El entrenamiento abierto al público organizado por el Racing en el campo Santi Gutiérrez Calle el día de Jueves Santo, coincidiendo con las vacaciones escolares, fue un éxito rotundo. Y es que más de 300 aficionados presenciaron los ejercicios dispuestos por Guillermo Fernández Romo a 48 horas de la visita que la Unión Deportiva Logroñés realizará a Los Campos de Sport (sábado 16- 19:00 horas), aplaudieron los goles de los atacantes y las paradas efectuadas por los guardametas y disfrutaron, al final de los ejercicios, de la cercanía de los jugadores y técnicos verdiblancos. Además, la plantilla dedicó un aplauso a todos los asistentes, que prácticamente ocupaban la totalidad de la grada, para agradecerles su presencia y apoyo no solo en la jornada de hoy, sino durante toda la temporada 2021/22.
Poco antes de las 10:45 horas comenzaron los primeros seguidores, portando mascarilla ante la imposibilidad de guardar la distancia social, a adentrarse en las Instalaciones Nando Yosu, que quedaron teñidas de verdiblanco, pues muchos hinchas -especialmente los más pequeños- lucían orgullosos las mismas prendas que sus ídolos. Pasadas las 11:00 horas, el equipo racinguista salió al césped y recibió una calurosa ovación. Había casi 300 espectadores, pero la grada seguía recibiendo grupos de jóvenes, familias enteras… todos querían ver el entrenamiento y demostrar a la plantilla que están con ellos, que la comunión existente entre la grada y el terreno de juego, importante para conseguir el objetivo del ascenso a Segunda División, es indisoluble.
Tras algo más de 45 minutos de ejercicios, Fernández Romo decretó el final de la sesión, pero no de la jornada. Porque llegó el momento más esperado por la afición y, sobre todo, por los más pequeños. Los futbolistas y técnicos se juntaron con la grada: una foto aquí, un autógrafo allá, sonrisas, abrazos… El ambiente era increíble, se respiraba racinguismo y se reflejaba en cada rostro el cariño hacia un club que acaba de cumplir 109 primaveras. La pasión inexplicable por el Racing, transmitida a lo largo de la historia de generación en generación, brota en Cantabria con la misma fuerza que en 1913.
