martes. 23.04.2024

Si en vez de hoy, 26 del XII, el Día Internacional del Boxeo lo hubieran puesto mañana, 27 del XII, le habrían dado una trascendencia descomunal. A los lectores acaso no les conste, pero mañana cumpliría 115 años el mártir Rukeli, que, en un gitano centroeuropeo que podríamos llamar askenazi, vendría a significar algo así como "el Matorruco", el mote familiar que le pusieron de pequeño. El nombre verdadero de Rukeli era Johann Wilhelm Trollman. Nació en Hannover tal día como mañana 27 o, quizá, tal día como hoy, pues los nómadas gitanos, aunque sean alemanes, posiblemente hagan el mismo caso de las fechas como los de por aquí.

Rukeli aprendió a boxear ya de chavalín y así fortalecía su cuerpo larguirucho y delgado. El boxeo de Rukeli era bailado, heterodoxo y danzante, como después lo sería el de Mohamed Alí. El gitano sinti ganaba todos los combates, pero no como un tanque alemán, sino cimbreándose y moviéndose en el cuadrilátero como el primer danzarín de un balé oriental. Era un joven de piel aceitunada al que adoraba el público, máxime cuando en 1933 se proclamó campeón de Alemania en semipesados.

El boxeo de Rukeli era bailado, heterodoxo y danzante, como después lo sería el de Mohamed Alí​

Pero ya para entonces, la federación alemana de boxeo estaba en manos de directivos nazis, con unas ideas muy claras sobre lo que era boxeo y lo no, pero, sobre todo, de lo que era alemán y lo que no.  El estilo de Rukeli no lo era. No era lo bastante ario, sustituía la brutalidad del puñetazo por el quiebro de cintura, el golpe por el quiebro. La federación le quitó el título pese a las protestas de la afición, encandilada con el gitano. Ante las presiones populares, la federación accedió a repetir el combate, pero bajo condiciones estrictas; el gitano sinti no haría monerías en el ring, se portaría dignamente. Como un hombre, es decir, como un alemán. Rukeli accedió. Subió al ring con el pelo teñido de amarillo con yemas de huevo y la cara embadurnada de harina. ¿Querían algo más blanco y más rubio? Aguantó cinco asaltos en el centro del ring sin moverse, aguantando puñetazos  y  sin  defenderse.  La  harina  y  la  sangre  formaban  una  mezcla grotesca. Rukeli quedó para el arrastre físico y moral.

 Johann Wilhelm Trollman, Rukeli 

Le quitaron la licencia y, pasado el tiempo, le alistaron en el ejército para llevarle al frente oriental. Era 1941. Por ser miembro de una raza inferior, le esterilizaron y, llegado el momento le encerraron en el campo de exterminio de Neuengamme. Al reconocerlo, le obligaron a boxear con los kapos del campo para  diversión  general, pero  bien  entendido  que  tenía  que  dejarse  ganar siempre. Un día no se dejó. El kapo de turno le tenía demasiado asqueado y Rukeli le ganó. El kapo vencido se levantó del suelo, cogió una estaca gorda y con ella le abrió la cabeza al gitano sinti. Hay en Berlín un ring semihundido, memorial en honor de Rukeli. En el día mundial del boxeo merece un recuerdo.

Rukeli, un campeón gitano en la Alemania nazi
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