jueves. 28.03.2024

La desaparición de salas de cine y teatro es un fenómeno común  a nivel nacional que se agravó con la llegada en la década de los 80 del formato VHS y los videoclubs. Más tarde, este proceso vivió su apogeo en los años 90 con la importación a nuestro país de la cultura del ocio en las grandes superficies comerciales. Así, progresivamente, los locales que antaño ocupaban cines y teatros en los centros urbanos se fueron llenando de cafeterías, supermercados y tiendas de ropa.

La Gran Vía de Madrid, conocida por su enorme concentración de salas de cine y teatro, es hoy el escaparate de las grandes marcas nacionales e internacionales de ropa y comida rápida, y el último gran acontecimiento ha sido la apertura de un Primark de 12.400 metros cuadrados en un emblemático edificio del centro de la capital.

Las pantallas de cine se han trasladado a los grandes centros comerciales del extrarradio, donde el cine comercial, principalmente exportado por Hollywood con algunas excepciones, se contempla en grandes salas comiendo cubos enormes de palomitas y refrescos con mucho hielo en vasos ‘maxi grandes’.

De los pocos cines que quedaban en pie a finales de los 90, la sala Capitol es hoy un supermercado Hipercor, el cine Coliseum – uno de los últimos en desaparecer - ha sido ocupado por un hotel con el mismo nombre y una cadena de restaurantes italianos

Santander también ha sido testigo de este fenómeno. De los pocos cines que quedaban en pie a finales de los 90, la sala Capitol es hoy un supermercado Hipercor, el cine Coliseum – uno de los últimos en desaparecer - ha sido ocupado por un hotel con el mismo nombre y una cadena de restaurantes italianos, y los multicines Bahía continúan vacíos desde su cierre. Mucho antes desaparecían otros míticos como el Gran Cinema, hoy sede de la ONCE en Cantabria, el cine Alameda, el cine Cervantes, el cine Kotska o el Teatro Pereda. Cada vez menos santanderinos tienen edad suficiente para recordarlos en los lugares que ocupaban a lo largo de la ciudad.

Este fenómeno de deslocalización de las salas cinematográficas no conlleva únicamente el hecho de que para ver una película en pantalla grande sea necesario utilizar el coche y probablemente cenar en una multinacional de comida rápida, sino que impone también el cine comercial, en el que se invierte más en publicidad y es más rentable para las grandes salas, lo que hace que las producciones nacionales o creadas fuera del círculo de las grandes factorías cinematográficas se conviertan en un producto minoritario.

Hay alternativas

Pese a que el siglo XXI terminó por hacer desaparecer la mayoría de cines que quedaban en Santander, aún hay salas que resisten como propuestas alternativas al proceso de comercialización y deslocalización de los cines, mini cines y teatros con más solera. Un ejemplo de ello es el mítico cine Los Ángeles, al principio de la calle Ruamayor. Actualmente programa en distintos horarios de tarde y noche tanto ciclos temáticos como algunos de los últimos estrenos. La entrada tiene un precio único de 4,80 euros.

Otra sala con historia, el antiguo Cine Bonifaz, ha sido reconvertido en la Filmoteca de Cantabria, propiedad del Gobierno regional y con sedes, además de la Filmoteca Regional de Santander, en Torrelavega, Bezana o Reinosa. Las programaciones son distintas y suelen centrarse en ciclos dedicados a actores y directores, pero también ofrecen estrenos o los premiados en distintos festivales, como es el caso de las últimas semanas con los premios Goya y los Oscar. Por tres euros se puede acceder a una sala donde todas las películas se proyectan en versión original subtitulada y no se oirán chasquidos de palomitas ni sorbidos de refresco. Además, una de las últimas novedades es la posibilidad de comprar las entradas a través de su web.

Aún hay salas que resisten como propuestas alternativas al proceso de comercialización y deslocalización de los cines

Los cines Groucho no surgieron de una sala de actuaciones de siempre. Fueron una apuesta por el cine alternativo y también en versión original. Después de una temporada cerrados por falta de público,  una asociación de amantes del séptimo arte lo recuperó y hoy está abierto de nuevo con una oferta cinematográfica única en la ciudad.

Por último, la filmoteca de la Universidad de Cantabria, sita en la escuela de Náutica, junto al Palacio de Festivales, ofrece durante todo el año distintos ciclos temáticos compuestos de cuatro películas cada uno. Tienen lugar todos los jueves a partir de las 20:00 horas por el precio de tres euros. En la primera sesión un periodista o experto en el tema del ciclo lo presenta ofreciendo un contexto que sitúa las obras en el tiempo y el conflicto o debate que se trate.

Su supervivencia depende de lo esencial para la sostenibilidad de cualquier sala de espectáculos: unos espectadores críticos con lo que ven y consecuentes con lo que consumen

Otros espacios como el Ateneo de Santander, la Biblioteca Central o el Centro Cultural Doctor Madrazo también ofrecen frecuentemente películas concretas o ciclos de cine.

Hay alternativas y, lo más importante, hay un amplio abanico de posibilidades cinematográficas entre las que escoger, para todos los gustos. Su supervivencia depende de lo esencial para la sostenibilidad de cualquier sala de espectáculos: unos espectadores críticos con lo que ven y consecuentes con lo que consumen.

¿Dónde quedaron las tardes de cine en Santander?
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