sábado. 20.04.2024

DILUVIOS Y BORRACHERAS

Que la bodega más antigua del mundo haya sido encontrada en Armenia no parece fruto del azar. Cuenta el Génesis cómo tras el Diluvio, Noé bajó del arca, varada sobre el monte Ararat  –hoy entre Armenia y Turquía–  y plantó una viña, con cuyo fruto se emborrachó, adquiriendo así la condición de descubridor del vino y patrono de bebedores en la tradición judeocristiana.

Es ya sabido que la Biblia hace suyos relatos míticos de la antigua Persia y Mesopotamia. Entre otras razones, porque a ese mismo diluvio también había sobrevivido el sumerio Ziusudra construyéndose un barco para animales y parientes. Solo que la historia de Ziusudra, recogida en el poema de Gilgamesh, es varios milenios anterior.

En cualquier caso, parece mucha casualidad que la leyenda que vincula el origen del vino con estas tierras sea solo un delirio de borrachos.

DETALLE DE ESTELA ARMENIA CON HOMBRES FABRICANDO Y BEBIENDO VINO. Foto O.L.

ANHELOS ROTOS

El símbolo de Armenia, su icono sagrado, es el monte Ararat, y como tal figura en su emblema  y  bandera. Pero por los sarcasmos de la Historia, hoy queda justo al otro lado de su frontera con Turquía, su secular enemiga, que le arrebató la montaña y la mayor parte de sus territorios históricos. Desde allí, los 5.137 metros de la nevada mole del Ararat iluminan el oeste del paisaje armenio. Los armenios, que lo añoran, pueden verlo, pero no pisarlo ni tocarlo. Nada ejemplifica mejor los anhelos rotos de este pueblo.

IGLESIAS Y VIÑAS

Armenia es una tierra tan áspera como el destino de sus habitantes. Un pequeño país, pobre y sembrado de resecos macizos volcánicos, entre cuyos valles se esconden pueblos de montaña rodeados de verdor.

Estamos en Asia, pero hasta aquí llega –y finaliza abruptamente– la cultura europea. Las rutas comerciales que unían los dos extremos de Eurasia pasaban por estas tierras, dejando un reguero de riqueza. También pasaron, a sangre y fuego, todas las invasiones turco-mongolas, las más conocidas, las de Atila, Gengis Khan y Tamerlán.

Entre unas y otras, Armenia hacía de punching-ball en el peligroso borde de los grandes imperios de Europa y Asia: romanos contra partos primero, bizantinos contra sasánidas luego, turcos otomanos contra persas safávidas después, y los zares rusos contra ambos al final. En el siglo XX, bajo el yugo otomano los armenios sufrieron un genocidio seguido de su inevitable diáspora. Para terminar, llegaron los soviéticos.

Siempre invadidos por poderosos enemigos, Armenia necesitaba unas señas de identidad que le diese la fuerza moral para no diluirse como pueblo. Lo consiguieron apoyándose en la viticultura y el cristianismo, que tienen bastante en común. El primer reino en adoptar la nueva religión, incluso antes que Roma, fue Armenia. Era el año 301, y reinaba Tiridates. Desde entonces, el país está literalmente cubierto de iglesias y monasterios. También de viñas.

EL MONASTERIO DE KHOR VIRAP CON EL ARARAT AL FONDO. Foto O.L.
EL MONASTERIO DE KHOR VIRAP CON EL ARARAT AL FONDO. Foto O.L.

LA PRIMERA BODEGA

Areni, no lejos del Ararat, es un pueblo agrícola, lleno de bodegas con carteles que ofrecen visitas guiadas a los turistas. En sus proximidades se encuentra el cañón del río Amaghu, que conduce al conjunto monástico e iglesias de Noravank, quizá la más graciosa muestra de la ya de por sí original arquitectura armenia, con su torres de tambor rematadas por tejados cónicos, y otros elementos a los que el románico europeo –no se sabe bien por qué camino– debe algunas influencias.

En la entrada del cañón hay una gran cueva llamada Areni-1, en cuya boca un equipo armenio-irlandés de arqueólogos encontró en 2007 un yacimiento con multitud de capas, las más importantes entre la Edad del Cobre y la Edad Media. En el interior descubrieron en 2011 un espacio ceremonial en el que, junto a unos cráneos empleados en rituales, había un conjunto de recipientes de barro que contuvieron vino hace unos 6.500 años. La primera bodega.

INTERIOR DE ARENI-1 CON LA BODEGA A LA DERECHA. Foto O.L.
INTERIOR DE ARENI-1 CON LA BODEGA A LA DERECHA. Foto O.L.

DOLOROSA SONRISA

En Armenia viven 3 millones escasos de habitantes. Unos 9 millones más están repartidos por el mundo. Entonces ¿Dónde está realmente situada Armenia? Podría decirse que el verdadero país es su diáspora, acumulada durante siglos de invasiones, y multiplicada con el genocidio perpetrado por los turcos entre 1915 y 1923, que se llevó un millón y medio de vidas. Como los judíos, los armenios tienen algo de pueblo maldito.

La canción de los pueblos tristes es alegre, y la de los alegres, triste, decía Pessoa. Los bulevares y terrazas de Ereván, la capital armenia, se inundan por las tardes de gente ansiosa por disfrutar de la vida. Algo tendrá que ver que aquí todos recuerdan mutilaciones y exilios desesperados en el árbol genealógico de sus familias. Pero también hay una dulce aceptación, una amable y casi dolorosa sonrisa. Una mezcla de humildad y orgullo herido. La sensibilidad a flor de piel de los pueblos que han sufrido por encima de sus límites.

NADA DE CRISTAL, EL VINO SE BEBE EN CUERNO

Artur Petrosyan, el director de la Fundación creada para la excavación, difusión y gestión turística del patrimonio encontrado en Areni-1, es un arqueólogo formado en Italia que habla con el entusiasmo de quien ha experimentado en persona las emociones vividas durante el descubrimiento.

“No nos lo esperábamos. Fue al encontrar pajas de junco, para beber, en uno de los karases (recipientes de barro para envejecer el vino, aún empleados en el país) lo que nos hizo comprender que se trataba de una bodega. Y fue porque esos mismos tubos los había mencionado Jenofonte en el siglo V AC, describiendo las bodegas armenias. Al vino que contuvieron los karases se añadió jugo de espino, de granada o resinas. El espacio interior de la cueva está habilitado para los procesos de la vinificación,  y también aparecieron útiles, restos triturados de hollejos, semillas, recipientes para beber y una hermosa copa hecha de cuerno y madera”.

GEOPOLÍTICA PARDA

Visité Sisian, en el sur de Armenia, en 2022, aún calientes los cañones tras la última crisis con Azerbayán. Pregunté a la mujer que regentaba mi guesthouse por la situación de Ngorno-Karabaj. En principio rehusó responder, pero inesperadamente se volvió con los ojos húmedos:

“Los azeríes quieren echarnos de nuestra tierra”, me dijo.

Así fue como supe que, si Ngorno-Karabaj es un enclave de etnia armenia incrustado en Azerbaiyán, Najichevan es una región azerí separada del resto de Azerbaiyán porque se interpone el sur de Armenia. Azerbaiyán exige a Armenia que le ceda un corredor de territorio para unificar el país, y amenaza con apropiárselo si no lo hace. Los armenios, que ya perdieron más de dos tercios de la Armenia histórica a favor de Turquía en 1921,  temen introducir un caballo de Troya en su territorio. De modo que, a fecha de hoy el acceso armenio a Karabaj está tan bloqueado por Azerbaiyán como el acceso azerí a Najichevan por Armenia, aunque éste puede realizarse a través de Irán.

PLAZA DE LA LIBERTAD EN EREVAN. Foto O.L.
PLAZA DE LA LIBERTAD EN EREVAN. Foto O.L.

DESTINOS QUE CARGA EL DIABLO

La etnia armenia ha coexistido con la turca aquí durante siglos, alternando períodos de paz y otros de persecuciones tanto de unos como de otros.

A día de hoy, Azerbaiyán es una potencia en yacimientos de gas y petróleo, con la que nadie –Europa ha contratado recientemente importantes suministros de gas– quiere enemistarse. Y su etnia turca les une fuertemente con Turquía, una potencia militar con afanes de gendarme local, que les proporcionó la victoria en la guerra contra Armenia de 2020. Diversas entidades han comunicado cómo en Najichevan se está realizando una destrucción sistemática de iglesias y otros elementos patrimoniales armenios, como hasta hace pocos años sucedió en Turquía.

Hay destinos que parece que los carga el diablo.

MEMORIAL DEL GENOCIDIO ARMENIO EN EREVAN. Foto O.L.
MEMORIAL DEL GENOCIDIO ARMENIO EN EREVAN. Foto O.L.

NO ES EL PERRO EL MEJOR AMIGO DEL HOMBRE

“Esto es mucho más que una bodega”, me explicaba Artur durante la visita al interior de la cueva Areni-1. “Durante mil años, aquí se oficiaban rituales de muerte y renacimiento en relación con la fertilidad y los ciclos naturales. El vino era la sangre de la tierra, y concentraba el poder de aquella para revitalizar y resucitar al dios solar que moría todos los otoños. El vino también conectaba el mundo de los humanos con el de los dioses y los muertos, que podían comunicarse a través de él”.

Sus palabras me hicieron comprender cómo, bajo la capa cristiana de nuestra leyenda medieval del Santo Grial late, en el fondo, el mismo mito. “Luego, a partir de la Edad de Hierro”, continuó Artur, “el vino se convirtió en un ingrediente cotidiano en comidas y fiestas. Y también en un motor de intercambio cultural y económico. Pero los rituales asociados a su consumo nunca desaparecieron del todo”.

Y así es. Hasta para los descreídos occidentales, el vino  aún conserva  su magia. Lo utilizamos para alcanzar conexión con los demás a la que la razón no llega. Y el brindis no deja de ser un ritual supersticioso para que nuestros deseos se hagan realidad.

ZONA BALNEARIA EN EL LAGO SEVAN. Foto O.L.
ZONA BALNEARIA EN EL LAGO SEVAN. Foto O.L.

ZOOTABERNAS GALÁCTICAS

Una a una, la Ciencia nos va arrancando esas prerrogativas de exclusividad con las que los humanos intentamos diferenciarnos del reino animal. El gusto por las bebidas alcohólicas ya no nos pertenece. Tampoco la afición a las drogas.

En su libro Animales que se drogan, Giorgio Samorini nos habla de rumiantes que buscan desesperadamente leguminosas alucinógenas para colocarse, manadas de elefantes deambulando borrachos por el consumo de ciertos frutos en fermentación o insectos drogadictos, entre otras muchas especies.  Samorini describe cómo, bajo ciertos frutales de Asia, monos, orangutanes, murciélagos y hasta algún tigre se alejan tambaleándose a medida que van ingiriendo los frutos fermentados.

Quién nos lo iba a decir. Ya ni en los vicios podemos los humanos ser diferentes

LAS RESECAS MONTAÑAS Y LOS VERDES VALLES DE ARMENIA. Foto O.L.
LAS RESECAS MONTAÑAS Y LOS VERDES VALLES DE ARMENIA. Foto O.L.

PERO ¿QUIÉN INVENTÓ EL VINO?

“Encontramos la bodega más antigua, pero nadie sabe dónde surgió el vino por primera vez”, responde Artur a mi pregunta sobre los inventores de la vinificación. “Se acepta que sucedió en algún lugar –o quizá varios– entre el sur del Cáucaso, la meseta iraní y Anatolia. En Hajji Firuz Tepe, Irán, un recipiente de una vivienda neolítica con 8.000 años pudo haber contenido vino. Incluso algunos proponen que en el Paleolítico, gracias al hongo botrytis cinerea ya se podían ingerir uvas fermentadas sin contar aún con recipientes de vinificación ¿Qué quién inventó el vino? Solo puedo decirte que Areni-1 es la primera bodega… a fecha de hoy”.

EL ZAPATO DE CENICIENTA

Cenicienta calzaba un 37. Y vivió hace algo más 5.300 años. Su zapato derecho, encontrado en 2008, no es de cristal, sino de cuero, con un original sistema de cierre frontal por cordones y lo que parece una plantilla de paja. El zapato –el más antiguo encontrado hasta ahora– apareció también en la cueva de Areni-1, pero en un yacimiento ubicado en el exterior de la cavidad. El hallazgo es una de las joyas de la corona del Museo de Historia de Armenia, en Ereván, donde se exhibe. Aunque varios arqueólogos sostienen que, dada la complexión humana de la época, Cenicienta podría ser un hombre.

EL FAMOSO ZAPATO DE ARENI-1. Foto O.L.
EL FAMOSO ZAPATO DE ARENI-1. Foto O.L.

¿NOSTALGIA DEL MAR? NO, NOSTALGIA DE TRES MARES

Hoy, Armenia no tiene salida al mar. Pero no se echa en falta el mar en Sevan, uno de los mayores lagos de altura del planeta, situado a 2.000 m. El intenso cielo azul de alta montaña espejea sobre las aguas, y desde aquí el mundo parece brillante y limpio. Las playas del lago están cubiertas de cabañas, casas de madera y palacetes de familias locales y veraneantes rusos. Junto a ellas se encuentra el cementerio de Noratus, un conjunto monumental formado por casi 800 khachkar, –una especie de estelas profusamente decoradas–, los más antiguos del siglo X.

Armenia tuvo también su Edad de Oro. Parecen referirse a ella los acadios en el 2300 AC con el nombre de Armani. En el siglo IX AC, floreció aquí una interesante cultura llamada Urartu. Siglos después, los armenios lucharon –y perdieron– contra Roma y, en su máxima expansión, el reino tenía salida a los mares Mediterráneo, Negro y Caspio.

CEMENTERIO DE NORATUS CON MAS DE 900 KHACHKARS. Foto O.L.
CEMENTERIO DE NORATUS CON MAS DE 900 KHACHKARS. Foto O.L.

NO HAY NADA COMO LA EXPERIENCIA

El objetivo de la Fundación que explota Areni-1 a través de una concesión del gobierno, es crear un parque arqueológico y a la vez un centro para que los visitantes experimenten in situ la historia del vino. “Pero también que lo saboreen, en sus formas antiguas y modernas, en un todo vinculado con la tradición del país”, explica Artur, al finalizar la visita. Y añade: “Aquí, de forma natural, crece la variedad salvaje de uva, con individuos macho y hembra, que posteriormente se domesticó convirtiéndola en hermafrodita. El vino de la bodega de Areni-1 ya pertenecía a esta última. Nosotros hemos hecho una prueba de vinificación con la variedad salvaje, y no ha quedado mal ¿Quieres probarlo?”.

CUATRO KHACHKARS EN NORATUS. Foto O.L.
CUATRO KHACHKARS EN NORATUS. Foto O.L.

Le respondo que me encantará hacerlo. Y también brindar por Armenia. Solo echo de menos no beberlo en uno de aquellos hermosos recipientes de cuerno.

Armenia y el vino, un amor antiguo
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