna de las 333 islas que hay en Fiji (República de Fidyi. O tal vez, un “Día Internacional del Cowboy” en algún Estado del Norte de la Federación India, ese inmenso subcontinente asiático de donde proceden los romanís o gitanos que hace más de diez siglos emigraron en sucesivas oleadas hacia el Occidente europeo.

La verdad es que puestos a celebrar, cada cual puede celebrar lo que quiera y le venga en gana, pero, si ya es con los dineros y los caudales de aquello que se llama lo “público”; a lo mejor la “gracia” se torna en agria increpación, homenajeada regañina, o, incluso, quizá, y porque no, en exacerbada amonestación.

Pues bien, esto mismo sucedió el 16 de Noviembre de 2018 en la ciudad de Santander (a la postre la capital de Cantabria) por obra y gracia de su mayoría política corporativa presidida por el Partido Popular, cuando aproximadamente 90 bailaores (muchos venidos de fuera) de todas las edades (con cante, toque y percusión en directo) actuaron en la plaza del Ayuntamiento de Santander, sumándose así (en su día ese Ayuntamiento) a los actos de celebración del “Día Internacional de Flamenco”; que en su momento y para tal fin fue declarado por la UNESCO en el año 2010.

Y es que el día 16 de Noviembre de 2010 el flamenco fue declarado por la UNESCO como Patrimonio Artístico Inmaterial de la Humanidad, incluyéndolo así en su lista con el propósito de protegerlo y salvaguardarlo, a fin de garantizar con ello su continuidad y perpetuidad para las siguientes generaciones.

Por lo tanto, si al Ayuntamiento de Santander (y a los que tan gentilmente colaboraron en su día) le parece bien y están de acuerdo en “visibilizar este día, para celebrarlo del modo más originario posible, con su cante y con su baile, y con ello acercar el flamenco a los ciudadanos de a pie; a los que ya lo aman y a los que aún estén por conocerlo”; ¿qué tal si esa misma Corporación se implicase en organizar con igual brío y entusiasmo, por ejemplo, un “Día de las Lenguas Amenazadas”, entre las que como bien sabe ese mismo Ayuntamiento se encuentra el cántabru.

Y decimos esto porque no es la primera vez que en el Ayuntamiento de Santander se han planteado estas y otras cuestiones en favor de dar protagonismo y visibilidad a nuestra lengua, sin embargo, la respuestas siempre ha sido la misma: el silencio. ¿Por qué? ¿Cuáles son sus argumentos y las razones? ¿Por qué no se hace mención de y hacia nuestra lengua cántabra en la capital de Cantabria? ¿A qué se debe tanto miedo o sincretismo? ¿Por qué nadie da la cara cuando se le pregunta? ¿Por qué el Ayuntamiento de Santander no entabla una comunicación y/o contacto activo y cooperativo con los colectivos y las personas que defienden el cántabru?

Un año antes de que la UNESCO declarase al flamenco “Patrimonio Artístico Inmaterial de la Humanidad”, el cántabru había entrado en la categoría de lengua en claro peligro de extinción

Porque, a lo mejor hay que recordar que un año antes de que la UNESCO declarase al flamenco “Patrimonio Artístico Inmaterial de la Humanidad”, ya el cántabru (año 2009) había entrado en la categoría de lengua en claro peligro de extinción. ¿Dónde están los visibles homenajes a nuestra lengua cántabra por parte de esa Corporación? ¿Y dónde las celebraciones para protegerlo, salvaguardarlo y garantizar con ello su continuidad y perpetuidad para las siguientes generaciones?

¿Todo sea que a lo mejor en Jerez (que como se sabe es la “meca” del flamenco), a su Corporación municipal, se le ocurre alguna vez la “brillante idea” de celebrar el “Día de la Lengua Cántabra”, por ser esta una lengua que hay que conocer, vivir, sentir y valorar en su justa medida, a fin de poderla acercar a la gente en vivo, o por contagio; que es el modo más sencillo de que te llegue eso que los flamencos llaman “el duende”? Todo es cuestión de probar, o, incluso, de sugerir, a los que entonces fueron los promotores de aquella decisión, tan concienciados ellos como estaban con lo que es de fuera (y a veces tan poco por lo que es de aquí); en cuanto a sensibilización lingüística se refiere.

¿Para cuándo la misma implicación e interés por la salvaguarda de nuestra identidad lingüística y cultural?

Si la edil de Dinamización Social de ese Ayuntamiento de Santander animó en su día a los ciudadanos a asistir a ese evento diciendo: “que sigue apostando por mantener viva la tradición de un arte tan influyente como el flamenco”, ¿para cuándo la misma implicación e interés por la salvaguarda de nuestra identidad lingüística y cultural? La verdad es que en Santander, y en su día, a esta realidad la echamos mucho de menos.

De la misma manera en que echamos de menos el que el Ayuntamiento de Santander tenga más sensibilidad por la lengua propia, también esperamos que la Fundación Marcelino Botín de un paso valiente en favor del cántabru: la lengua que siempre fue la propia, mayoritaria y particular de la ciudad hasta al menos los comienzos del pasado siglo XX.

La integración social de las colectividades más marginadas y menos favorecidas (como lo es el cántabru) se hacen impartiendo talleres en los colegios y en los institutos, facilitando las instituciones jornadas y encuentros en favor de las lenguas más desprotegidas, además de también, organizando iniciativas culturales que fomenten la creatividad, la inventiva y la imaginación en favor de una seña de identidad tan nuestra como lo es la lengua cántabra.

Por último, y como forma de lucha y protesta en favor del cántabru, se aconseja el empleo de la denominación “glotofagia” (del griego glosa, “lengua”, y phagos, “comer”) para referirse o designar en los medios de información, así como en las redes sociales de contactos, esta terminología a la hora de dar a conocer el lingüicidio o el genocidio lingüístico por el cual se designa el proceso político-social mediante el cual la lengua de una determinada cultura desaparece parcial o totalmente, víctima de la influencia (en mayor parte directa y coercitiva) de otra cultura o forma de gobierno cohercitiva.

La Wikipedia nos dice y nos recuerda a este respecto lo siguiente:

El término es utilizado en el campo de la sociolingüística para señalar el fenómeno que se da mayormente en el choque de culturas y poder entre dos sociedades con lenguas diferentes, en el cual una de las dos sociedades superpone su lengua sobre la otra y esta última termina desapareciendo.

La glotofagia es una de las caras del etnocidio, puesto que, al desaparecer una lengua total o parcialmente, también lo hará su cultura. No hay sociedad sin comunicación y no hay comunicación sin sociedad.

La desaparición de una lengua no guarda relación con alguna supuesta inferioridad, o superioridad, de su sistema lingüístico, sino que se relaciona con factores no lingüísticos como pueden ser la inferioridad militar de un pueblo sobre otro o las posibilidades de resistencia del pueblo que la habla.

El proceso glotofágico tiene tres componentes:

1. Componente económico: Es la principal causa de conflicto entre países, lo que lleva a la migración o colonización del pueblo dominado.

2. Componente jurídico: Constituye el aparato legislativo que se pone en marcha en el proceso de migración, en el que el habitante autóctono se torna extranjero en su propia tierra. Parte de este aparato glotofágico es la escuela, ya que es obligatoria y se dicta en la lengua dominante.

3. Componente ideológico: Son prejuicios lingüístico-culturales que avalan la desaparición de las lenguas consideradas inferiores. Además, lleva a confundir el concepto de colonización con el de civilización, con todo lo que ello implica.

Glotofagia y flamencos en Santander
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