HISTORIA

Costa de Marfil: máscaras, neocolonialismo y sociedades secretas

2.500 kms a través de la compleja riqueza étnica de una joya desconocida de África

Danza de las vírgenes
Danza de las vírgenes

“No te dejes atrapar por el embrujo y el color de este rincón de África”, me dijo Daniel. “La realidad que se esconde debajo es más fascinante aún”. Cenábamos bajo la carpa del campamento, en un pequeño charco de luz rodeado por la oscuridad de la selva. Aquella noche, en el Parque Natural de Tai, Daniel me habló de los hombres leopardo. Pero empezaré por el principio.

Itinerario
Itinerario

EASY RIDERS

Cielo rabiosamente azul. Mucho calor. Verdes campos de cultivo. Tramos de selva coronados de palmeras y enormes árboles tropicales. Carreteras siempre transitadas por gente con ropas multicolores y cestos en la cabeza. Aquí todo es excesivo. Cegador. Saturante.

Cuatro personas que buscamos viajes no convencionales tuvimos la suerte de dar con Daniel Kouaho, un marfileño que ofrece sus servicios como guía bajo el nombre comercial Osmosis Akan+. El resultado fue un circuito negociado por Costa de Marfil. Cuatro viajeros, un guía, un conductor, una furgoneta. Y 2.500 kms.

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Desde Abidjan, en la costa atlántica, nos dirigimos hacia Abengourou, junto a la frontera con Ghana. Estamos en territorio Akan, uno de los cuatro grandes grupos étnicos del país, que se descomponen a su vez en decenas de culturas. Tras visitar a las sacerdotisas komian, de la subetnia Anyi de los Akan, giramos al oeste hacia Yamousoukro, la capital oficial del país.

TODA PATRIA TIENE UN PADRE

Cualquier patria que aspire a tener seguidores debe construirse sobre un agravio imperdonable. El llamado a vengarlo en Costa de Marfil se llamaba Félix Houphouët-Boigny. Empezó su carrera política como activista del anticolonialismo para convertirse en 1960 en el primer presidente del país tras la independencia. Pero ojo, también en el hombre de confianza en ultramar de la metrópoli. En el intermedio había sido ministro en Francia. Quién te ha visto y quién te ve.

Houphouët inició un exitoso desarrollo económico, muy bien engrasado con los intereses franceses sobre el monocultivo de cacao y el café, que convirtió al país en la joya de la corona del neocolonialismo galo. Ejerció una importante influencia en países próximos a la sombra de Francia, mientras Abidjan se convertía en la capital más dinámica del África Occidental. También  en un nido de corrupción bajo a la paternal autoridad de una dictadura en la que el gran hombre –como mandan los cánones– se iba transmutando en la misma sustancia de la patria.

Y es que toda patria tiene un padre. Que también es de donde viene la palabra patria. Qué cosas.

Muchacha dela etnia akan
Muchacha de la etnia akan

MUEVE TUS CADERAS CUANDO TODA VAYA MAL

Recorrer Costa de Marfil es venir a ver bailar. También, unirte al baile colectivo si te invitan. Aquí aún no han llegado los psicólogos. La gente se desahoga y expresa bailando. Danzas sociales que conectan a toda la comunidad. Danzas rituales para garantizar la protección y prosperidad de la aldea. Bodas, funerales, la propiciación y recogida de las cosechas y cualquier catarsis o problema que angustia a la sociedad, se resuelve con una danza ritual. Hay muchísimas. Cada aldea tiene las suyas.

La faraónica copia del vaticano en Yamousoukro
La faraónica copia del vaticano en Yamousoukro

EL BUEN DICTADOR

Cumpliendo escrupulosamente con el manual del dictador modélico, Houphouët-Boigny  –ya para entonces bien conocido por los banqueros suizos– decidió construir en su aldea natal, Yamousoukro, una nueva capital que estuviese a la altura de su ego.

Pero la ciudad no creció según lo esperado. El resultado es una red de anchas avenidas que discurren entre terrenos baldíos sobre los que nunca se construirá. Eso sí, hay un faraónico palacio presidencial, rodeado de un lago con 200 cocodrilos del Nilo que, en las inundaciones  de 2020, se escaparon y paseaban por las calles aterrorizando a los vecinos.

Houphouët también construyó una monstruosa copia del Vaticano que presume de ser la iglesia más grande del mundo. Nunca quiso detallar su coste en un país de enormes desigualdades. Cuando murió,  en 1993, legó su inmensa fortuna al estado de Costa de Marfil, un testamento que sus hijos no han cesado de recurrir para recuperar al menos una parte. A quién mejor iba a dejar su herencia que a sí mismo.

Casa de fetiches senufo, en Nifoin
Casa de fetiches senufo, en Nifoin

UNA EXPLICACIÓN ALTERNATIVA AL BIG BANG

Kolotyolo, el dios creador de la etnia senufo, engendró un mundo poblado por los animales y unos seres llamados Madebele. En aquel tiempo mítico, animales y Madebele hablaban la misma lengua. Pero los Madebele deseaban el poder creador de Kolotyolo y este los castigó introduciendo a los humanos, que se apropiaron de sus métodos agrícolas y sus estructuras sociales. Los Madebele, condenados a ser invisibles por los humanos, fueron desterrados a los bosques, donde viven junto a otros espíritus de la Naturaleza. Solo las hechiceras senufo pueden tratar con ellos en sus labores de adivinación.

Nifoin con sus característicos graneros en forma de lápiz
Nifoin con sus característicos graneros en forma de lápiz

INMERSIÓN EN EL ÁFRICA PROFUNDA

Los senufo –unos tres millones de personas originarios de Mali– pertenecen la familia étnica Gur, la segunda de las cuatro que ocupan Costa de Marfil. Acercarse a su cultura es entrever un mundo alucinatorio. Una compleja mitología transmitida de padres a hijos  que aún resiste la persistente infiltración del islam.

Entre las chozas con tejados cónicos de palma de sus aldeas destaca la forma de los graneros, unos extraños cilindros que recuerdan lápices. En la aldea de Niofin puede verse una cabaña de fetiches, algo así como el centro del poder mágico del pueblo. El interior alberga máscaras, huesos humanos, brebajes y secretos a los que solo pueden acceder los iniciados. Las  paredes exteriores, que ni siquiera pueden ser tocadas por los extraños, están adornadas con relieves y pinturas mitológicas. Del exterior cuelgan plumas y cráneos de perro, un animal muy vinculado a su cultura, objeto de sacrificio en las ceremonias importantes.

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Hasta hace poco era imposible presenciar las danzas de las aldeas de Costa de Marfil. Recientemente el gobierno convenció a sus ancianos de que la mejor forma de preservar ese patrimonio es darlo a conocer a los extranjeros a cambio de un donativo. Aún no se han convertido en una actividad para turistas vacía de contenido: todo el pueblo participa y es visible la emoción colectiva que impregna las ceremonias.

SACA TUS SUCIAS MANOS DE MI PATRIA

Conocí a Rolland en el aeropuerto  donde, recién llegado a Costa de Marfil, me echó una mano. Enseguida congeniamos y quedamos para tomar un café en Abidjan. Rolland es un biólogo marfileño de buena familia que, paradójicamente, destila educación francesa a la vez que odia a ese país.

8  Un joven de la sociedad secreta gor ejecutando una danza
8 Un joven de la sociedad secreta gor ejecutando una danza

“Si fueras francés habría pasado de ti”, fue lo primero que me dijo cuando volvimos a encontrarnos. Una declaración que determinó la conversación que seguiría.

“Por fin empezamos a tener la cultura suficiente para que este país se dé cuenta de que cómo nos roban los franceses”, me dijo mientras tomábamos un café en una terraza con vistas al laberinto de lagunas que envuelve Abidjan.

“La independencia de África Occidental”, continuó, “fue un paripé. Francia se quedó con la facultad de emitir nuestra moneda, el franco CFA. Lo hacen según sus intereses y así controlan nuestra moneda. Su cotización estaba ligada franco y ahora al euro, lo que nos impide devaluarlo para favorecer nuestras exportaciones.

“Además estamos obligados a depositar la mitad de nuestra reserva financiera  en bancos franceses, otra forma de controlarnos. Francia ha dificultado la entrada de empresas que compitan con las suyas en el país. Compra nuestra producción agrícola –café y sobre todo cacao– a un precio que apenas da para vivir y la vende decenas de veces más cara en los mercados internacionales. Y luego está la corrupción…”.

“Pero los corruptos también son los gobiernos del país…”

“Los franceses se encargan de que nuestros políticos sean títeres de sus intereses. Y cuando dejan de serlo promueven una guerrilla que los derroque ¿Cómo vamos a desarrollar el país así? Ellos son los primeros interesados en que no avancemos”.

POR AQUÍ NO ANDA EL NEGRITO QUE CANTABA LA CANCIÓN DEL COLACAO

En el África rural la magia forma parte de la vida cotidiana. Cualquier suceso inesperado es interpretado como una señal de lo invisible, cualquier enfermedad como el resultado de un hechizo. Muchas muertes no se consideran naturales, sino consecuencia de la acción de los brujos, a los que se consulta continuamente.

En este extraño mundo poblado de miedo y sospechas, hombres y mujeres se inician en la pubertad siguiendo rituales mágicos que los introducen en hermandades separadas por sexos de las que ya nunca se desvincularán. Las sociedades masculinas se llaman genéricamente Poro y las femeninas Sande.

9 Cráneos de perro y dibujos mágicos en una casa de fetiches
9 Cráneos de perro y dibujos mágicos en una casa de fetiches

Aparte del Poro y el Sande, a veces hay sociedades para canalizar energías espirituales específicas, como los Kamajor de Sierra Leona, que se consideran inmunes a las balas o Wambele, exclusiva de los brujos senufo.

Cada aldea tiene su Poro y Sande, regentadas por los ancianos. Sus rituales y enseñanzas, que a veces duran años, son secretas, y por eso los colonizadores las calificaron como sociedades con ese nombre. La formación se da durante estancias en la espesura de los misteriosos bosques sagrados –cada aldea tiene el suyo– cuyo acceso está estrictamente prohibido a los extraños.

NIÑOS SOLDADOS CON MÁSCARAS DE HALLOWEEN QUE DISFRUTAN MATANDO

Las opacas hermandades africanas son omnipresentes en la vida de los pueblos. Su función es canalizar y controlar el poder del mundo de los espíritus en favor de la supervivencia de la comunidad. También enseñar a sus miembros los conocimientos y técnicas de la tradición y los valores y ética de su cultura. Son una estructura invisible pero omnipresente en la sociedad rural de África Occidental.

A su vez un peligroso mecanismo para el control social y político de los miembros por parte de sus dirigentes. Y presa fácil de la influencia de caciques y políticos rurales.

10 Los espírtus se manifiestan a través de los portadores de las máscaras
10 Los espírtus se manifiestan a través de los portadores de las máscaras

“En las guerras civiles de Costa de Marfil y sus países vecinos”, explica Daniel, nuestro guía, “los señores de la guerra secuestraban las Poro sustituyendo la iniciación tradicional de los niños por falsos rituales en los que se les empujaba a cometer  atrocidades bajo la influencia de drogas y alcohol. Cuando el crimen es poder, la carne humana es moneda”.

ESTÁN LOCOS ESTOS ROMANOS

Desde Yamousoukro hasta Korhogo, la capital de la etnia senufo, hay casi un día de viaje. A medida que avanzamos hacia el norte el verdor tropical muta hacia los tonos arcillosos de la sabana. Las columnas de tierra de los termiteros destacan entre conjuntos de arboles, ahora chaparros y espaciados. Sobre ellos, la majestad de los enormes baobabs.

Teníamos hambre de cultura senufo. Verdadera ansia. Pocos kilómetros antes de Korhogo aparecieron ante nosotros sus característicos silos con forma de lápiz en la aldea de Bema Vogo. No tuvo tiempo de parar el vehículo y ya nos acercábamos a la aldea  con la determinación de un comando de seals,  disparando nuestros móviles y cámaras en todas direcciones y apartando a nuestros compañeros que inevitablemente nos impedían hacer una foto con atmósfera. Que se vean bien la mugre y la miseria, pero que los niños sonrían.

Baobab
Baobab

Los locales alucinaban. Cuatro tíos ofreciendo caramelos y poniendo cara de bobalicón simpático mientras les disparaban desde todos los ángulos como si fuesen estrellas de Hollywood.

Nada quedó sin fotografiar. Ni una mosca. Yo subí el último al coche y en broma dije a mis compañeros: “Nos hemos dejado a uno”. A punto estuvieron de salir en tromba.

UN REY MIDAS QUE DESTRUYE CUANTO TOCA

Aquella noche, echado sobre la cama de mi el hotel mientras repasaba las fotos, pensé en el alivio de los locales de la aldea cuando por fin les dejamos en paz. “Están locos estos occidentales”, dirían, sacudiendo la cabeza.

¿Es insustancialidad? Sí. Pero también hay algo más. El impulso por registrar para uno la frágil pureza de un mundo que se acaba. Conscientes de que quienes lo tocamos somos los mismos que lo destruimos. La contradicción del viajero occidental.

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CÓMO ME GUSTAN LAS PELIS DE GUERRA

Tras la muerte de Houphouët, el padre de la patria, en 1993, el país entró en una espiral de inestabilidad motivada por una crisis económica. La enorme tasa de inmigración –una cuarta parta de la población eran extranjeros–  llevó a algunos políticos  a superponer los derechos políticos y económicos de los marfileños sobre el resto. Una fatal torpeza que  desembocó en el delirio de quién era de verdad marfileño.

Los primeros en sufrir la discriminación fueron los inmigrantes. Además, los marfileños del sur –mayoritariamente cristianos– consideraban a los del norte –principalmente musulmanes–  de segunda categoría. El enfrentamiento dividió al país en dos territorios. Siguieron unas elecciones con resultados denunciados por una de las facciones  y dos guerras civiles intercaladas por múltiples episodios de violencia entre 2002 a 2010.

Hechiceras en las rocas de Shienleo, en la del fondo plumas de gallinas sacrificadas
Hechiceras en las rocas de Shienleo, en la del fondo plumas de gallinas sacrificadas

“Fue terrible”, explica Daniel, nuestro guía. “Un millón de desplazados internos y decenas de miles huidos al extranjero. Nosotros vivíamos en Abidjan, escenario de los combates entre los dos ejércitos. Cuando las granadas caían cerca de casa, nos metíamos debajo de la cama.

“¿Papá, vamos a morir?, me preguntaban mis hijos”.

No fue hasta 2010 que el país recuperó su estabilidad e inició un período de crecimiento continuado hasta hoy.

LA HECHICERA QUE ADIVINABA LO QUE COMERÍA ESE DÍA CUANDO LLEGABA UN CLIENTE

Korhogo, a un tiro de piedra de las fronteras de Mali y Burkina Faso, es una ciudad polvorienta y viva, con amplias avenidas flanqueadas por un entramado de tenderetes hechos de tablas y toldos. Las motos dominan el tráfico, y al borde de la carretera pequeños puestos ofrecen botellas de cerveza rellenas de gasolina como repostaje.

A unos pocos kilómetros se encuentra el paraje de aspecto extraterrestre de Shienleo, un lugar de atmósfera opresiva, dedicado a la adivinación. Bajo unas rocas redondas como enormes cráneos, las hechiceras esperan a los clientes rodeadas de sus fetiches. Hay que presentarse con una gallina u otro animal para que la bruja lo sacrifique a los espíritus (y ella se la coma después) mientras restriega la víctima agonizante contra la pared sagrada de la roca, cubierta de sangre y plumas.

Tras una poco convincente sesión de adivinación, el vehículo nos transporta a través de pistas de laterita roja hasta Waraniene, un pueblo de tejedores en el que miembros del Poro van a ejecutar una danza llamada Boloye.

 

Un miembro de poro realiza la danza dela pantera
Un miembro de poro realiza la danza dela pantera

LA DANZA DE LA PANTERA

Todo el pueblo se ha reunido para el acto. Los músicos utilizan unas enormes calabazas llamadas bologues que producen una percusión trepidante. Cinco personas ocultas bajo una tela que simula la piel del leopardo van saliendo a bailar al ritmo de la música, mientras compiten entre ellos en saltos mortales y acrobacias. El espectáculo corta la respiración.

“Es una demostración de fuerza y control mental que se exige en el Poro para pasar de grado”, explica Daniel. Y continúa, “Entre los senufo la formación del Poro abarca 21 años divididos en tres períodos de 7. Los hombres se recluyen por temporadas en los bosques sagrados para recibir la herencia cultural de la etnia: tradiciones, plantas medicinales, técnicas agrícolas y predatorias, rituales y máscaras y relación con los espíritus. También los valores de comportamiento social y familiar que hacen un hombre íntegro. Los que la finalizan son considerados sabios”.

Típica ciudad marfileña con mezquita al fondo
Típica ciudad marfileña con mezquita al fondo

LA DECADENCIA DE OCCIDENTE LLEGA A ÁFRICA

“Estados Unidos dejó a Francia como gendarme de sus antiguas colonias para que preservase los intereses occidentales en ellas. Pero ese orden se está acabando”, me dijo Rolland durante mi primera tarde en Adbidjan, en un paseo posterior al café.

“Malí, Burkina-Fasso y Níger se han plantado frente a los abusos de Francia expulsando a las tropas francesas”, continuó. “Y le seguirán otros países”.

“Sí, pero han derrocado gobiernos legítimos. Son militares golpistas”

“Es la única manera. Si no es así, Occidente siempre acaba colocando a sus títeres en el poder”.

“No funcionará. Una dictadura no permite la necesaria libertad de prensa que impida los abusos”.

“Libertad. A los europeos se os pone la carne de gallina cuando oís esa palabra. La libertad es para que los poderosos puedan actuar impunemente expoliando a los débiles. Lo que necesitamos ahora es justicia.

“No la vais a tener sustituyendo el apoyo francés por las milicias rusas de Wagner…”.

“A Occidente le asusta perder el control de África. Pero los rusos y los chinos no nos expolian. Nos dan un trato más justo. Y tampoco nos exigen comportarnos con unos valores que Occidente solo tiene para sus ciudadanos pero no para el resto. Con el apoyo ruso se está reduciendo el control yihaidista del Sahel mucho mejor que con los franceses”.

“Las ONG dicen que lo único que están haciendo es masacrar pueblos, violar y robar a inocentes”.

“No hagas mucho caso de las noticias filtradas de Occidente”.

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UN CARRUSEL DE DECRÉPITOS CABALLOS

Aparte de los occidentales ¿quién quiere la libertad individual y los derechos humanos? No forman parte de los valores de Asia y África. A sus sociedades, estructuradas en torno a tradición y religión, las ideas de libertad y justicia social les suenan a sermón hipócrita. Lo que de verdad esas gentes quieren es vivir mejor. No es nuestro modelo social, sino el consumo y el lujo lo que envidian en nosotros.

Ahora que todo cambia otra vez y el planeta se tiñe de los valores de la derecha, el mundo me parece un carrusel de viejos, antiquísimos caballos. Algunos nos parecen hermosos, otras los odiamos. Suben y bajan para volver a subir. Desaparecen de nuestra vista para retornar por el otro lado. Como si fuesen nuevos.

Ratones para comer
Ratones para comer

RATONES COCIDOS DE MENÚ, INSECTOS TOSTADOS DE APERITIVO Y RANAS SECAS PARA POSTRE

Viajamos ahora hacia el oeste hasta Odienne, próxima a la frontera con Guinea Conakry. Por el camino, más danzas senufo, mercados multicolores y muchas mezquitas. También  una visita a un poblado fulani o peul, antiguos nómadas sedentarizados que vienen de Mali.

La ruta continúa hacia el sur, paralela a la frontera guineana, hasta llegar a la ciudad de Man. Hemos entrado en el país de los Dan, también conocidos como Yakouba, pertenecientes a la gran etnia Mande. Los Dan son polígamos y creen en la reencarnación. Hasta hace poco los hombres no tenían casa porque alternaban su vida viviendo en las cabañas de sus mujeres.

Una máscara Yakouka de tres metros
Una máscara Yakouka de tres metros

Pistas de arcilla roja que contrasta con el verde lujuriante de la selva conducen a la aldea Dan de Godufu, un par de docenas de cabañas techadas de palma en un claro entre altísimos árboles. Es mediodía y la comida se cocina sobre fuegos de leña en el exterior. La inmensa mayoría de Costa de Marfil vive de la agricultura. Para las proteínas animales, aquí no hay complejos: he visto en los mercados ranas secas, caracoles gigantes o insectos tostados. Una mujer me muestra lo que hierve en su olla: unos ratoncillos sin pelar. Eso sí, los ha destripado antes.

UNA DANZA ALUCINANTE

El mandamás de la aldea de Godufu, algo borracho, nos recibe y nos sienta a la sombra mientras las mujeres se congregan y empiezan a repetir una letanía hipnótica bajo el ritmo de los tambores.

Daniel, el guía, me explica que las mujeres jóvenes cantan las alegrías y penas del matrimonio, respondidas por las viejas madres. Luego se elige a la mujer que mejor danza del pueblo, que rodea el escenario exhibiendo su habilidad.

Tras una danza de los jóvenes recién iniciados en Gor, la sociedad secreta Dan, llega el turno de los espíritus. Una extraña máscara aparece en escena. Es negra y tiene el aspecto de un pájaro siniestro. Pero sus ojos como rendijas apuntan a la tradición Dan de representar así la fertilidad.

Máscara Yakouka
Máscara Yakouka

Las mujeres, ya casi en trance, no dejan de cantar su melodía. Los tambores aceleran el ritmo. La ceremonia desemboca en su clímax con la aparición de una imponente figura enmascarada de tres metros de altura. La soporta un hombre sobre zancos que empieza a hacer acrobacias increíbles, como correspondería a alguien poseído por energías sobrehumanas. Unos ayudantes la vigilan para sostenerle si cae.

Termina la danza y todo el pueblo, en un estado de exaltación, nos despide. Desconozco el profundo significado de lo que he visto. Solo sé que me ha conmocionado.

ENTRE ATENAS Y EL ÁFRICA NEGRA

En el continente humano no hay fronteras. Lo que puede parecer distinto forma parte de la misma sustancia. Las máscaras africanas capturan la energía de un espíritu o de un antepasado, y quien las porta pierde su identidad para convertirse en lo que la máscara representa. Algo tiene que ver con nuestro concepto de teatro. Mucho más con las máscaras y el teatro de la antigua Grecia, de donde viene nuestra cultura.

El primer teatro griego es una catarsis colectiva en el que toda la comunidad participa bebiendo, cantando y bailando hasta el trance para honrar a Dionisos, el dios que trae la fertilidad agrícola. Nada en esencia diferente de las ceremonias africanas, con sus máscaras y danzas extáticas.

Hombre Yakuba en su aldea
Hombre Yakuba en su aldea

EVITE TODO CONTACTO ÍNTIMO CON HOMBRES LEOPARDO

Llegar al Parque Natural de Tai en la frontera con Liberia, 3.500km2 de una de las últimas selvas primarias de África, resulta laborioso. En Guiglo es necesario dejar la furgoneta y recurrir a un todo terreno para alcanzar Tai, en las puertas del parque. Son 3 horas de bamboleo cruzando remotas aldeas polvorientas. Lo más parecido a la imagen que uno guarda de Macondo.

Desde Tai son necesarios 9kms de marcha por una senda en medio de la selva, bajo un calor aplastante. Al llegar al campamento me quito las botas de goma con la que es preceptivo caminar y cae de ellas un buen chorro de sudor. Apenas vemos unos monos y algunos pájaros. Pero las arañas que salen al atardecer asustarían a los centollos.

Fue esa noche, sentados bajo una carpa tras la cena, cuando la conversación derivó hacia las sociedades secretas. Y la más famosa y terrible: los hombres leopardo y sus imitadores los hombres cocodrilo.

Los primeros creían que podían transformarse en leopardos. Bebían una droga mezclada con grasa humana y actuaban como tales, matando gente con unas garras de acero que simulaban un ataque de la fiera. Como esta, destripaban y a veces desmembraban a sus víctimas, utilizando los despojos de los muertos para rituales caníbales y hechizos destinados a proteger a la tribu y apaciguar a los espíritus.

“Se cree que la sociedad de los hombres leopardo aparece en el siglo XIX en Sierra Leona y de allí se extiende por los países limítrofes, incluido Costa de Marfil”, explica Daniel. “Se les han atribuido en torno a 1.000 asesinatos entre 1850 y 1950. Los miembros eran cuidadosamente seleccionados y debían asesinar a un familiar próximo como parte de su iniciación. Inevitablemente acabaron utilizados como sicarios por brujos y hombres poderosos para librarse de sus enemigos”.

Paisaje del oeste del país
Paisaje del oeste del país

A pesar de la persecución de las autoridades coloniales, esta sociedad aún persiste en Costa de Marfil y sus vecinos. Ya son inofensivos –aseguran–. Pero los rumores sobre gente desaparecida y las leyendas no les abandonan. La vieja África en estado puro. Mejor no acercarse mucho.

JO, QUÉ DECEPCIÓN. EL MUNDO NO ERA UN LUGAR DIVERTIDO

Desde la selva volvemos a la costa. Playas de mar esmeralda, arena blanca y cocoteros de troncos erráticos. Pero veo más tristeza aquí. Y más frustración. Los brillantes rascacielos del distrito financiero de Abidjan, la verdadera capital económica de África Occidental, coexisten con barriadas enteras convertidas en escombros. No fue un terremoto. Seguramente eran ilegales, pero se demolieron para expulsar la mugre y la pobreza de la capital ¿Sus ocupantes? Que se busquen la vida.

La miseria –pero no el hambre– convive indecentemente con la opulencia. Y el desarrollismo tecnológico occidental con un mundo ancestral de espíritus y hechizos. Conciliar armónicamente tantos extremos parece imposible.

22 La solo en apariencia idílica costa
22 La solo en apariencia idílica costa

Ojalá acaben algún día los abusos del poder económico que domina el mundo  –también el nuestro– y se ceba en los más pobres. Pero que los abusos extranjeros no sirvan como excusa para eludir la responsabilidad por las propias carencias. Más que los países son las personas quienes los perpetran. La codicia no tiene patria.

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