viernes. 26.04.2024

Nadar a contracorriente no es una asignatura pendiente para Javier Hernández Aguiran, pues lo ha hecho desde niño, sin saber que ese iba a ser uno de sus grandes retos de mayor. Para este periodista, nadador paralímpico, director deportivo y entrenador, el suelo y el cielo están prácticamente alineados, pues pocos son los sueños que no consiga alcanzarlos y hacerlos hazañas de la tierra. Entre ellos, el Diploma en los Juegos Paralímpicos de Londres, donde, con 33 años, y sin haber entrenado nunca antes de los 30, consiguió llegar a una final Paralímpica en los 50 metros espalda en categoría S3. Ahora, da conferencias por España y Latinoamérica gracias a las que han recibido un doctorado honoris causa en México o presentado los premios Reina Letizia sobre discapacidad. Una constante carrera de obstáculos que ha sabido saltar con éxito con dos aliados olímpicos, los pies, que han sido también sus manos durante toda su vida, una vida con historia propia que se ha convertido en una historia de vida.

Sus manos fueron sus pies, ¿le fue difícil desarrollar esa habilidad?

Es una incomodidad porque por más que tú desarrolles ciertas habilidades el mundo está diseñado para tener brazos y no le van a cambiar el diseño al mundo, ni la gente va a empezar a hacer cosas con los pies para que el mundo termine cambiando de diseño. Tienes que estar permanentemente adaptándote a escenarios y situaciones, que de cara a la vida sirve porque cada vez que hay un inconveniente, tienes esa cierta escuela para encontrarle la solución al problema. En cuanto a las habilidades en sí mismas, no es una suerte nacer sin brazos. Yo si volviera a nacer me gustaría tener dos brazos y dos piernas iguales, no considero que sea una suerte el nacer con una discapacidad para que se te forje el carácter o la personalidad de una determinada manera. Dentro de todo esto sí que hay una ventaja entre ya nacer sin brazos o perderlos a lo largo de tu vida, porque no tengo referencias, yo aprendí de pequeño. Y a partir de ahí fue un aprendizaje totalmente natural. 

10Javier Hernández escribiendo con los pies | Foto: Alfonso Reyes

Me sirvió para socializarme, para demostrarme que era capaz de hacer cosas, demostrárselo a los demás y convivir con la derrota

Es periodista deportivo, nadador paralímpico, tiene el título de entrenador y director deportivo. El deporte siempre ha ido de su mano, ¿qué lugar ocupa en su vida?

Mi vida siempre ha estado gravitando en torno al deporte. Casi toda mi vida he hecho deportes, casi siempre futbol, jugando con personas que no tenían ninguna discapacidad. Al final, es un deporte de equipo y admite distintos perfiles de jugadores, seguramente no tan extremos como el mío pero daba para encontrar tu lugar, incluso llegué a jugar torneos amistosos cuando nadie tenía una discapacidad más que yo. Tengo esa relación con el deporte desde niño, que me sirvió para socializarme, para demostrarme que era capaz de hacer cosas y demostrárselo a los que estaban alrededor y convivir con la derrota, porque creo que en la vida es importante intentar que las cosas te salgan bien pero sabes que existe la posibilidad de que no sea así y esa posibilidad no te puede paralizar. 

Y, ¿por qué decidió a los 30 años “lanzarse a la piscina” profesionalmente por primera vez?

Yo sabía nadar desde niño, lo que no había hecho nunca era entrenar. Además, el agua siempre ha sido un medio en el que me he encontrado muy a gusto, suele ser una moneda común entre quienes viven con una discapacidad porque muchas de las limitaciones se alivian. Llegó un momento rozando los 30 años, después de haber ejercido durante casi 10 como periodista deportivo, que pensé: “vamos a intentarlo, vamos a cruzar la línea y estar al otro lado del espejo. Voy a cubrir eventos y seguir a deportistas, ahora voy a intentar convertirme aunque sea por un tiempo en uno de ellos”. Sabía que era tarde, que había muy pocas opciones porque no he encontrado ningún precedente a nivel mundial que haya hecho algo parecido, pero siempre he preferido el terminar no consiguiéndolo que el empezar por no intentarlo por si acaso no lo consigo. Decido intentarlo y poco a poco, con mucho esfuerzo, con una transformación brutal en estilo de vida, en hábitos y hasta en fisiología, conseguí en una contrarreloj muy exigente y sobre la campana clasificarme para dos pruebas aunque terminé compitiendo en tres en los Juegos Paralímpicos.

¿Cómo se prepara un nadador paralímpico desde cero para unos Juegos?

Es progresivo. El primer entrenamiento que hice en febrero de 2009, en el que cogieron un crono de 50 metros espalda, se me hizo eterno. Ese fin de semana tuve unas agujetas que no podía ni sentarme en el sofá. A la semana siguiente volví, las sensaciones no fueron tan malas, a los meses pasamos a dos horas de entrenamiento. Ese verano no paré, y en septiembre arranqué con tres entrenamientos a la semana. Progresivamente fui a más hasta que el último año y medio se convirtió prácticamente en mi profesión porque me ocupaba 6-7 horas al día. He llegado a hacer hasta 12 sesiones a la semana, intercalando piscina y gimnasio, unos 30 km a la semana. Eran entrenamientos con cronos, exigentes. 

6Javier nadando |  Foto: Alfonso Reyes

Cada uno debemos convivir con la realidad que nos ha tocado y comprometernos a ofrecer nuestra mejor versión en esa realidad

¿Y una persona con sus circunstancias para la vida?

Al final yo creo que en lugar que esperar que la sociedad te comprenda, te valore y te impulse, tiene que ser al revés, tú te tienes que considerar uno más, por supuesto sabiendo quien eres y como eres y aceptando tus circunstancias. Hay mucha literatura en torno a la discapacidad porque es muy impactante y visual, además en una sociedad demasiado aparente y superficial. Mi primer mandamiento conmigo mismo ha sido el considerarme uno más, el saber que no tengo ni más ni menos mérito que nadie ni soy más ni menos que nadie, y a partir de ahí se va consiguiendo que tu entorno, que tu mundo lo haga. Por supuesto que siempre va a haber un impacto inicial, alguien que te vea por primera vez, siempre vas a tener que avanzar ese camino desde la primera impresión, hasta que quien sea te deje de mirar y te empiece a ver. Cada uno debemos convivir con la realidad que nos ha tocado y comprometernos a ofrecer nuestra mejor versión en esa realidad. La única comparación cierta y saludable es contigo mismo, con la realidad que te ha tocado vivir y con tu 100%. 

¿Le fue fácil acceder al deporte de élite paralímpico? ¿Con qué ayudas cuentan?

Ha mejorado, pero seguimos lejos de las principales potencias mundiales en el que los deportistas pueden vivir de su trabajo. En mi caso hace ya 7 años, creo que tenías que quedar cuarto en una final para cobrar 500 euros al mes, el quinto o sexto no cobraba ya beca. En el mundial o europeo si ganabas el oro eran unos 2000 euros al mes. Había unos importes directos por ganar medalla como ocurre en los olímpicos, pero nada comparado. En mi caso, que mi primera y única experiencia internacional fueron los Juegos Paralímpicos de Londres, como estaba fuera del circuito de las becas al quedar octavo, no cobré nada. Ya con 33 años, mi vida estaba en otro sitio -viví esos años con lo que había ahorrado como periodista-. En tres años gané 4500 euros -que el gobierno de Aragón me dio como deportista de élite-. Pero es una decisión que nadie me obligó a tomar y el beneficio y la garantía iba mucho más allá de lo económico, aunque es cierto que no es sostenible y tienes que buscar otras alternativas para seguir viviendo. 

Además de sus éxitos deportivos y profesionales, fue el tercer europeo que tiene carnet de conducir oficial con los pies, lo que derivó en el documental ‘L de Libertad’ ¿Cuál es el secreto para conseguir todo reto que se propone?

Desde fuera puede parecer eso pero en mis 40 años de vida he intentado muchas cosas. Al final intentando muchas cosas, terminas consiguiendo unas cuantas y son las que se reúnen en tu currículum. Pero hay otras muchas que no se logran a nivel profesional, humano o afectivo. No tengo ninguna pócima mágica lo único que hago es con mis imperfecciones y  limitaciones que van mucho más allá de no tener brazos, hacer las cosas lo mejor posible, y a partir de ahí la vida te va llevando por distintos caminos. Consiste en enfrentar tus miedos, en desafiar tus presuntos límites. No por mensajes publicitarios, porque todo sea posible, ni por querer es poder, sea así. Seguro que no todo es posible y seguro que solo con querer no vale para poder, además de querer hay que añadir muchos ingredientes a la receta. Todos somos imperfectos tengamos o no tengamos una discapacidad, pero seamos solo lo imperfectos que somos. No más porque no nos atrevemos a hacer cosas por si no lo logramos o por el qué dirán. Consiste en perderle el miedo a no conseguir las cosas y saber que seguramente el éxito está en intentarlo y el fracaso está en no intentarlo. No es tanto el éxito en conseguirlo y el fracaso en no conseguirlo.

Todos somos imperfectos tengamos o no tengamos una discapacidad, pero seamos solo lo imperfectos que somos

Próximo reto, ¿Tokio 2020?

No. De hecho desde Londres estuve un año parado intentando recuperar la rodilla. Aunque la natación no tiene impacto para las articulaciones, mi nado no era el natural. Tengo una cadera más alta que otra porque de pequeño me intentaron igualar las piernas con una máquina bastante tenebrosa, mi esqueleto no resistió y la cadera se salió. Me la volvieron a colocar pero por encima de lo que debería estar. A nivel de natación hace que con esa patada no tenga tracción. Por eso, además de estar en inferioridad con los nadadores de mi categoría, después de 4 años dando una patada antinatural, la rodilla derecha me dijo basta. Y entre la edad que tenía y lo que había perdido parado, decidí parar y ni siquiera probé en europeos y mundiales donde hubiera podido conseguir alguna medalla. Entendí que hasta allí había valido la experiencia.

Ahora da conferencias “De los pies a la cabeza” por España y Latinoamérica, ¿Qué mensaje quiere transmitir?

No es una persona con discapacidad dando vueltas alrededor de sí misma y convirtiendo a los demás en espectadores. Es una persona sin brazos, que por momentos se apoya en su historia para legitimar sus reflexiones, pero convirtiendo a cada asistente en el protagonista, porque los mensajes que comparte nos son potencialmente comunes a todos. Si el mensaje que recibes, aunque te le de una persona sin brazos, lo incorporas y te sirve para tu vida, ahí es dónde está la motivación. La motivación está muy lejos de quitarme los zapatos y compartir las habilidades que he desarrollado. La motivación está en lo que yo con mi realidad y mis circunstancias no hago, no intento y no considero pudiendo intentarlo, considerarlo y hacerlo. Son ya seis años con ella, ha llegado a más de 25000 personas. Sin ser nadie mediático la fuerza y fuego de la charla han hecho que llevemos este camino recorrido y que aspiremos a que solo sea el principio. 
 

"Yo si volviera a nacer me gustaría tener dos brazos y dos piernas iguales"
Comentarios