martes. 19.03.2024

NO HAY IMPOSIBLES PARA QUIEN LO INTENTA

¿Héroes? La realidad supera la imaginación. Ni cómics, ni películas ni novelas de aventuras. Si alguien real inspiró la imaginación heroica de Occidente, ese fue Alejandro Magno. Educado como un guerrero por deseo de su padre y como un filósofo por Aristóteles, el rey macedonio reseteó el mundo en los casi 13 años que transcurrieron desde su ascenso al trono, cuando tenía 20, y su muerte en Babilonia, con 32.

Nunca eludió el combate directo frente al enemigo. Luchaba junto a sus hombres y, en consecuencia, tenía el cuerpo cubierto de cicatrices. Una de sus máximas es la que mejor le describe: No hay nada imposible para quien lo intenta.

¿CUÁNTAS ALEJANDRÍAS EXISTEN?

A lo largo de sus correrías por el mundo del siglo IV AC, Alejandro se entretenía –o entretenía su ego– fundando ciudades que habitualmente bautizaba con su nombre. La Alejandría de Egipto, por todos conocida, es la más famosa entre una cincuentena de ciudades tocayas, más otras veinte que también fundó con un nombre distinto.

Muchas de aquellas Alejandrías desaparecieron bajo la arena de los desiertos, fueron demolidas en guerras posteriores o  abandonadas por sus habitantes, mientras que otras cambiaron de nombre en las vicisitudes de la Historia. Todas han sido buscadas y, en su mayor parte, descubiertas. Pero algunas se resisten. Cuando se localizan, desentierran y, por fin se visitan, parece que los propietarios de las sandalias que desgastaron sus avenidas caminan junto a nosotros.

TRANSOXIANA

Tras vencer al rey aqueménida Darío, las tropas griegas fueron avanzando a través de Asia e incorporando territorios sobre el mapa del vasto imperio persa. Tras recorrer más de 6.000 kilómetros, el ejército llegó a un inmenso río, al que llamaron Oxus, hoy conocido como Amu Daria. 

El río nace en las montañas del Pamir en la actual frontera con China y, tras separar Afganistán, Tayikistán, Uzbekistán y Turkmenistán, muere junto al mar de Aral en un viaje hacia el noroeste de más de dos mil quinientos kilómetros. Rodeado por las altas montañas de Asia Central, el Oxus serpentea a través de un corredor de desiertos salpicados por oasis utilizado primero en las migraciones de especies animales y luego de humanos nómadas. Posteriormente sería el tramo central de la Ruta de la Seda.

Para un europeo de aquel tiempo, el Oxus eran los confines del mundo. Pero los griegos decidieron cruzar el río y adentrarse en la remota región situada al otro lado, a la que llamaron Transoxiana. 

Vista de Kampir Tepe con el verdor que rodea el río Oxus al fondo | Foto: O.L.
Vista de Kampir Tepe con el verdor que rodea el río Oxus al fondo | Foto: O.L.

UN HIPERMERCADO ÉTNICO

Dos largos años le costó a Alejandro pacificar la Transoxiana –hoy día mayormente en Uzbekistán y Tayikistán– y qué duda cabe que pudo facilitarlo su boda con Roxana, la hija de Oxiartes, uno de los caudillos rebeldes.

Más allá de la Transoxiana se encuentran las montañas que daban a la desconocida China, pero los helenos desviaron sus pasos hacia la India. Antes de partir dejaron destacamentos y comerciantes que se mezclarían con la aristocracia local para fundar reinos y ciudades en los que la lengua oficial era el griego, mientras en sus calles se escuchaban toda clase de dialectos. En los talleres gremiales el arte helénico fusionaba con las formas sensuales de la India, y el culto a los dioses del Olimpo convivía con el Mazdeísmo, el politeísmo hinduista y el recién incorporado credo de los seguidores del Buda.

Buda con mezcla de estilos Helenístico e Indio, en Teermez | Foto: O.L
Buda con mezcla de estilos Helenístico e Indio, en Teermez | Foto: O.L

CUIDADO CON LOS COMPATRIOTAS

Las crónicas describen que, tras elegir un lugar adecuado por el que cruzar el río Oxus –hoy ese tramo forma parte de la frontera entre Afganistán, al sur y Uzbekistán al norte– el ejército macedonio necesitó varios días para vadearlo en embarcaciones construidas con el cuero de sus propias tiendas de campaña. También, según Ptolomeo, que Alejandro fundó allí mismo una ciudad, a la que llamó Alejandría Oxiana.

En algún lugar del otro lado del río, ya en el actual Uzbekistán, los conquistadores encontraron un olvidado asentamiento de colonos griegos que recibieron con gran celebración a los recién llegados. Pero cuando Alejandro supo que en las guerras con Grecia habían estado de parte de los reyes persas, ordenó que todos fuesen ejecutados.

DAMA LUNA

“…Más allá están los sogdianos”, escribió Plinio el viejo, relatando las hazañas de Alejandro, “…y en los últimos confines de su territorio, Alejandría, fundada por Alejandro Magno”.

El rastro de esta Alejandría, llamada del Oxus, permaneció oculto durante más de dos milenios. En los años 60, el prohombre afgano Khan Gholam comunicó el hallazgo de objetos antiguos durante una expedición de caza al norte de Afganistán en un lugar llamado Ai-Khanoum (Dama Luna, en Uzbeko). Justo en la orilla sur del Oxus. 

Las excavaciones, dirigidas por el arqueólogo Paul Bernard, desenterraron una rica ciudad con un palacio real construido en una mezcla de elementos persas y helenísticos. Tenía un gran teatro, un gimnasio y varios templos dedicados a deidades helenas. 

La ciudad desapareció del mapa en el 145 a.C., destruida por una incursión de los nómadas del norte. Sus desenterradas ruinas fueron de nuevo devastadas durante la invasión rusa de Afganistán, mientras los arqueólogos se retiraban salvando las piezas de valor. No se sabe en qué estado se encuentra Ai-Khanoum ahora, salvo que con seguridad ha sido expoliada. 

Placa con la diosa Cibeles hallada en Al Khanoum (Afganistán) | Foto: Wikipedia
Placa con la diosa Cibeles hallada en Al Khanoum (Afganistán) | Foto: Wikipedia

La ciudad no podía ser otra que Alexandria Oxiana, y desde entonces así consta oficialmente. Pero las ciudades perdidas son esquivas. Precisamente por eso son perdidas.

Placa en Kampir Tepe señalando que es la verdadera Alejandría Oxiana | Foto: O.L.
Placa en Kampir Tepe señalando que es la verdadera Alejandría Oxiana | Foto: O.L.

MASTURBACIONES NIHILISTAS

Antes de continuar y, para ser honestos, hay que decir que no todo el mundo comparte esa imagen idílica de las ciudades perdidas y las ruinas. La devoción por ellas aparece con el Romanticismo para llenar –dicen–  el vacío mítico que el racionalismo de la Ilustración dejó en la mentalidad moderna. Es cierto que hay algo románticamente morboso en recrearse en la decadencia y la destrucción. Y también que el nihilismo en el que ha desembocado nuestra cultura encuentra un desahogo en falsas nostalgias por mundos perdidos que no conocimos e imaginamos a nuestro capricho. 

Todo eso no será mentira. Pero la emoción que estos lugares suscitan tampoco tiene nada de falso.

HOMBRES CON ALAS

En la cultura popular uzbeka aún flota, como un aroma, la magia de Alejandro. Todos han oído hablar de él, y muchas familias distinguidas aseguran descender de su unión con Roxana. 

Cerca de Samarcanda, en un lugar aún por descubrir, se elevaba la Roca Sogdiana, una fortaleza en lo alto de un risco solo accesible por un estrecho sendero vigilado por arqueros. Allí se refugió la última resistencia a la dominación griega. La leyenda cuenta que los apostados decían que era imposible de escalar y harían falta hombres con alas para tomar el castillo. Y que, una noche, Alejandro pidió voluntarios para hacerlo. Se ofrecieron trescientos. Unos treinta murieron despeñados. Al amanecer, los supervivientes rodeaban las murallas y, tras gritar que eran hombres con alas, los defensores se rindieron desmoralizados.

Patio del Palacio de AI-Khanoum Mnaag, París, Dist. RMN- musée Guimet
Patio del Palacio de AI-Khanoum Mnaag, París, Dist. RMN- musée Guimet

También cuenta la leyenda que fue precisamente allí, al cruzar victorioso las puertas de la ciudad, cuando el macedonio vio por primera vez, entre los notables vencidos, a Roxana, y se enamoró de ella.

UNA SOSPECHOSA CIUDAD GRIEGA BAJO LAS RUINAS DE OTRAS DOS ASIÁTICAS

Año 1972. Unos ciento cincuenta kilómetros río Oxus abajo desde Ai-Khanoum, y en un área de la ribera norte –la uzbeka– llamada Kampir Tepe, el arqueólogo Edvard Rtveladze encontró unas ruinas en una terraza sobre el río.

Maqueta de la ciudad de Kampir Tepe, mostrando su ubicación estratégica. Museo de Termez | Foto: O.L.
Maqueta de la ciudad de Kampir Tepe, mostrando su ubicación estratégica. Museo de Termez | Foto: O.L.

Las excavaciones, iniciadas en 1977, sacaron a la luz el mejor ejemplo urbano del imperio Kushan de toda Asia Central, datado en el siglo II. Pero Kampir Tepe siguió dando juego. Había más ruinas debajo. La capa inferior mostró un período de ocupación saks-parta. Y, al fondo, estaba el caramelo: una ciudad helenística. Ante el hallazgo, Riveladze, en colaboración con expertos de varios países, inició en el año 2000 un estudio exhaustivo de esta última.

CAMINAR POR EL TIEMPO

Llegar hasta Kampir Tepe no resulta fácil, pero merece la pena. Primero hay que viajar a Termez, en la frontera sur de Uzbekistán con Afganistán, separados por el Amu Daria. 

Desde aquí una carretera local, alternando tramos de desierto y campos de algodón, discurre paralela al antiguo Oxus mientras nos va mostrando capas de la riqueza histórica uzbeka. Tras pasar junto al venerado mausoleo del sufí del siglo IX Hakkim al Termezi, y después por el antiguo monasterio budista de Fayuz Tepe, de la época de Cristo, una desviación lleva a las abandonadas ruinas de Kampir Tepe, sin guardia ni protección de ningún tipo. 

Peregrinos en el mausoleo de Hakim al Termezi | Foto: O.L.
Peregrinos en el mausoleo de Hakim al Termezi | Foto: O.L.
En primer plano una estupa budista en el monasterio de Fayuz Tepe
En primer plano una estupa budista en el monasterio de Fayuz Tepe

Las murallas poseen aún una presencia imponente. La ciudad se asienta sobre una elevada península que se adentraba en el río –el Amu Daria ha cambiado su curso– protegida por altos acantilados. En su interior, apenas excavado, entre muros y calles de adobe que parecen derretidos por la erosión de los siglos, uno camina rodeado de sombras de muertos milenarios mientras pasa junto a agujeros que dan a oscuros subterráneos, techos derruidos y grandes cántaras que afloran en el suelo de las antiguas estancias. 

NAVES GRIEGAS EN ASIA CENTRAL

Las investigaciones desarrolladas en Kampir Tepe a partir del año 2000 desvelaron que la ciudad helenística contaba con un puerto fluvial que incluía un faro, dada la importancia del comercio a través del gran río. También se encontraron diversos barrios, un santuario con elementos idénticos a los ubicados en Grecia, e imponentes murallas con torres redondas.

La construcción de la parte más antigua del yacimiento, había comenzado en el siglo IV a. C., coincidiendo con la invasión de Asia Central por Alejandro Magno.

La ciudad no tenía la monumentalidad de Ai-Khanoum, pero contaba con una ubicación excepcional para la defensa. La datación, la cartografía, las formas de los edificios y el análisis de monedas llevaron finalmente a Edvard Rtveladze a concluir que Kampir Tepe era la ciudad descrita por Ptolomeo. Y en 2019, ante el asombro de los descubridores de la otra Alejandría situada en Afganistán, proclamó que había encontrado Alexandra Oxiana.

Y ahora, ¿cómo le llamamos al niño?

MADRES, SOLO HAY UNA

Lo que menos importa son los nombres. Porque pasear entre los muros de la vieja ciudad de barro, que rara vez superan la altura de la cabeza, tenga o no que ver con el nihilismo occidental, es una experiencia que sobrecoge. Uno no quiere irse de allí.

Mientras los expertos se ponen –o no– de acuerdo sobre si la verdadera Oxs Alexandria es la que se encuentra en Afganistán o ésta, recientemente descubierta en Uzbekistán en la orilla norte del mismo río, los que disfrutamos de las ciudades perdidas no podemos dejar de pensar que su atractivo está en su misterio. Y en su fuerza evocadora. Y en el placer que nos produce ensoñar con que, quién sabe: cualquier día hasta podría aparecer una tercera Alejandría del Oxus.


 

Alexandría Oxiana, la ciudad perdida de Alejandro Magno descubierta en dos lugares...
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