viernes. 19.04.2024

El hombre acusado de apalear a un perro en julio de 2017 en la localidad de Suesa (Ribamontán al Mar) ha negado haber causado daño alguno al animal y ha asegurado que el can se había quedado atrapado en el pastor eléctrico de su finca y que, con un palo, le ayudó a desengancharse de este elemento colocado en el perímetro de su terreno para que no se escape el ganado. Así lo ha asegurado el acusado este martes en la vista celebrada en el Juzgado de lo Penal número 1 de Santander y en la que la Fiscalía ha solicitado para él una pena de seis meses de prisión por un delito agravado de maltrato a un animal doméstico, así como su inhabilitación para trabajar con animales durante dos años, mientras que la defensa ha reclamado la libre absolución.

Durante el juicio, no ha quedado claro si el perro murió o no a consecuencia de la supuesta agresión, ya que mientras el acusado y su hija han asegurado que el animal falleció en agosto de 2018, un año y un mes después de los hechos, la fiscal ha mantenido que éste murió debido a los golpes y que el can que llevaron al veterinario al día siguiente no era el mismo. Con motivo de la celebración de este juicio, miembros de la Federación de Defensa Animal de Cantabria (Fundación DEAN) y el colectivo Rescates Ribamontán se han concentrado a las puertas del juzgado y han reclamado al Gobierno de Cantabria, en particular a la Consejería de Educación, que ponga en marcha campañas de concienciación sobre el buen trato a los animales, principalmente en zonas rurales como en la que, según han dicho, ocurrieron estos hechos.

El acusado ha asegurado que "no" golpeó al perro con una azada y que "chilló" porque se había quedado enganchado al pastor eléctrico. Precisamente, los "alaridos u aullidos exagerados" del perro fue lo que llevó a dos operarios que trabajaban en la zona a acercarse a la finca, donde ambos han asegurado que vieron al hombre "pegar al perro con el palo de una azada" mientras "estaba atado debajo de un silo".

"Vimos como el hombre pegaba con el palo al perro, que estaba agazapado y atado bajo el depósito de un silo y tenía la boca toda roja de la sangre", ha relatado uno de los testigos, que ha detallado que sólo vieron al hombre "golpearle un par de veces" pero "debía de llevar tiempo" por el rato en que estuvieron escuchando "los sollozos" del animal. Además, estos dos testigos han indicado que, cuando recriminaron al supuesto agresor lo que le estaba haciendo al perro, éste les "amenazó con sacar la escopeta y pegarnos un tiro", palabras que uno de ellos ha calificado de "bravuconada" pero, ante las cuales, decidieron apartarse del muro de la finca y llamar al 112.

NO RECONOCÍA QUE ERA SUYO

Minutos después, se personó una patrulla de dos agentes de la Guardia Civil en el lugar y uno de ellos ha explicado en la vista que el acusado en ningún momento dijo que el perro era suyo pero allí había comederos con pienso y agua y, aunque negó haberle golpeado, el can "tenía restos de sangre" y "se movía con dificultad". Los agentes avisaron al veterinario de Galizano, que se personó en el lugar, que ya conocía porque, según ha afirmado en el juicio, trata al ganado del acusado y su familia. Un guardia civil ha indicado, a preguntas de la Fiscalía, que el veterinario planteó aplicarle la eutanasia pero, después, la hija del acusado se negó al sacrificio y se ofreció a hacerse cargo del tratamiento del animal. Según ha relatado el veterinario, propuso la eutanasia porque el perro supuestamente estaba abandonado (no tenía chip) y se había colado en la finca del acusado y, si nadie se hacía cargo de él, le iban a llevar al centro municipal y en "una semana o diez días si no aparecía ningún dueño se le iba a sacrificar igual".

En cuanto a las lesiones que presentaba el animal cuando le atendió en un primer momento, ha indicado que "no tenía ninguna herida abierta" y, aunque se mostraba "dolorido" y apenas permitía que "se le palpase", "no parecía que tuviese ningún hueso roto" y ha señalado que el principal padecimiento del animal era "un estado de shock o estrés postraumático".

"Tenía mucho miedo", ha dicho, y a preguntas del fiscal ha detallado que ello podía ser compatible tanto con el maltrato como con el haberse quedado enganchado en un pastor, versión que considera "más factible" ya que el perro no tenía heridas ni huesos rotos. De hecho, una vez que el acusado y su hija dijeron que se harían cargo del animal, procedió a administrarle tratamiento para el dolor y analgésicos para el estrés y les citó de nuevo al día siguiente en la clínica.

CAMBIARON EL PERRO

Cuando la hija acudió con el animal al día siguiente, el perro estaba "sorprendentemente bien", ha dicho el veterinario, que ha calificado de "normal" esa rápida recuperación, que ha sido cuestionada por la fiscal, que ha planteado la posibilidad de que el perro no fuese el mismo. De hecho, la representante del Ministerio Público ha preguntado a todos los testigos por el color del perro, para unos "gris", para otros "beige" y para el veterinario "pardo".

Durante toda la vista, la fiscal ha insistido en que el perro que el veterinario vio el segundo día no era el mismo y ha cuestionado que en la visita a la clínica, justo después de que supuestamente hubiera sufrido un episodio de maltrato, este profesional accediese a ponerle el chip y hacerle una cartilla, que la defensa ha aportado en la vista para decir que el perro ha fallecido en agosto de 2018 de un atropello.

Para la Fiscalía, que reclama seis meses de prisión para el acusado por "una agresión" que ha calificado de "gratuita, brutal y con ensañamiento", el perro al que el veterinario vio el día siguiente y que supuestamente ha vivido hasta el pasado verano "no era el mismo" y, por ello, ha cuestionado la profesionalidad del veterinario y también su declaración por la relación que mantiene con el acusado y su familia por atender a su ganado. Ha enfatizado que el único testimonio válido es el de los dos testigos que escucharon los "alaridos" del perro, se acercaron al lugar y vieron al acusado golpeándolo y que, al recriminarle y éste amenazarles, avisaron a la Guardia Civil y ha pedido a la jueza que imponga una condena "ejemplar" por este caso de "brutalidad innecesaria y desmedida" contra un animal.

Frente a ello, la defensa ha reclamado la libre absolución del acusado porque "no hay ninguna prueba de cargo que acredite que mi cliente ha cometido los hecho tan graves que se le imputan" y ha dudado del relato de los dos testigos que supuestamente vieron la agresión porque, ha indicado, la finca del acusado tiene una valla perimetral de unos dos metros y dos portones ciegos. Ha defendido que lo que sucedió fue que el can se enganchó al pastor y su cliente solo le ayudó con un palo a desengancharse. "Sé que se trata de una materia sensible y delicada pero no se puede culpabilizar a una persona sin pruebas y menos sin haberlo visto", ha concluido.

El acusado de apalear a un perro en Suesa asegura que usó el palo para ayudarlo a salir...
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