viernes. 19.04.2024

La clave de toda batalla no es ser el que más poder tiene, si no el que más esfuerzo demuestra. Este ha sido el arma que los sanitarios han utilizado en los últimos meses para vencer al COVID-19 y, aunque pudieron ver la influencia del nuevo coronavirus en los ciudadanos chinos, nadie podía llegar a imaginar que la enfermedad colapsaría los grandes hospitales de España. Millones de personas tendrían que parar su vida para que la sociedad se diese cuenta del verdadero valor del personal sanitario.

El 29 de febrero se detectó el primer caso de COVID-19 en Cantabria. Desde entonces, los servicios sanitarios comenzaron a establecer su plan de defensa para contener la enfermedad. Lucía Mazario (Santander, 1986) ha sido una de las muchas personas que han luchado en la región contra la enfermedad infecciosa que ha dejado más de 28.000 muertos en España, de las que 211 fallecieron en la comunidad.

En el año 2008 se licenció en Enfermería por la Universidad de León y desde entonces se ha interesado por el sector de las Emergencias, completando su formación con un Máster en Urgencias y Críticos. Además de haber trabajado en diferentes hospitales en Inglaterra, Barcelona y Menorca, ha dado la vuelta al mundo en seis meses y estuvo en una campaña de Cooperación en la Amazonía Ecuatoriana cinco semanas con un grupo de sanitarios visitando a personas amparadas por el Gobierno ecuatoriano con una ONG de sanitarios en España.

El personal sanitario tenía una visión completa de todo lo que sucedía en la sala | Foto: Cristina Sánchez El personal sanitario tenía una visión completa de todo lo que sucedía en la sala | Foto: Cristina Sánchez

SITUACIÓN DE LA UCI

Mazario explica que “en el Hospital de Valdecilla los servicios especiales son Urgencias, Radioterapia o Hemodiálisis, UCI y Quirófano. Eso significa que son servicios en los que no te pueden llamar porque son bolsas especializadas. Tienes que tener tres meses de experiencia demostrable para poder participar en estos servicios”. Además, relata que cuando comenzó la crisis sanitaria se hizo “una recopilación” de gente que sabía de UCI y no estaba trabajando en ese momento en esa Unidad. En su caso, se presentó ante su supervisora y se declaró voluntaria para entrar a una de las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) que Valdecilla estaba preparando. “Vi la situación y le dije que me sacase. Sabía que podía hacer un buen papel porque tenía buena experiencia”, comenta Mazario.

“Allí no oyes, porque tienes un buzo, y tampoco te oyen, porque vas con dos mascarillas y una pantalla”

“El caso de mi UCI, que fue una de las primeras que se hizo, era una UCI COVID-19 de 18 camas que se montó antes del Estado de Alarma”, explica. La sala tenía diecicocho pacientes y no había protocolos, por lo que el equipo que trabajaba allí tuvo que inventarse un reglamento en el que tuvieron que “hacer una zona sucia y otra limpia para aislar a los pacientes de la enfermedad”.

La enfermera explica que “allí no oyes, porque tienes un buzo, y tampoco te oyen, porque vas con dos mascarillas y una pantalla. Tenía que gritar porque no nos oíamos y era agotador. Tuvimos que organizarlo todo bien.” Por ello, y con esta división, el personal sanitario que conformaba el equipo tuvo que diseñar métodos para comunicarse con aquellos que estaban en la zona limpia, por lo que recurrieron a walkie-talkies. Desde esta zona, y a través de una ventana, los trabajadores podían ver los datos de los pacientes, ya que tenían una visión panorámica de todo lo que sucedía en la sala.

Por lo general, el ratio de UCI es un enfermero para dos pacientes y están todo el turno con ellos. En esta nueva situación fue todo muy diferente. “Nosotros entrábamos en turnos de cuatro horas en tríos”, comenta Lucía. “Hablábamos mucho de medicina de guerra, que es atender a lo básico, íbamos enchufando medicación y estabilizando a los pacientes. Teníamos que estar pendientes a todo”.

Todos aprendieron de todos, fue una docencia conjunta, pero lo más relevante es que como profesionales han tenido que aprender a priorizar. La enfermera recalca que “ha sido muy de piña, de trabajo en equipo”, y señala que quizás esa ha sido la clave para vencer la curva de la pandemia en el Hospital. “Hemos sido un equipo humano que ha luchado contra una enfermedad desconocida”, señala emocionada.

Lucía Mazario se prepara para entrar a la “zona sucia” | Foto: Cristina Sánchez Lucía Mazario, con todo el equipo necesario para atender a pacientes COVID en la UCI | Foto: Cristina Sánchez

MATERIAL SANITARIO

Cada día que pasaba, la sociedad iba conociendo poco a poco al COVID-19. Luchar contra esta enfermedad ha sido, y sigue siendo, una tarea muy difícil. Ahora conocemos un poco más al virus que ha paralizado el mundo y ha destruido la vida de miles de persona. Pero para ir ganando las diferentes batallas, el personal sanitario ha necesitado equiparse con un material específico.

“Sé que se usó mucho del material que se compró para el ébola”

Lucía comenta que “en ningún momento” les faltó material sanitario. “Sé que se usó mucho del material que se compró para el ébola”, añade, recordando que Valdecilla fue uno de los centros que se preparó en 2014 por si la enfermedad se expandía por el país.

Desde Quirófano, además, como se redujo el ritmo de las intervenciones, el personal confeccionó material sanitario para que nunca faltase nada en primera línea. Además, el presidente de Cantabria, Miguel Ángel Revilla, también realizó sus aportaciones.

Sin embargo, Mazario destaca que, a principios de abril, cuando España estaba llegando al pico de la pandemia, en Valdecilla se extendió el caos y la irresponsabilidad entre el personal sanitario puesto que “tuvieron que restringir las mascarillas en el Hospital porque hubo gente que se las llevaba”.

ACTUACIÓN DE VALDECILLA

El Hospital de Valdecilla comenzó a prepararse para la llegada del nuevo coronavirus antes de la declaración del Estado de Alarma el 14 de marzo. Los ascensores y las plantas del hospital cántabro comenzaron a dividirse para acoger a aquellas personas que mostrasen “síntomas” que pudiesen asemejarse al coronavirus.

“No puede ser que porque todo el mundo tenga miedo del coronavirus los veteranos se queden en segunda línea”

Al hablar de la gestión del hospital, Mazario comenta que “a grandes rasgos ha actuado muy bien, pero esto hay que matizarlo. Yo estoy contenta con ser trabajadora del Hospital de Valdecilla durante la pandemia y con la gestión que han hecho.”

El Hospital Universitario Marqués de Valdecilla ha sido una ventaja en Cantabria ya que su estructura ha permitido la segmentación en dos zonas, la zona Covid y la no Covid. Su virtud principal es que es un hospital que, al contrario que muchos otros, está construido a lo ancho y no a lo alto. Lucía recalca que “aquí antes la gente se quejaba de los pasillos, decían que había que andar demasiado, y lo criticaban mucho, pero ha acabado siendo una ventaja absoluta para seccionarlo, para evitar la mezcla de pacientes”.

Sin embargo, explica que ella hizo un escrito dirigido a la Dirección, Subdirección y Jefatura de Servicio de Área que se llamaba “Reflexión constructiva de mi experiencia como enfermera en la UCI rea (reanimación) COVID-19”, donde hablaba de las cosas que se hicieron muy bien y de aquellas que tenían margen de mejora para siguientes ocasiones, si las hubiese.

Situación dentro de la UCI | Foto: Cristina Sánchez Situación dentro de la UCI | Foto: Cristina Sánchez

Mazario destaca sobre todo que hay que mezclar al personal. “No puede ser que porque todo el mundo tenga miedo del coronavirus los veteranos se queden en segunda línea”, señala, haciendo especial hincapié en que ella era la más mayor de la mayoría de sus turnos, teniendo tan sólo 34 años.

También reclama transparencia: ¿cómo? ¿cuándo? ¿cuántos? Ella comprende que ha sido una situación desconocida para todos, que ha habido comparaciones entre quienes estaban en primera línea y quienes no, y señala que “eso hay que gestionarlo de otra forma”.

“Mi sueldo no va acorde con mi responsabilidad, es una realidad, entonces estaría bien que por lo menos nos considerasen”

Además, destaca que “nosotros no nos vamos a hacer ricos nunca, no estamos por dinero ahí. Entonces tienen que tenernos contentos, al menos. Mi sueldo no va acorde con mi responsabilidad, es una realidad, entonces estaría bien que por lo menos nos considerasen”.

SOLIDARIDAD Y FUTURO

A principios de mayo, cuando ya casi no quedaban pacientes en la sala UCI, Lucía comenta que llegó a marearse en ocasiones por el agotamiento, al igual que muchos de sus compañeros. “Al principio, tú estás las cuatro o cinco horas allí en alerta y no te das cuenta de que estás agotada. Cuando el sistema nervioso parasimpático controlaba la situación era cuando más cansada estaba y salía el agotamiento. Los últimos días, que casi no teníamos pacientes, yo ya estaba muy mal”, señala.

“Salí de allí y rompía a llorar de emoción y frustración a partes iguales”

Vivir una experiencia tan dura como plantarle cara al COVID-19 es algo que la sociedad ha valorado desde el 14 de marzo, cuando todos comenzamos a aplaudir en los balcones a los sanitarios. El primer día que salió de Valdecilla, Lucía se emocionó al ver a miles de personas reconociendo su trabajo, pero también recuerda que muchos días “salía de allí y rompía a llorar de emoción y frustración a partes iguales” por todo aquello que no pudo hacer “perfectamente”.

Para Lucía Mazario luchar contra el coronavirus ha sido “una experiencia muy enriquecedora” en la que ha aprendido mucho y, sobre todo, se ha sentido valorada a nivel social.

Lucía Mazario atendiendo a un paciente dentro de la UCI | Foto: Cristina Sánchez Lucía Mazario atendiendo a un paciente dentro de la UCI | Foto: Cristina Sánchez

Con respecto a los actos de solidaridad, comenta que un día salió al balcón de su casa y una vecina le dijo que el aplauso iba para ella. Otro día también se encontró a un conocido con su hija que, al enseñarle las fotos vestida en la UCI, le dijo que ella “era una de los héroes a los que aplaudía cada día”. Estos actos también le han hecho crecer profesionalmente y darse cuenta de que ha vivido la experiencia más “impresionante” de su vida.

“Somos una cultura de alegría y de ver el vaso medio lleno y eso me encanta de este país, pero realmente, a día de hoy, no sabemos qué tiene el vaso”

A todos aquellos a los que están actualmente recurriendo a la irresponsabilidad social, Lucía señala que “somos una cultura de alegría y de ver el vaso medio lleno, y eso me encanta de este país, pero realmente, a día de hoy, no sabemos qué tiene el vaso. ¿Es tragedia, es precaución, es control?”.

Acabar definitivamente con el virus depende de todos, y para ello no solo hay que seguir reconociendo a los profesionales que están en primera línea, si no que también hay que ser precavido y seguir las normas.

Plantándole cara al COVID-19 en primera línea
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