lunes. 06.05.2024

DE LA RELIGIÓN COMO OPIO DEL PUEBLO AL OPIO COMO RELIGIÓN DEL PUEBLO

Mathura, a dos horas en tren de Delhi. Miles de peregrinos llegan cada día, y entre el caos de motos, ruido y contaminación, uno casi literalmente bracea por el río humano para llegar al Krishna Janmabhoomi, el templo que alberga el lugar de nacimiento de Krishna, héroe mítico de la epopeya del Mahabharata y uno de los avatares de Vishnu.

Para los Krishnaítas es también la encarnación de la divinidad suprema, por encima de todos los dioses. Siendo un bebé, dicen, su madre adoptiva le abrió un día la boca y dentro de ella vio la inmensidad del universo.

Entrar en el recinto de templos es complicado. Se palpa el miedo a un atentado islamista: cacheo riguroso, prohibición de introducir bolso e incluso el móvil.

–¿Por qué  Krishna es de color azul? –pregunto a un hombre con aspecto de instruido, ya en el interior.

–Una moda moderna. Antiguamente se le representaba en gris oscuro, simbolizando la bendición que traen las nubes de lluvia.

Le rodea su familia, con la que se ha tomado unos días libres.

–Aquí acostumbramos a visitar lugares santos en vacaciones ¿En Europa también?

–No exactamente. Nosotros vamos de bares o a la playa.

A LA BÚSQUEDA DEL ALMA PERDIDA

No sé definir lo que es el alma, pero conozco el contorno de su ausencia.  Porque soy de los que piensan que en Occidente el alma se nos ha despistado entre las tarjetas de crédito, los gadgets y los electrodomésticos. Y que en algunos países –más en los atrasados, pero no necesariamente– aún puede encontrarse. Llamo alma a lo contrario de nuestro cansado escepticismo. Cierta ingenuidad,  una alegría de vivir y compartir que los que peinamos canas conocimos aquí en nuestra infancia. No parece amiga de la opulencia. Menos aún casa con el narcisismo, el egoísmo y la agobiante hiperracionalidad de lo que llamamos sociedades desarrolladas.

2. ITINERARIO DEL VIAJE
Itinerario

LA SANTIDAD DE LAS ALCANTARILLAS

A 14 kms de Mathura se ubica la también ciudad santa de Vrindavan, escenario de la infancia y juventud de Krishna. Donde hubo bosques en los que el dios adolescente seducía a las pastorcillas, hoy se encuentra uno de los lugares con más densidad de templos del mundo. He reservado habitación en un ashram regentado por hispanoamericanos. Pero Vrindavan es un laberinto, y asediado por monos ladrones voy preguntando entre las estrechas calles, mientras trato de no meter el pie en las aguas fecales que corren junto a las aceras.

Me recibe una chica de gesto severo y ascético. Sus rasgos parecen locales, pero los ojos rasgados la delatan. Es  colombiana. Se llama Radha, como la consorte de Krishna.

La directora del ashram de Vrindavan es una ecuatoriana cincuentona que aprovecha cualquier resquicio para endosarme un speech de doctrina. Huyendo de ella llego al patio, por el que vestidos a lo Gandhi vagan algunos jóvenes latinoamericanos con el imborrable sello de las familias acomodadas. La religión parece su único tema.

El acceso al lugar de nacimiento de KRISHNA en Matura
El acceso al lugar de nacimiento de KRISHNA en Matura

Pregunto dónde cambiar dinero y comprar una tarjeta telefónica local y Radha, que va a salir con su hermana, se ofrece a llevarme hasta la ciudad moderna. Radha es muy guapa. A su atractivo se suma mi admiración por alguien tan joven y tan comprometido con el trabajo espiritual.

En el camino vamos visitando templos mientras sus explicaciones dibujan en mi mente a Vishnu descansando sobre los interminables anillos de Shesha, la serpiente del tiempo,  que flota en el océano de la creación.

“Son los 9 avatares de Vishnu”, detalla luego, señalando las tallas de un templo. “Y aquel es el décimo, que llegará como un redentor del mundo. En el año 428.899”.

No puedo dejar de preguntarme qué hacen los dos pimpollitos que me acompañan encerrados en este rincón perdido del mundo.

LA BANALIDAD DEL BIEN

Cuando anochece, las chicas me proponen acudir a la ceremonia del Sri Krishna Balaram Mandir, también conocido como ISKON. “No te decepcionará”, anticipan.

Miles de personas invaden del recinto del templo cantando al compás de una melodía que atrae como un imán. Nos abrimos paso hasta los músicos en medio de una atmósfera vibrante, cargada hasta los topes de una energía contagiosa. La alegría de los cánticos aturde los oídos y no es posible resistirse: me dejo llevar. El volumen de las voces ha ido subiendo hasta llegar al paroxismo. Siento que no hay límites, aquí todo es desmedido. Paso junto a una escultura tamaño natural del fallecido fundador Bhaktivedanta Prabhupada, sobre un trono que flanquean dos leones mientras la gente entra en trance cantando y bailando.

Cuando termina la ceremonia me siento transformado. Mis emociones fluyen con una libertad que desconozco.

Ahora un intenso vínculo nos une a los tres. Nos sentamos a cenar en un pequeño restaurante. Podría ser su padre y, si hubiese sido precoz incluso su abuelo, pero hablo a mis amigas con una franqueza indefensa de mi vida y de mis sueños.

Una ceremonia Hare krishna en Vdrindavan
Una ceremonia Hare krishna en Vdrindavan

Luego les pregunto por los suyos. La hermana de Radha empezará Ingeniería aeronáutica en Madrid el próximo curso. “Nuestros papás”, me dicen, “vendrán a Madrid en Navidad y nos reuniremos todos allí”. Me entero de que su madre es seguidora de un monje Hare Krishna que causa sensación en Bogotá. Entre las señoras de clase alta, claro.

Radha pasará aquí unos meses y luego se irá a vivir a Alemania. Y no precisamente a trabajar, deduzco ¿Dónde está su dura búsqueda espiritual?

Al día siguiente parto temprano para Agra y las hermanas vendrán a primera hora a despedirme. Me acuesto en la espartana celda del ashram, pero no puedo dormir. No entiendo nada.

Como exigen estas historias, Radha y su hermana no aparecieron. Solitario, desanduve las calles de Vrindavan bajo la amenaza de los putos monos mientras procuraba no meter el pie en la hediondez de las aguas fecales. La banalidad del bien.

OPUESTO NO SIGNIFICA INCOMPATIBLE

La India es una maraña de mitos, sectas, dioses y héroes en la que cada cual adora a quien le da la gana.

Dicen que Cuando Brahma creó el mundo se retiró a descansar, y Vishnu y Shiva adquirieron el protagonismo. El primero es el principio de conservación de lo existente. El segundo se encarga de destruir lo caduco para que la vida continúe. Intrigado, pregunté a un taxista si era shivaíta o vishnaíta.

–Rezo a los dos– me dijo.

–Eso no puede ser– respondí. –Son principios opuestos. Es como ser comunista y capitalista a la vez.

–¿Por qué no? Yo rezo a Vishnu para que me proteja y a Shiva para que no me destruya. Para qué inventarnos más problemas.

Monos en Vrindavan
Monos en Vrindavan

EL EDIFICIO MÁS HERMOSO DEL MUNDO

Solo hay media hora de tren entre Mathura y Agra, donde se ubica el Taj Mahal. Verlo no es un asunto trivial. Hay que observarlo con lluvia, bajo la luz de la luna, la de la mañana y la del atardecer. La armoniosa mole de mármol blanco resplandece en diferentes colores. Como si en vez de reflejar la luz la emitiese.

Lo había visitado 20 años atrás y me preguntaba si aún me impresionaría. Lo hizo aún más. Bajo el sol de la mañana, el edificio irradia su propia luz y parece que flotase por encima de la realidad. Evanescente como un fantasma. Y eso es lo que es.

Es de sobra conocida la historia del emperador Shah Jahan  construyendo el mausoleo como una muestra de amor a su esposa Mumtaz Mahal, tras su muerte al dar a luz a su decimocuarto hijo. Y cómo Aurangzeb, su sucesor, lo depuso y encerró por la ruina que su construcción supuso al imperio mogol.

En esta segunda visita, siendo más viejo, lo vi con claridad: el Taj no es un monumento al amor, como se dice. Es una visión ajena a este mundo. Pertenece al más allá. No es Mumtaz. Es su fantasma desde ultratumba.

VAMPIROS DE SUEÑOS

Algunos de los que una vez tuvimos alma la echamos de menos. Como vampiros de sueños, viajamos a países que aún la poseen buscando absorberla. Rozarse con esas gentes es una experiencia nutritiva.

La India siempre fue un océano de alma. Pero el mundo va hoy en otra dirección. Y como el hielo de los polos, desaparece cada vez más deprisa.

El Taj
El Taj

EL TRONO CUYO COSTE ARRUINÓ UN IMPERIO

El fuerte Rojo, también en Agra, alberga un impresionante recinto palaciego que contuvo una obra de arte dos veces y pico más cara que construir el Taj Mahal. El trono, que trataba de emular al del mítico Rey Salomón, era  una plataforma elevada sobre la que Shah Jahan, sentado sobre cojines, juzgaba y reinaba rodeado de 1.150 kgs de oro y 230 de piedras preciosas. Techado y flanqueado por doce finas columnas cubiertas de perlas, toda su superficie estaba literalmente trufada de pedrería. La imagen de dos pavos reales en lo alto, con el brillo de sus colas multicolores, iluminadas con diamantes, esmeraldas, zafiros y rubíes, asombraba a los visitantes. Esta desmesura es lo que nos fascina de la India. A los ingleses también: el diamante más vistoso de aquel derroche,  mundialmente conocido como Koh-i-Noor, está hoy engastado en la corona real británica.

CUANDO CREÍMOS SABER CÓMO HACER DEL MUNDO UN LUGAR FELIZ

Quizás haya que retroceder hasta el siglo XVIII. La flor y nata del pensamiento europeo, tras macerar y depurar una tradición más de dos veces milenaria, desembocó en un prodigio que llamamos la Ilustración. Una supernova de ideas que establecieron una visión del mundo regida por la justicia, la libertad, la ciencia y la razón. Con el dominio tecnológico que le siguió, ese modelo de sociedad se ha convertido en el paradigma siempre inalcanzado que todos utilizan para denunciar cuánto lo incumplen los demás.

A pesar de ofrecer un proyecto de sociedad inmejorable, la Ilustración partía de una base como poco, discutible: los humanos somos seres racionales. Su único defecto. Pero menudo defecto.

MÍSTICOS EN PELOTAS

Si algo no se puede reprochar a los jain, una religión nacida junto al budismo en el siglo VI a.C., es que sea poco pintoresca. Los monjes de una de sus sectas –en la feliz heterodoxia india más que religiones lo que hay son centenares de sectas–  son los inventores del nudismo. Pero no por horas como aquí. Ellos andan noche y día en pelotas.

El énfasis en la no violencia conduce a otros monjes jain a barrer continuamente el suelo que pisan o a llevar un velo en la boca para, en ambos casos, no perjudicar a los insectos. Tampoco cocinan, porque hervir el agua mataría a los microorganismos, de modo que son crudívoros y por supuesto vegetarianos. Gracias a que los laicos no tienen tales restricciones quedan algo más de cuatro millones de jainistas en India, la mayor parte comerciantes, gente pacífica y moderada.

Desde Agra, un tren llega a Gwalior, famoso por su fortaleza. Desde allí se puede llegar en taxi al pueblo de Sonagiri, un tan pequeño como importante centro de peregrinación jain en torno a una colina sobre la que se asientan 77 santuarios.

Santuarios de Jain en la Colina de Sonagiri
Santuarios de Jain en la Colina de Sonagiri

ROMÁNTICOS REPRIMIDOS Y RACIONALISTAS DESBOCADOS

El vacío de alma que produjo la Ilustración tuvo su reacción inmediata en lo que llamamos Romanticismo: el imperio de lo irracional y las emociones como fuente del sentido de la vida.

Pero ya era  demasiado tarde. Solo necesita esas ideas románticas quien antes ha digerido la racionalidad ilustrada. La razón es una frontera sin retorno cuyo cruce nos hace ver el mundo de otra manera. Y para siempre.

Desde hace dos siglos, ilustrados y románticos, razón y mito, coexisten en Occidente como dos formas más complementarias que opuestas de satisfacer quiénes somos.

LOS MALOS SON LO QUE LO BUENOS NO SE ATREVEN

Suraj Rajak, un guía local jain, me va mostrando los santuarios de Sonagiri mientras caminamos descalzos por el sendero empedrado que serpentea por la colina. “Los laicos respetamos 5 principios”, me dice: “Respeto absoluto a la vida, no robar, no mentir, vida sexual moderada y desapego de las cosas materiales”.

Los santuarios están cubiertos de esvásticas –aquí un símbolo positivo– e imágenes de alguno de los 24 yinas o grandes iluminados desnudos –o, como ellos dicen, vestidos de cielo–   a los que se advocan.

–Y con la que está cayendo ¿Cómo conseguís ser la religión más pacífica del mundo?

–Nuestra cultura se basa en el respeto y en la no violencia. Y en la comprensión de que no existe una sola verdad sino la suma de diferentes puntos de vista.

–¿Y cómo resolvéis los conflictos?

–De una manera pacífica. En el peor de los casos apartamos temporalmente de la comunidad a la gente problemática.

–Ahora entiendo por qué esta religión tiene tan pocos adeptos.

Mientras descendemos, le pongo al día sobre los conceptos católicos de culpabilidad y pecado y me mira como quien escucha a un extraterrestre.

Me despido de Suraj y camino por las calles de Sonagiri mientras trato de digerir la experiencia. Frente a mí, un hombre sentado en una terraza que acaricia un ternero suelto por la calle me sonríe.

¿Será verdad que esta gente se organiza sin abusos ni egoísmos? El alma me dice que sí, la razón que no. Viejo perro occidental descreído, me recrimino. Ciertamente, hay que tener fe.

Mujeres en una boda
Mujeres en una boda

¿UN SINÓNIMO DE HUMANO? CONTRADICTORIO

De nuestra contradicción entre razón y sueños nacen ángeles y demonios como la New Age y sus seudoreligiones, o la deificación de la Naturaleza en deportes montañeros,  animalismos y ecologismos. También las ideologías políticas redentoras surgidas del marxismo, la aparición de nacionalismos excluyentes entre devotos de la igualdad universal, y cualquier retorno a falsas purezas perdidas, incluida la que defiende este artículo. O los que se toman la ciencia como un catecismo. Y sus no tan lejanos primos los conspiranoicos y los terraplanistas.

Mira que nos hemos puesto difícil esto de ser humanos.

NADA MÁS VIVO QUE LA CIUDAD DE LA MUERTE

Tras catorce horas en la bamboleante litera de un tren nocturno, amenizadas por el llanto de un niño con pretensiones operísticas, llego a la estación de Benarés. Son las 6 de la mañana.

Si Mathura y Vrindavan son las ciudades del pacífico Vishnu, Benarés adora al destructivo Shiva. La antigua Kashi, recostada sobre un promontorio en la orilla occidental del Ganges, tiene tres partes. El llano superior está ocupado por la más moderna, y es un caos descacharrante de gente, ruido, coches, motos y rickshaws. Si alguien es capaz de mantener la calma aquí sin duda ha alcanzado la mokhsa.

La ciudad vieja desciende hacia el río en un laberinto de estrechas y retorcidas calles saturadas de siglos. Un lugar fascinante en el que, entre vacas, mierda y cochambre, la autenticidad de la vida cotidiana y las escenas de devoción brillan como el oro.

Un Gath en Benares
Un Gath en Benares

Abajo están los ghats, una sucesión de 88 muelles con escaleras a lo largo del Ganges, flanqueadas de decadentes templos y palacios. Hasta el ghat de Manikarnika llega un río interminable  de cadáveres buscando alcanzar la liberación tras ser incinerados aquí, entre grandes humaredas y un olor no muy diferente al de las barbacoas.

La cercanía de la muerte aumenta la fruición por la vida. Se aprecia en la sensualidad de los locales, que no riñe con su fervor. También el extranjero agradece olvidar la agobiante presencia de la Chata sentado en una terraza sobre el río y la ciudad milenaria. Al lado de una tetera llena de cerveza, así servida para ocultar prohibiciones.

TEONAZIONALISMO

En 1990, Nathuram Vinayak Godse, que asesinó de Gandhi por promover el respeto hacia la minoría musulmana en India, empezó a ser rehabilitado. En 1991, la mezquita de Ayodhya fue volada por un grupo de extremistas hindúes argumentando sin pruebas que estaba asentada sobre un antiguo templo hindú. A partir del 2000 los libros escolares han sido revisados, reduciendo la importancia histórica del islam en India a favor del hinduismo, hasta el punto de alterar la verdad histórica.

El hindutva es un movimiento de los años 20, vinculado con el fascismo nazi, que trata de imponer en India la cultura hindú como única, excluyendo y marginando a cristianos y musulmanes por considerarlos extranjeros.

Un Sadhu
Un Sadhu

El BJP, actual partido en el poder bajo Narendra Modi –acusado de pasividad ante un pogromo de 2.000 musulmanes en Gujarat–  promueve el hindutva de un modo cada vez más agresivo. Está construyendo un templo hinduista sobre la destruida mezquita de Ayodhya, mientras favorece la violencia hacia las minorías. Muchas mezquitas y edificios islámicos están amenazados, incluido el Taj Mahal.

Desde 2014, la política de extrema derecha de Modi ha erosionado seriamente las instituciones democráticas, los derechos individuales y la libertad de expresión.

Poco queda de aquel modelo laico, integrador y tolerante de la riqueza étnica india. El proyecto del BJP  es exactamente lo contrario. Los fascismos son una perversión del alma.

QUÉ BUENA ERA LA MUGRE CUANDO DESCONOCÍAMOS LA LIMPIEZA

20 años después de mi primera visita, Benarés ha perdido esa especial intensidad espiritual que da la mugre. No hay tanta basura, ni se ven ya cadáveres de bebés y de sadhus  –al ser puros no necesitan incineración– flotando hinchados en el río. Los místicos arenales situados al otro lado del Ganges parecen ahora un parque de atracciones cubiertos de carpas, casetas de baño y camellos de alquiler, y en los ghats abundan sadhus de pacotilla que viven de posar en las fotos a cambio de un dólar.

Al atardecer, cuando locales, peregrinos, turistas, monjes y sadhus se apretujan en el ghat de  Dasaswamedh esperando la ceremonia hinduista del Aarti, alquilo un bote para disfrutar de los colores de la última luz sobre el río. Las llamas de las piras funerarias de Marmanika se reflejan sobre las aguas amoratadas por el crepúsculo mientras no dirigimos hacia el ritual.

Las cremaciones de MANIMARNIKA
Las cremaciones de MANIMARNIKA

Pero el acto religioso, orientado menos a la autenticidad que al espectáculo, parece un número del Circo del Sol.

Lo que no disminuye la intensidad de Benarés. Aquí, decenas de escuelas, monasterios y templos bullen de una espiritualidad que los forasteros apenas podemos intuir. Si el oro no brillase entre los excrementos, no estaríamos en Benarés.

DEL GANGES AL HIMALAYA

Otras 14 horas de tren nocturno separan Benarés del nudo ferroviario de New Jalpaiguri. A media mañana abandono por fin el tren para coger un taxi que en 3 horas ascenderá desde los escasos cien metros de las llanuras del Ganges a los  2.135 de Darjeeling, al pie del Himalaya.

El lugar presenta unas condiciones ideales para el cultivo de uno de los mejores tés del mundo, que verdea entre ondulantes colinas. Y un frescor que lo convirtió en el refugio vacacional de los colonizadores ingleses.

Darjeeling y Sikkim, su continuación, es una cuña al norte de la India que se cuela entre el Tibet, Bután y Nepal, con los que comparte historia y etnias. Esto ya no es India. Hace frío, los atascos de coches sustituyen a los de motos, no se ven vacas y, sobre todo, muchos rostros son mongoles.

Ceno unos momo –una masa de harina de cebada rellena, aquí de verduras y queso, y luego cocida– y me alojo en un hotel aún con aroma colonial, atendido por mujeres tibetanas que no dejan de sonreír. Por la mañana el gran ventanal del hall muestra una sucesión de agrestes laderas superponiéndose hasta el horizonte, todas cubiertas por edificios que brotan entre una vegetación exuberante. Justo encima, como una corona de formas caprichosas, se recortan unas cimas nevadas. La más alta alcanza los 8.586m. Es el Kanchenjunga.

LA DULCE EMBRIAGUEZ DE LA DESMESURA

La Europa medieval era un territorio del alma. Como lo fue la Antigüedad y hoy lo son los países que no han conocido la Ilustración. Las vivencias del alma nos llenan, pero sin un control racional son tremendamente peligrosas. Cuando a los pacíficos indios les arrastra la furia en una manifestación, el resultado son decenas de muertos.

La racionalidad occidental nos lleva a medirlo todo. No sabemos dejarnos llevar por la desmesura de Oriente, que tanto nos atrae. Nos cuesta asimilar esa aceptación sin límites que predican los orientales. Por eso mismo tampoco somos capaces de practicar su crueldad.

La cordillera del Kanchenjunga sobre DARJEELING
La cordillera del Kanchenjunga sobre DARJEELING

VERDES CAMPOS DE TÉ, ROJAS TÚNICAS TIBETANAS

Tras los hinduistas, la segunda religión en importancia en Darjeeling es el budismo. En la ciudad abundan las banderas de oración, los techos con forma de pagoda, y en los alrededores hay varios gompa o monasterios.

Bajo una cruda luz invernal asciendo entre mercados y puestos de comida callejera hasta el Guru Sakya Monastery, en la parte alta de la ciudad. En una amplia estancia decorada con fotos de rinpoches y maestros me recibe un viejo lama. Su figura se recorta contra la barroca profusión de dorados budas, dioses y monstruos de un altar. Habla un poco de inglés.

La conversación deriva hacia los casi doscientos mil refugiados que, huyendo de la represión del gobierno chino cruzaron la frontera del Tíbet hacia India desde los años 60, parte de los cuales se asentó en Darjeeling.

Una chica de Darjeeling
Una chica de Darjeeling

“Algunos ingresamos como monjes en este monasterio”, me explica, y rememora el trauma de la huída a través del Himalaya con sus padres, cuando era un niño. Luego me dice que echa en falta la familia que se quedó en Tíbet y cuánto daría por volver. Veo en sus ojos que se ha emocionado, y le hago un comentario sobre los dolores del alma.

–Para el budismo el alma, como el yo, es solo una ilusión.

–Quizá. Pero su sufrimiento es bien real.

Se vuelve hacia mí con una sonrisa luminosa y triste a la vez. El gesto de quien ha conocido el abismo y ha decidido aprender a vivir junto a él.

DIOSES DE RÍO, BARRO Y CAÑA

Es necesario descender de nuevo a New Jalpaiguri, en las llanuras indias, y desde allí viajar otras 10 horas en un tren nocturno para llegar a Calcuta.

La antigua capital del Raj británico es un lugar inspirador. Llego al amanecer, demasiado pronto para entrar en un hotel. Meto el equipaje en un taxi y pido que me lleve a Kumartili, un barrio de artesanos. Allí construyen, con entramados de bambú y paja figuras y escenas de sus dioses, revistiéndolas finalmente con barro del río Hugli, afluente del Ganges. La ciudad adora a Durga, una diosa violenta que blande un sable y cabalga un león, pero tierna y maternal con sus seguidores.

A finales de setiembre, durante el festival del Durga Puja, las imágenes de barro, pulidas y pintadas en brillantes colores de manera semejante a nuestras fallas, se exponen por toda la ciudad para recibir ofrendas y muestras de devoción.

Y tras 5 días, en una versión local del Pobre de mí, la fiesta termina con la inmersión de las estatuas en el río, que recupera así el barro que servirá para la puja del año siguiente.

Figuras de caña
Figuras de caña

ADOREMOS AL TERROR

Se pueden visitar muchas cosas en Calcuta. Pero si hay un lugar que no voy a perderme es el templo de Kalighat. La auténtica mansión del terror.

Kali es una faceta de Parvati, la diosa consorte de Shiva, que representa la aniquilación sin misericordia. Pero como sucede con Durga, Kali tiene una cara oculta, intensamente amorosa y protectora, que sus seguidores dicen experimentar. La visible, con su collar de calaveras, sus colmillos y su lengua colgante –que los Rolling adoptaron como emblema– mientras baila con una cabeza cortada en la mano sobre un Shiva derribado, inspira terror y repulsión.

LOS THUG O ASESINAR POR AMOR A KALI

Su ética profesional consistía en el honor de matar por la diosa. Cada asesinato retrasaba –creían– 1.000 años su terrible llegada. Esta secta de Kali, que operaba al menos desde el siglo XIV y fue erradicada por los ingleses en el XIX, aplicaba el estrangulamiento a cuantos peregrinos y viajeros se cruzaban en su camino, especialmente a los ricos. Sus víctimas, incontables, superan muchas decenas de miles, quizá cientos. De Thug Behram, uno de sus más eficientes cofrades, se inventariaron 931 homicidios entre 1790 y 1830. El mayor asesino en serie conocido. Y una vez despachada la víctima ¿Por qué no robarla?   

Kali bailando sobre el cuerpo de un krishna derrotado
Kali bailando sobre el cuerpo de un krishna derrotado

EL CORAZÓN DE LAS TINIEBLAS

A Kalighat llegan diariamente miles de peregrinos. Vienen a adorar o suplicar al horror. Muchos traen animales vivos para que sean degollados ante ellos, y luego ungirse con su sangre.

Mi taxi se detiene tras un largo deambular entre calles estrechas y edificios desvencijados. Es de noche y ya acuden pocos peregrinos al templo. Las luces mortecinas de unos tenderetes con chucherías místicas señalan la entrada.

Dentro del pequeño edificio hay un patio con figuras echadas en la semioscuridad mientras alzan sus manos pidiendo limosna. Se palpa la miseria. También una sensación ominosa que me pide que me largue de allí.

Unos niños andrajosos me empujan hasta una puerta en la que tengo que descalzarme y entrar chapoteando en un líquido sobre el que eludo pensar. Dentro, los desarrapados seguidores de la diosa me arrastran hasta el ídolo, hacia el que muestran una devoción sublime. Kali es una tosca imagen inexpresiva con tres ojos, empalagosamente cubierta de flores y joyas,  de la que no me permiten alejarme hasta que deposito unos billetes. Cuando por fin se van, vago entre un caos de sombras que se acercan ansiosas a adorar o pedir a la diosa ¿Por qué esa inquietud, tan diferente de la paz de otros santuarios? Entonces me topo con los altares de piedra en los que se sacrifican los animales, aún manchados y apestosos a sangre.

Salir es volver a respirar. También comprender que en algún profundo lugar de la mente, quizás incluso de la realidad, hay un lóbrego túnel que comunica la brutalidad más abyecta con el amor más puro.

QUÉ MEJOR OFRENDA AL DIOS QUE TU PROPIA VIDA

Otro tren nocturno me deja en Bhuwaneshvar, la capital de Orissa, uno de los estados menos conocidos de la India. Desde allí, a través de verdes campos de arroz, pueblos de casas multicolores y altos palmerales llego hasta Puri, ciudad santa inundada por una marea de peregrinos para adorar a Jaganarth, otro extraño dios-de-dioses.

Océano índico junto al Templo de Konark
Océano índico junto al Templo de Konark

Dicen que la fuerza del dios se siente mucho antes de llegar al templo. Pero el ídolo no es otra cosa que un tocón de madera con ojos. A principios de verano, durante el festival de Ratha Yatra se construyen tres gigantescos carros para transportar al ídolo junto a otros dos tocones que representan a sus hermanos. Los empujan miles de personas en un estado que oscila entre la exaltación y el trance. Hasta hace un siglo, algunos fieles enajenados se echaban bajo las ruedas para sacrificarse al dios.

Los no hinduistas tenemos vedado el acceso al recinto, de manera que me dirijo a Konark, un colosal templo de piedra construido en el siglo XIII en honor del dios sol Suria. El edificio, que representa el carro del sol que cruza el cielo, simula apoyarse en 24 enormes ruedas de piedra y está labrado en un delirio barroco de imágenes de dioses y esculturas eróticas.

Casi hasta el templo llegan la luz cegadora y los arenales del Océano Índico. Estamos en el golfo de Bengala.

LAS MARISMAS DE LOS TIGRES NADADORES

Sunderbans es un inmenso parque natural de canales y manglares que se extiende entre India y Bangladesh. Aquí, en medio de un paraíso de fauna, la vida discurre sobre el agua, y los tigres se acercan nadando hasta las aldeas para comerse las cabras. De vez en cuando también algún parroquiano.

Una piragua en los manglares de Sunderbans
Una piragua en los manglares de Sunderbans

Hacia el suroeste, se encuentra un territorio habitado por más de 60 etnias tribales que viven en el neolítico. Son los Adivasi, los más antiguos pobladores de la India. Practican una economía de subsistencia, hablan lenguas ancestrales, adoran a estrafalarios dioses y sus costumbres sociales y sexuales varían según cada tribu en un derroche de imaginación.

Cansado, apuro los últimos días en el trópico profundo, entre calor pegajoso, vegetación lujuriante, insectos enormes y gentes tan extrañas como en el fondo iguales a mí. En este lugar el alma lo inunda todo.

QUE TUS SUEÑOS NO NUBLEN TU RAZÓN Y QUE TU RAZÓN NO NUBLE TUS SUEÑOS

Tras volar de retorno a Delhi aprovecho las últimas horas antes de volver a casa para visitar el templo sij de Gurudwara. En el siglo XVI, el Guru Nanak pretendió eliminar los enfrentamientos y  diferencias entre hindúes y musulmanes en un solo credo. Y como suele suceder, acabó creando otro más.

Pero el lugar merece. Su atmósfera y sus peregrinos sij –paradójicamente armados hasta los dientes– destilan una sensación de paz y tolerancia como no he experimentado en todo el viaje. Inspirado por ellas entendí que uno sale de casa buscando fuera de sí mismo algo que necesita encontrar dentro. Y que por eso los viajes tienen mucho de peregrinación. Y las peregrinaciones aún más de búsqueda.

Fuera de Occidente el alma se mantiene a flor de piel. Allí a veces encontramos lo que fuimos y necesitamos recuperar. Pero ojo, sin renunciar a lo que somos. Que tus sueños no nublen tu razón y que tu razón no nuble tus sueños.

Dos peregrinos SIJ en Gurudwara
Dos peregrinos SIJ en Gurudwara

India: de dios en dios y de tren en tren
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