viernes. 26.04.2024

Jesús Cintora (Ágreda, Soria, enero de 1977) presentará el próximo lunes 12 ‘No quieren que lo sepas’, en Santander, un libro en el que el periodista investiga, opina y muestra un mapa “del verdadero reparto de poder en España, de los tapones que frenan los avances y hace una apuesta por la regeneración”. 

Cintora se adentra así en estos textos en sus inicios en el periodismo y las trabas que se ha ido encontrando para desempeñar la profesión con no pocos palos en las ruedas. Eldiariocantabria.es ha hablado con él con motivo de su nueva publicación, que suma ya seis ediciones, y del acto que tendrá lugar el próximo lunes en la Sala de actos Altamira, Delegación Territorial de la ONCE en Santander (C/ de Burgos, 3), a las 19:00 horas, con entrada libre.

- El lunes presentas tu libro ‘No quieren que lo sepas’ en el Salón de Actos Altamira, ¿qué nos podemos encontrar en él?

La presentación de este libro al final es un momento para hablar de lo que ocurre detrás de las cámaras de televisión y de los micrófonos en la radio. Algo burdo y que no nos cuentan, relacionado con el poder. Es un libro que va por la sexta edición, nada más y nada menos. Me quitaron del programa de Televisión Española y la vocación me dijo que tenía que hacer algo que me permitiese viajar por toda España y así tener encuentros con la ciudadanía. Justamente ‘No quieren que lo sepas’ cuenta un montón de historias que no quieren que sepamos, relacionadas sobre todo con el poder y que brindan la ocasión de hacer encuentros de entrada libre donde la gente puede hacer las preguntas que quiera y responderlas y salir de Madrid. No todo ocurre en Madrid. Es importante ver lo que ocurre fuera.  

- Llevas ya unos meses con este libro entre tus manos, muchas presentaciones, muchas charlas… ¿Se puede definir ya qué es lo que no quieren que sepamos?

Un periodista tiene que ser testigo del tiempo que vive y de todas las realidades que hay, las más importantes que uno debe contar son las que afectan al poder, que por una parte es la más arriesgadas. Lo fácil es tratar la política como si fuera Pasión de Gavilanes, hablando de las cosas internas; que si Pablo con Yolanda, que si Casado con Ayuso, que si Sánchez con Page… Parece el First Date de la política, pero eso es lo que está en la superficie. Lo que hay que hacer es profundizar en el reparto de poder, en lo que ocurre con esos poderes de grandes constructoras que se reparten las obras públicas, las energéticas que ganan cada vez más y los ciudadanos que tienen más problemas para llegar a fin de mes. Ahí está lo delicado que debe tocar un periodista y es lo que está en ‘No quieren que lo sepas’. Es la voluntad que tengo como periodista. 

Hay que contar lo que pasa para que tomen nota aquellos que deben intentar cambiarlo porque si se mete debajo de la alfombra difícilmente se va a cambiar

- En tu despedida de ‘Las Cosas Claras’ el tertuliano Antón Losada decía que el periodismo independiente es peligroso, ¿esto es así?

El periodismo tiene que tener siempre una vocación de contar lo que ocurre, hay gente que como tal a veces actúan contra quienes cuentan y deciden contar lo que está pasando, esa es la realidad. Yo siempre he intentado llevar una línea coherente respecto a eso. En la televisión se pretende tener voceros o gente que por el simple hecho de estar en la tele dice lo que le interesa a un partido político, gente que hoy tiene unos principios y mañana puede tener otros… El periodismo es un servicio a la ciudadanía también, es un pilar fundamental. Hay que contar lo que pasa para que, entre otras cosas, tomen nota aquellos que deben intentar cambiarlo porque si se mete debajo de la alfombra difícilmente se va a cambiar. 

- Parece preocupante que este tipo de periodismo no tenga cabida ni en los medios de comunicación privados ni en los públicos, ¿no hay un solo reducto?

A mí no me gusta generalizar. Hay episodios que son lamentables y hay que denunciar, no hay que callarse, pero tampoco todo es malo. Hay que quedarse con el hecho de que hay que seguir adelante y hay que seguir haciendo periodismo para la ciudadanía, sin tener miedo. Este libro del que estamos hablando tiene capítulos que no querían que se publicaran y yo me la jugué: o todo el libro o nada. Eran capítulos que hablaban de la corrupción de la Monarquía.

- Justamente la Monarquía, un tema tabú en el periodismo…

Sí, pero hay que contar lo que pasa y también creo verdaderamente que hay cosas que pueden tener consecuencias. Pero hay que estar ahí y tener actos, como este que voy a tener en Santander el lunes, para que la ciudadanía quiera preguntar. 

- Otro problema social. Eres natural de Soria, uno de los epicentros de la reivindicación de la España vaciada, así que tú conoces muy bien lo que pasa. ¿Qué tenemos que hacer con todas esas zonas para que no se mueran?

Lo que hay que hacer es seguir luchando, lo que hay que hacer con todo. Apretar y seguir insistiendo en que las cosas cambien. El hecho de hacer esta gira con el libro y de presentarlo en todas las comunidades de España como estoy haciendo, te lleva a darte cuenta de cómo hay lugares a los que se llega en tren de alta velocidad, algo que no tienen otras comunidades. Cuando se habla de ser todos iguales, en este tipo de casos se nota dónde está el déficit. Hay ciudades a las que llegas en un tiempo más rápido y mucho más cómodo. Para combatir la despoblación yo no puedo dar la clave, para eso están otros, yo no soy experto en políticas de despoblación. Sí puedo opinar como persona de pueblo que ve lo que ocurre y creo que hay que dejar la teoría a un lado y aplicarla. Hay que evitar la centralización de organismos solo en una misma ciudad, por ejemplo. A veces veo que se hacen congresos y jornadas relacionadas con algunos temas y sí, de la teoría vamos sobrados, lo que falta es hacerlo. 

Más importante que el medio es el mensaje, es lo que se cuenta y como se cuenta, atreverse por dignidad y oficio

- Hablamos de contar las cosas. Has trabajado en radio y en televisión, ¿qué crees que es lo mejor y lo peor de estos dos medios?

Yo me he esforzado para todo. Para trabajar en la radio, en la televisión, en la prensa escrita, escribir un libro y hasta tener un grupo de rock. A mí al final me gusta comunicar y todo tiene su encanto. Ahora mismo se está hablando mucho de las nuevas tecnologías y son ventanas que están ahí, debatir esto es absurdo. Más importante que el medio es el mensaje, es lo que se cuenta y como se cuenta, atreverse por dignidad y oficio, ahí está la clave.

- Los temas políticos y sociales son las líneas en las que trabajas, ¿cómo fuiste haciéndote hueco en estos y no en otros?

Con nueve años me tocó intervenir en el cole en RNE, luego tuve un maestro que me empezó a enviar artículos a periódicos locales y después me saqué el título e hice prácticas en la cadena SER y en emisoras locales. En Madrid terminé trabajando con Iñaki Gabilondo. En mi etapa de la SER me gustaba hacer informativos y dar información y eso que yo no venía de otro palo, me encanta el periodismo municipal, el deportivo, he narrado el ascenso del Numancia… he hecho un poco de todo. Pero este tipo de periodismo que es al que me dedico hoy en día me gusta, porque cuento lo que pasa. Contar lo que pasa es un pilar fundamental en una Democracia porque contar lo que está mal es el principio para que aquellos que deben cambiarlo tomen nota. 

Se dicen cosas muy insultantes como que no hay cultura del esfuerzo, cuando estamos hablando de gente que está sacando una o dos carreras mientras trabaja

- Si hacemos un retrato de la sociedad, la verdad es que no va ser muy colorido ni muy positivo, los jóvenes cada vez están más desanimados con todo lo que les rodea. Tú, como fiel observador de todo eso que nos rodea, ¿qué le dirías a los jóvenes?

Mira, la gente joven tiene lo mejor que se puede tener en esta vida, que son años por delante, salud y eso es lo básico. No podemos perder la perspectiva. A partir de ahí, es cierto que echo en falta más movilización en la juventud como pudo haberla en otra época, donde las cosas se conseguían luchando. Pero se dicen cosas muy insultantes como que no hay cultura del esfuerzo, cuando estamos hablando de gente que está sacando una o dos carreras mientras trabaja. La realidad es que tenemos a la gente joven de ahora condenada a la precariedad, eso existe y para un joven se ha instaurado como algo normal que tenga que trabajar por mil euros cuando hay ciudades donde solamente la vivienda cuesta eso, que me expliquen a ver cómo se forja un futuro cuando tienes que depender de una ayuda familiar o de tener dos trabajos, ya me explicarás tú… Luego otro problema, a los jóvenes les hemos robado un estado climático que solo nosotros hemos vivido. Cuando yo era joven las nevadas en mi pueblo eran alucinantes, ahora nieva un día al año, y si nieva… Pero lo dicho, tienen un montón de años por delante y salud… 

“‘No quieren que lo sepas’ tiene capítulos que no querían que se publicaran y yo me la...
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