sábado. 27.04.2024

1. EL DIOS CIVILIZADOR

Dicen que sucedió hace más de siete mil años. En aquella nebulosa mañana, los nómadas que acampaban en una laguna de Mesopotamia vieron salir del agua un extraño ser, mitad cabra y mitad pez, al que llamaron Enki. Los textos cuneiformes –la escritura apareció dos milenios después– describen cómo Enki iluminó las mentes de los testigos con una idea revolucionaria. “Olvidad vuestra lucha para adaptaros al medio”, les dijo. “No es necesario. Tenéis la capacidad de transformar el medio para que se adapte a vosotros”. 

Enki enseñó a los nómadas a organizarse mediante leyes y estructuras políticas. Les instruyó en la construcción de edificios, la ingeniería y las técnicas agrícolas, y les mostró la nunca imaginada idea de vivir en ciudades. 

Pero sobre todo les inculcó el concepto de progreso. Hacía falta mucha fe para abandonar los viejos modos de vida. Esa fe estaba representada en Enki, el nuevo dios. Un dios al que hoy llamamos civilización. 

En torno al santuario que se construyó junto al lago, las tiendas de nómadas fueron sustituidas por viviendas de barro. Después surgió Eridu, la primera ciudad mesopotámica. Su mensaje revolucionario se difundió para dar lugar a nuevas ciudades que se convirtieron en reinos, más tarde en imperios. Y a la vez en culturas complejas, tecnologías, filosofías, religiones. 

Lo que vino después ya lo sabemos. También que Occidente no existiría como tal sin aquel ser que el mito hizo surgir de un lago perdido en las nieblas del tiempo.

Itinerario
Itinerario

2. KHUZESTÁN

Khuzestan (Juzestán), en Irán, es una enorme llanura, continuación de la antigua Mesopotamia, situada hoy en el vecino Irak. Khuzestan lo tiene todo. Calor, agua y tierras fértiles. Gas y petróleo. También mar: el Golfo Pérsico finaliza en sus playas. No en vano es una de las regiones más ricas del país. Pero quizá lo más interesante sea lo que sucedió aquí.

Una reconstrucción de la ciudad de Shush, fundada hace 6.000 años
Una reconstrucción de la ciudad de Shush, fundada hace 6.000 años

3. EL DERRUMBADERO DE LOS SIGLOS

Llego a Shush, en el Khuzestan bajo un sol de plomo. Poco más que muros de barro queda de una de las ciudades más antiguas del mundo. Un asentamiento neolítico se estableció aquí 9.000 años atrás, y hace 6.000 Shush –también llamada Susa– ya era una urbe vinculada al mundo sumerio, para después convertirse en la capital del misterioso reino de Elam. 

43°C. Sudando a mares vago entre las ruinas del Apadana –palacio persa–  de Dario I, quien venció a los reyes de Elam e incorporó Shush al imperio aqueménida como su capital de invierno. 

Reconstrucción del interior de un apadana
Reconstrucción del interior de un Apadana

Una calzada, llamada Camino Real Persa, salía de aquí y pasando por Babilonia y Nínive, llegaba a Sardes, junto al Egeo turco tras recorrer 2.690kms. La espina dorsal del imperio, por la que viajaban súbditos, comerciantes y tropas. También se estrenó sobre ella eso que hoy llamamos servicio de correos.

4. BODAS RUINOSAS Y RUINAS EN QUE LAS HUBO BODAS

Del Apadana –un palacio de 10.000 metros cuadrados sostenido por enormes columnas– solo quedan muros a la altura de la cintura y las enormes basas de sus columnas. Me siento en el suelo justo donde estaba el trono monumental que Alejandro ocupó tras invadir Persia. Utilizando precisamente el Camino Real. 

En el 324 a.C. el macedonio organizó aquí fastuosas bodas multitudinarias entre mandos del ejército macedonio y princesas persas. Para él se reservó los favores de Barsine, la hija del derrocado Darío III. 

Los sueños de Alejandro de fusión de culturas le llevaron a recompensar los matrimonios mixtos, lo que facilitó unos 10.000 enlaces entre soldados griegos y mujeres persas. Pero todo quedó en un acto propagandístico y de buena voluntad. Alejandro solo amaba a Roxana. Y los soldados se divorciaron de sus esposas asiáticas tras la muerte de aquel.

Relieve del Apadana de Shush
Relieve del Apadana de Shush

5. EL MUERTO QUE CAMBIABA DE TUMBA CADA AÑO

A pocos cientos de metros de las ruinas, ya entre las callejas de la Susa actual, un edificio religioso con una extraña cúpula en forma de pirulí alberga la tumba del profeta Daniel ¿Un profeta judío en el corazón del islam chiíta? Sí, y objeto de gran devoción.

Tumba del profeta Daniel
Tumba del profeta Daniel

Daniel perteneció a la aristocracia judía deportada por los babilonios en el siglo VI a.C., y quizá por eso llegase hasta aquí. Pero el libro de Daniel, uno de los textos de la Biblia, fue escrito por alguien suplantándole cuatro siglos más tarde. En el siglo II a.C. los judíos volvían a estar perseguidos y nada mejor para restituir la moral que la propaganda de un profeta asegurando la destrucción futura de los enemigos de Israel y la gloria final para el pueblo elegido. Dos milenios más tarde podría ser una bonita profecía si no fuera por el desagradable olor a carne humana quemada.

Cuando el viajero judío y navarro Benjamín de Tudela pasó por Shush  en el siglo XII, encontró una comunidad hebrea de 7.000 almas viviendo en la margen derecha del río Karkheh. En el miserable barrio árabe situado en la otra orilla creían que la creciente riqueza de los judíos se debía a su proximidad a la tumba, de manera que no pararon hasta conseguir que el muerto alternase su residencia cada año entre las dos comunidades. 

Cuando Jerónimo llegó a Susa hacía siglos que un rey persa había colgado el sacófago en la mitad exacta de un puente sobre el río para que se acabasen los problemas ¿Se acabaron? Seguro que no.

6. ZIGURAT

A 40 kms de Shush hay un conjunto arqueológico llamado Choga Zanbil, con templos y tumbas reales entre los que destaca un enorme zigurat construido hace más de 3.200 años.

Un zigurat es una pirámide escalonada de la antigua Mesopotamia, en cuya parte más alta residía el dios de la ciudad. En lo alto del zigurat de Babilonia –que todos hemos visto en las ilustraciones como la torre de Babel– varias doncellas pasaban la noche para que el dios Marduk yaciera junto a ellas. 

El de Choga Zanbil es quizá el zigurat mejor conservado de los 32 que se han descubierto hasta hoy. Todos menos este y el de la antigua Uruk, en Irak –más reconstruido que restaurado por Sadam Hussein– han quedado reducidos con el paso de los siglos a una colina informe de escombros de barro.

Reconstrucción del Zigurat de Choga Zanbil
Reconstrucción del Zigurat de Choga Zanbil

Llego a Choga Zanbil al atardecer, cuando la mole de ladrillos cocidos que una vez tuvieron vidriados verdes y azules adquiere tonos entre el naranja y el cobre. Los 105 metros de lado del edificio y sus cuatro niveles, que alcanzaban los 55 metros de altura –hoy solo 25– sobrecogerían hasta a un ciego. Es un privilegio estar aquí, caminar entre los viejos ladrillos con inscripciones cuneiformes que alaban la grandeza de Untash-Napirisha, el rey que lo construyó. La inmensidad del edificio despide un aroma de eternidad que me mantiene como atornillado al lugar hasta que anochece.

El guarda viene a buscarme. Me propone llevarme hasta una casa rural cercana. Sin duda tiene comisión y desconfío de estos apaños, pero finalmente decido probar. Un acierto.

7. EL REINO DE ELAM

Se desconoce el origen de la etnia que hacia el 2.700 a.C. fundó aquí una nación que ocupó el suroeste de Irán. Se cree que su lengua viene del sur de la India. Las figuras de cerámica desenterradas representan gente de piel muy oscura y labios abultados. 

A veces bajo dominio mesopotámico, a veces libre, el reino elamita tuvo Susa como capital y Choga Zanbil como ciudad santa, dedicada a su dios más importante, Ishushinak, de hermoso nombre. Con la anexión del rey aqueménida Darío I en el VI a.C., el reino de Elam desapareció para siempre.

El Zigurat de Choga Zanbil en la actualidad
El Zigurat de Choga Zanbil en la actualidad

8. COMERCIAR NO ES COMPRAR Y VENDER SINO INTERCAMBIAR REGALOS

Hassan, el dueño del alojamiento rural es un árabe alto y robusto, con una sonrisa que inspira confianza. Negociamos el precio por la cena y la noche, pero cuando le voy a pagar no puede evitar el ritual iraní del tarof, esa regla de cortesía en la que el cobrador dice que no hace falta que le pagues, y que tantos malentendidos produce con los extranjeros.

El comprador tiene que insistir hasta tres veces en que desea pagar. Si el vendedor se resiste una cuarta, es que se trata de un regalo de verdad.

–La cena y la habitación son un regalo que te hago con gusto. –Me dice después del regateo–. Si me das dinero, la cantidad que tú quieras. Yo lo consideraré tu regalo.

El alojamiento son sencillas habitaciones de barro con baño, pero limpias y agradables. Me siento a cenar en el suelo junto a una gran bandeja llena de obleas de pan, uvas, ensalada de tomate, pepino y queso –siempre sin aceite– y una especie de pisto de tomate y berenjena aderezada con ajo que llaman mirza ghasemi.

Un Juzestaní en la tumba de Daniel
Un juzestaní en la tumba de Daniel

9. EL PARAÍSO,  ESE LUGAR SIEMPRE SOSPECHOSO

Tras la cena, Hassan viene a buscarme con una bandeja de té y unos cigarrillos para charlar un rato a la fresca. Es un emprendedor. Cultiva sus tierras, atiende una pequeña tienda de comida y refrescos y acaba de montar el alojamiento rural.

–En Khuzestan, que llamamos Arabistán, el 70% de la población somos árabes. –Me explica, y responde a mi pregunta–. Sí, aquí hablamos mayoritariamente árabe. 

–¿Se enseña en las escuelas?

–En las escuelas solo farsi. El árabe lo aprendemos en casa. Sucede igual en el Kurdistán con el kurdo o con el turco del Azerbayán iraní.

No critica, como otros, el régimen iraní y eludo preguntar. Le hablo de la reciente invasión del ejército israelí en Gaza y me responde evasivamente. Esperaba más implicación con la causa palestina ¿Teme decir lo que piensa?

–Este es un buen lugar para vivir –zanja la conversación– ¿Sabes que muy cerca de aquí estaba el paraíso?

Señala indefinidamente hacia los campos de cultivo, de los que llega un vago perfume a flores. El cielo esta densamente estrellado. Habrá unos treinta grados, y el aire de la noche tiene la textura del terciopelo. No puedo evitar preguntarme sobre qué infiernos se construyen los paraísos.

Puertos de montaña en los montes Zagros
Puertos de montaña en los montes Zagros
Una mujer nómada hilando en un campamento nómada
Una mujer nómada hilando en un campamento nómada

10. UN PASEO POR MARTE 

La ruta gira ahora bruscamente al este, hacia Isfahan. Desde las tierras bajas de Khuzestan es necesario superar la barrera de los montes Zagros, una formidable cordillera con algunos cuatromiles que, a lo largo de 1.500 kms, separa en diagonal la elevada meseta iraní de Irak y el Golfo Pérsico. 

Salgo muy temprano. Siguen 500 kms de solitarios puertos de montaña y paisajes espectacularmente salvajes. De tarde en tarde una olvidada aldea. Junto a los ríos, tiendas de nómadas. 

Paro a estirar las piernas y tomar un té en un pueblo con una atmósfera tan intensa que me parece estar dentro de una película. Es el territorio de los Bakhtiari, una etnia de antiguos nómadas sedentarizados. Los hombres visten anchísimos pantalones negros, chaleco de lana y un sombrero que parece un bombín sin alas.

Un hombre Bakhtiari, con su vestimenta
Un hombre Bakhtiari, con su vestimenta

Un guiri perdido aquí es como Wally haciendo destellos de colores. Un coche para junto a mí y descienden sus cuatro ocupantes, apestando a alcohol y cada uno con una cerveza en la mano –el alcohol está prohibido bajo severísimas penas–, pero aquí la policía no existe. O también están bebiendo. 

Y como todos los borrachos del mundo son iguales, no dejan de atosigarme para que vaya a beber con ellos a su casa.

Camino cada vez más deprisa hacia mi coche, perseguido por los borrachos, y apuro los últimos metros en una ridícula carrera. Subo y salgo a toda pastilla, sin dejar de mirar al retrovisor. Qué alivio, no me siguen. 

Cuando cae la tarde estoy agotado. He conducido todo el día, pero Isfahan aún queda lejos. Encuentro un pueblo con un lugar para dormir y me siento en una tetería con una parrilla que atiende un niño. Como si hubiese más opciones, pido un bakhtiari kabab. El chico me pide dinero para comprar cebolla, pimiento y tomates en la tienda de la izquierda y unos trozos de cordero en la de la derecha. Luego me lo sirve todo asado con unas obleas de pan y un té. Exquisito. Mejor, porque no hay otra cosa.

11. LA CIUDAD A LA QUE EL EDÉN IMITABA

La plaza más hermosa del mundo se llama Naqsh-e-Jahan. Forma un rectángulo ajardinado de más de medio kilómetro por 160 metros. Flanqueada por interminables arcos ojivales, cuenta con una mezquita de cúpula rosada y otra con la cúpula azul. Y Ali Qapu, el soberbio palacio del shah. 

Pero lo mejor no es eso. Los genes nómadas de los persas se desahogan en su gusto por el picnic. En los jardines, parejas o grupos familiares acampan sobre un mantel para comer, socializar o echar una siesta. 

Gente haciendo picnic en la plaza Nags e Jahan
Gente haciendo picnic en la plaza Nags e Jahan

Naqsh-e-Jahan es el alma de Isfahan. E isfahan el corazón cultural y artístico de Irán. Desde la plaza uno puede caminar a través de kilómetros de bazar por calles atiborradas de mercancías y protegidas de la intemperie bajo cúpulas y bóvedas ojivales.

El gran shah Abbas trasladó a Isfahan la capital de Persia en 1598 tras un compromiso con la emprendedora comunidad armenia. Les encargó que convirtiesen la ciudad en un nodo de las rutas comerciales entre China y Europa. Lo consiguieron.

Desde entonces, cada gobernante aportaría su granito de arena para convertir  Isfahan en la joya de Persia.

12. JUDÍOS Y ARMENIOS, LA SALSA DEL COMERCIO

En Isfahán resiste un ya decadente barrio judío construido en adobe. Hace años que sus ocupantes emigraron a zonas más modernas de la ciudad. Las casas y sinagogas están rematadas por unas curiosas torres de refrigeración y aún conservan azulejos con inscripciones en hebreo y cúfico.

El esplendor de Isfahan
El esplendor de Isfahan

El barrio armenio parece otra ciudad. Más rica, más occidental. Muchas jóvenes desafían al régimen paseando con la cabeza descubierta. Sobre el inevitable muro defensivo que rodea su catedral, un cartel se solidariza, en farsi y en inglés, con las víctimas del genocidio armenio de Ngorno-Karabaj. 

Pero las viejas casas aún conservan, como en el resto de Irán, dos llamadores con diferentes formas para que suenen distinto. Uno es para los hombres y otro para las mujeres. Por el sonido, los moradores pueden saber si quien debe ir a abrir es un hombre o una mujer.

13. UN PAÍS, UN ABISMO

En la imponente mezquita del Viernes encuentro una niña de cuatro años cubierta hasta los pies con el negro chador. Su madre lleva la misma indumentaria. Le pregunto si puedo fotografiar a su hija. La mujer frunce el ceño.

–¿Por qué quiere hacerle una foto? –recela.

Terreno resbaladizo. Acabo de comprender qué le incomoda.

–Porque es hermosa –miento.

Se me concede el permiso. Doy las gracias. Nos miramos cortésmente desde el abismo que nos separa.

Una niña con chador en la mezquita del Viernes
Una niña con chador en la mezquita del Viernes

14. QUE OCHO MIL AÑOS NO ES NADA

La ruta ahora gira hacia el norte, ya en dirección a Teherán. En Tappeh Sialk, junto a la histórica ciudad de Kashan, se encuentra el zigurat más antiguo del mundo, construido hace 4.900 años por una cultura proto-elamita. Junto a la mole de ladrillos de barro como derretida por el paso de los milenios, hay una mujer. Está en medio de un millar de fragmentos de cerámica, enfrascada en el sudoku de encontrar piezas que casen. He leído que por su antigüedad, el edificio podría no ser un zigurat, y pregunto a la arqueóloga.

– Claro que es un zigurat –responde.

– ¿Y esos fragmentos estaban dentro? 

– No. Estos pertenecen a la Edad del Bronce –señala un talud de estratos del yacimiento, de varios metros de profundidad–. Aquí hay ocho milenios de ocupación humana. 

Los dos niveles del Zigurat de Sialk
Los dos niveles del Zigurat de Sialk
Una arqueóloga buscando casar piezas en Sialk
Una arqueóloga buscando casar piezas en Sialk

15. EN EL PARAÍSO SOLO CABEN LOS JUSTOS

Muy cerca del zigurat de Sialk se encuentran los jardines de Bag-e Fin. Una magnífica muestra del refinamiento de los jardines persas, que reflejan la descripción que del paraíso hace el Corán. El jardín clásico persa, como este, se divide en cuatro partes por dos arroyos que se cruzan, con un edificio o fuente en la intersección. 

El jardín persa es un lugar para el reposo físico y la liberación del espíritu. Debe escucharse el arrullo del agua y el canto de los pájaros. Cuenta con mullida hierba en la que recostarse y sendas entre flores aromáticas y umbríos árboles con frutas al alcance de la mano. 

Pero ojo, Bag-e Fin, como todos los demás jardines persas está rodeado por unos imponentes muros ¿Alguien había creído que el paraíso era para cualquiera?

Los árabes copiaron e hicieron llegar los jardines persas hasta sitios como el patio de la acequia en Generalife. En su origen, el jardín no representa el Edén islámico, ni siquiera el hebreo. Llega a la Persia preislámica vinculado al Edén de los mitos de Mesopotamia. Quién no recuerda los jardines colgantes de Babilonia, de cuya existencia los expertos ahora dudan, inclinándose por los desenterrados en el palacio real de Nínive, del siglo IX a.C. 

Filigranas persas en los jardines de Bagh e Fin
Filigranas persas en los jardines de Bagh e Fin

16. SI DAS VUELTAS A LA MANIVELA, VAN SALIENDO AYATOLÁS

La segunda ciudad santa (después de Mashad) y el centro espiritual de Irán se llama Qom. La energía que exhala la tumba de Fátima, una santa chií del siglo IX, atrae cientos de miles de peregrinos cada año, muchos enfermos o impedidos en busca de sus milagros.  

Llego al atardecer, cuando la luz de oro hace brillar los azulejos multicolores de sus mezquitas, diseñadas con una armonía que parece salida de un sueño oriental. Hay algo sobrenatural cuando, bajo un cielo como la grana camino por sus explanadas de dimensiones totalitarias, rodeadas de gráciles minaretes.

Pero no olvidemos que si sobrenatural es Dios, también lo es el diablo. 

Las medersas y universidades de Qom son el centro teológico mundial del chiismo. Aquí estudió Khomeini. Y desde aquí se gestó y dirigió el proceso de la revolución islámica de 1979. Incluyendo la persecución y eliminación de cualquier sospechoso de disputar el poder a los islamistas. Más de 8.000 asesinatos gubernamentales de presuntos disidentes se han contabilizado en los primeros años de la revolución.

En Qom se sigue formando la élite del clero que gobierna el país. En sus privilegiadas mentes conviven las más sublimes teologías con las más perversas técnicas de dominación política ¿Cómo es eso posible? Tal vez Alá lo sepa.

Cartel Anetamericano en la antigua embajada de Teheran
Cartel Anetamericano en la antigua embajada de Teheran

17. LAS BARRAS ROJAS SON MISILES. LAS ESTRELLAS SOBRE FONDO AZUL, CALAVERAS

Tengo dos días para ver Teherán. A la ciudad le sobran sabor y atractivos. Pero me quedaré con la peculiar experiencia de visitar la antigua embajada de Estados Unidos, donde entre 1979 y 1981, 66 diplomáticos y ciudadanos estadounidenses fueron retenidos como rehenes durante 444 días por el gobierno revolucionario de Khomeini. Un calvario para el orgullo norteamericano y la mejor propaganda para la revolución islámica.

Entre grafitis y carteles antinorteamericanos, la visita a la antigua embajada está diseñada cuidadosamente para evidenciar las manipulaciones y abusos estadounidenses en el cercano Oriente. Y así, claro, ocultar las propias.

Un niño juega con un arma pintada en un grafiti anteamericano en Teheran
Un niño juega con un arma pintada en un grafiti anteamericano en Teheran

18. LA VIDA ES UN VIAJE SIN BILLETE DE VUELTA

Acabar un viaje no es un retorno sino una continuación. Para quien quiera tener la mente abierta, la vida es un incesante conocer y reconocerse. Una exploración del mundo y de uno mismo y de la interacción entre ambos.

El cuerpo viaja a veces, la mente siempre. No importa que no salgas de casa: el viaje es una actitud ante la vida. Así, cuando un viaje acaba es porque otro empieza. Una y otra vez. Hasta el último. Ese de los que todos los demás viajes son una metáfora.

Irán profundo (IV): A través del reino de Elam
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