martes. 19.03.2024

En Noja, en el barrio de Cabanzo, el aire huele a rosquillas, a pastas y a chocolate. Cada día, las monjas de clausura del Convento de Santa María de la Merced dedican entre cinco o seis horas a su secreto mejor guardado: la tradición y las recetas con las que fabrican unos dulces que se han convertido en una referencia en el municipio y en la comarca de Trasmiera. El cuidado y el mimo con el que trabajan los materiales han ido pasando de generación en generación desde que hace casi 35 años se instalasen en una vieja casona del barrio.

El convento recurre siempre “a lo natural”, y ninguno de sus productos tiene conservantes ni productos químicos

Fueron estas primeras integrantes de la orden las que comenzaron a fabricar unos dulces sin los que ya no se puede entender la gastronomía nojeña. Como recuerda la madre superiora, Norma Huerta, esta tradición “comenzó con nuestras madres”, que “empezaron con las rosquillas”. En un principio, aquello fue únicamente una forma de recompensar a los monaguillos que ayudaban en las labores religiosas. “Se las regalaban”, explica, con tal éxito que el resto de los vecinos de la Villa empezaron a preguntar por estos productos. Y dado que el monasterio necesitaba recursos económicos, la gente quiso comprar estos primeros dulces, impulsándose así su venta.

Rosquillas amasadas y realizadas por las monjas de Noja | Foto: edc
Rosquillas amasadas y realizadas por las monjas de Noja | Foto: edc

Pero, ¿cuál es el secreto de su éxito? En realidad, es sencillo: una materia prima de primera calidad. “La materia prima es de proveedores de Cantabria”, subraya Norma. Una buena almendra, un buen chocolate con un 60% o un 70% de cacao, una mantequilla de calidad, “aunque sea algo cara ahora”. El convento recurre siempre “a lo natural”, llegando a rechazar productos “con esencias y otras cosas”. Esto implica que ninguno de sus productos tiene conservantes ni productos químicos.

Su dedicación es completa. Unas 6 o 7 hermanas “trabajamos en el obrador”, que con el paso de los años ha tenido que trasladarse y ampliarse a medida que se han ido incorporando más productos y se han modernizado las instalaciones. Cada día, de 10:30 a 13:30, y de 16:30 a 18:00 horas, fabrican estas delicias dulces. Y junto a esto, “los rezos”. ‘Ora et labora’, se podría resumir. Y en verano, incluso “dedicamos más horas”, dada la cantidad de visitantes con los que cuenta la Villa en estos meses. De hecho, la madre superiora reconoce que las épocas de más trabajo son la estival y Semana Santa.

La modernización que ha vivido el obrador del convento no solo ha permitido crear nuevos productos, sino una mejor y mayor conservación de los mismos

El Convento de Santa María de la Merced comenzó con rosquillas en 1988, pero tras más de tres décadas, su oferta ha aumentado hasta realizar todo tipo de productos. Bizcocho, nevaditos, pastas, macarrones, sositos (tipo rosquillas), pasta estrella (con un 25% de mantequilla), mantecadas, panucos, perlas de Noja (chocolate y almendra)… Incluso quesada y sobaos. Todos “productos muy típicos de Cantabria”, señala la madre superiora con brillo en los ojos.

Monjas realizando las famosas rosquillas, el primer producto con el que empezaron su obrador | Foto: edc
Monjas realizando las famosas rosquillas, el primer producto con el que empezaron su obrador | Foto: edc

La modernización que ha vivido el obrador del convento no solo ha permitido crear nuevos productos, sino una mejor y mayor conservación de los mismos. De hecho, Norma recuerda que “al principio la quesada no la vendíamos al vacío, pero ahora la empaquetamos así porque se conserva mejor” al ser “lo más natural posible”.

Trabajan de forma incansable y con un cuidado exquisito en todo el proceso. Tanto es así que, cuando van a realizar macarrones, preparan todo el obrador para que el producto sea adecuado para las personas celíacas. El macarrón está elaborado a base de harina de almendras, azúcar y clara de huevo. Es decir, sin trigo. Por eso, cuando lo realizan “intentamos no hacer ninguna otra cosa que lleve harina”. Y antes de ponerse manos a la obra, “se limpian bien las máquinas”, de forma que no pueda haber contaminación de ningún tipo. “Es un producto seguro”, señala Norma.

Turrones realizados por las monjas de clausura | Foto: edc
Turrones realizados por las monjas de clausura | Foto: edc

La Navidad es otra época especial para el Convento. De hecho, cuando este medio ha podido acceder al obrador, las hermanas estaban preparando, además de las tradicionales rosquillas, productos típicos de esta época del año. “Las rosquillas y el bizcocho no faltan durante todo el año, pero en esta época tenemos turrones, pan de Navidad (que lleva cabello de ángel y fruta escarchada), mazapán…”, reconoce la madre superiora. Los turrones son de lo más variado: de chocolate, de licor, de ron, de pistacho, de avellana crujiente, de yema. Siempre, al igual que el resto de productos, con materia prima de Cantabria.

La calidad y el sabor son reconocibles y reconocidos por todos aquellos que visitan la Villa

A estos se suman naranjitas con avellanas cubiertas de chocolate y las delicias, que es la masa del turrón de yema recubierto de chocolate negro o blanco.

Y para principios de año, roscón de Reyes, que “la gente lo empieza a pedir en los primeros días de enero”. Sobre este producto, Norma recuerda la anécdota de cómo les llegó la receta. “Nos la dio un proveedor que vino a revisarnos un horno en malas condiciones”, explica. Como eso ocurrió cerca de las fechas navideñas, el hombre les preguntó por los roscones de reyes y se ofreció a darles una receta. “De aquella fuimos quitando cosas, añadiendo otras, y al final nos ha quedado la que hacemos”. Y al igual que el resto de sus productos, la gente se los lleva.

Delicias de Navidad del Convento de Santa María de la Merced de Noja | Foto: edc
Delicias de Navidad del Convento de Santa María de la Merced de Noja | Foto: edc

El éxito de sus productos es incuestionable. La calidad y el sabor son reconocibles y reconocidos por todos aquellos que visitan la Villa. Tanto es así, que en las citas gastronómicas que organiza el Ayuntamiento, el puesto del Convento de Santa María de la Merced siempre es uno de los más concurridos, agotando muchas veces los productos que llevan.

Por el momento, y de cara al futuro, estas mercedarias no tienen previstos nuevos cambios. Ni en los productos que realizan ni en la maquinaria que utilizan. “Cada vez nos piden más cosas”, reconoce la madre superiora, “sobre todo los diabéticos”. Pero para eso son necesarios permisos especiales, y para ellas “es más complicado”. “No descarto que lo vayamos a hacer algún día, pero de momento continuamos con las recetas que tenemos ahora”, añade.

Empaquetado manual de los turrones | Foto: edc
Empaquetado manual de los turrones | Foto: edc

El dulce secreto de las monjas
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