sábado. 20.04.2024

Llegó el barco, y la marea AMArilla, se puso en fila para subir al mismo, previamente habían sacado los billetes de ida y vuelta, ya muchos tenían sus vehículos en Somo,  algún miembro de la familia, o amigo,  se encargaba del regreso  y ya había traído el coche hasta cerca de la bahía. Con un pequeño salto ya estábamos llenando la embarcación por babor, por estribor, en proa y  popa, el color amarillo de las banderas y camisetas resaltaban sobre el fondo el del cielo azul de mediados de julio, y esa mar tranquila, que simplemente acunaba levemente el Regina.

Un grupo de amigos, nos pusimos en la proa, con los pelos sueltos y al viento, aunque a algunos, pocos nos quedan… Desde allí disfrutamos de las hermosas vistas, de una de las bahías más hermosas del mundo. Momentos inolvidables, abrazados, sintiendo ese calor de la amistad, del cariño, de aquellos con los que tantos años hemos compartido, penas y alegrías.

Allí estaba una de esas personas que son imprescindibles en cualquier organización, esas que echan valor a la vida, que tienen una sonrisa que ilumina toda la ensenada. Con su optimismo contagioso, luchador como el que más, con el que hemos participado en esos partidos de fútbol, donde hemos disfrutado  como enanos y con los enanos, hemos plantado nuestro bosque de AMA, hemos estado limpiando la playa del Portio en Liencres, hemos disfrutado de los carnavales de Santoña, o incluso hemos cocinado aquellas paellas de los seis días de deporte solidario.

Nuestro amigo Javi, siempre estaba impulsando y ayudando, no recuerdo lamentos salidos de su boca, él era más ayudar y callar, ya que a veces la condición humana es más de hacer  una y contar quince,  él era más de los que hacen quince y no cuentan ninguna; tímido, reservado, pero él y su familia son un orgullo para esta asociación, con esa juventud que tanto se echa de menos en este grupo, que poco a poco se parece más a esos autobuses del IMSERSO, los años pasan y no perdonan, las huellas del tiempo se nos amontonan, esas no se disimulan, ni queremos, al final cada arruga muestras también todo lo vivido.

Por ello, cuando una familia joven toma el timón, el relevo, sientes que hay esperanza, hay futuro, pero el destino ya se sabe que es caprichoso, y sobre todo a veces muy cruel, quiso la desgracia que un accidente tráfico nos llevará a nuestro querido amigo.

El dolor de su familia, lo compartimos toda la gran familia de AMA, ha sido tremendo, hemos sufrido muchas pérdidas, muchos amigos que se nos han quedado en esta larga marcha, pero cuando es de esta forma totalmente inesperada, una persona tan joven, con tantos proyectos e ilusiones, lo cierto es  que es desgarrador para todos los que nos sentimos próximos a él.

Aquí nos ha dejado y nos sentimos huérfanos de su ilusión, pero aquí están su maravillosa familia, dos hijos hermosos por dentro y por fuera, y la niña de sus ojos, casi recién nacida cuando él nos dejó, y que ha sido el bebé, la niña de estas últimas marchas, tan hermosa, como cariñosa, tan bella como su madre, esa compañera, que siempre nos ha dado lecciones de vida, de esperanza, de saber sobreponerse a los mayores golpes que se pueden recibir. Sabemos “que todo llega y toda pasa”, como dijo el poeta, “y lo nuestro es pasar…”, pero mientras nos quede memoria, hay personas que tienen un lugar en nuestro corazón, Javi,  Txela, y toda su familia saben que lo tienen.

El barco se acerca al embarcadero de Pedreña, donde apenas pueden subir; solo unas parejas de turistas pudieron acompañarnos, ya que estaba casi completo, a rebosar. La cara de los que ascienden al ver tantas camisetas y banderas amarillas es todo un poema. Este puerto tiene sus problemas de calado, ya que la arena se acumula, y cuando la marea baja, las embarcaciones tienen que tener mucho cuidado para no encallar.

Seguíamos nuestra aventura, llena de tantas vicisitudes, los más mayores ocupan los asientos, y hablan de sus batallas, de sus recuerdos, de tantas veces que han hecho este trayecto, y de mil y una anécdotas que hemos tenido. Pronto, a allá al fondo, se ve la península de La Magdalena, con su imponente palacio, sin duda uno de los lugares que nadie se debe perder, y donde en sus caballerizas, hoy reconvertidas en un gran salón de actos, e instalaciones para conferencias, hemos estado muchas veces. En ese lugar cada año, se realizan “las jornadas sobre la jurisdicción contencioso-administrativa”, impulsadas por el hoy Presidente del Tribunal Supremo de esa Sala de lo Contencioso-Administrativo, el magistrado Cesar Tolosa; por aquellos tiempos, primero, presidente de esa Sala en el Tribunal Superior de Justicia de Cantabria, y, posteriormente, presidente del mismo Tribunal Superior.  Dicha Sala y sus resoluciones tienen mucho que ver con la situación que padecemos.

Durante más de una década, todos los años teníamos una cita en esas jornadas, ahí hemos escuchado grandes ponencias de los más importantes expertos en el derecho administrativo de nuestro país, personas de gran autoridad y conocimientos. Para algunos, que hemos recorrido el camino del derecho con la intención de comprender y, sobre todo, de buscar soluciones a la situación que tenemos los afectados por los derribos, estas jornadas suponían un refuerzo en el conocimiento, que más tarde se han podido convertir en iniciativas ante otras instituciones para hacer una legislación más justa.

En ese lugar, con los amigos y abogados Gerardo Vázquez, de Andalucía, portavoz de AUAN,  Antonio Cascante, de Galicia, portavoz de AGADE,  lamentablemente fallecido recientemente, gran abogado y mejor persona, del que nos queda un gran recuerdo, que aportaba sus amplios conocimientos en el derecho de la Unión Europea, junto con nuestros amigos Ciriaco García, José Manuel Olaiz y Koldo Talavera, creamos la Coordinadora Nacional de Asociaciones Pro Justicia en el Urbanismo - CAJU-,  a la que posteriormente se han unido muchas más Asociaciones de todo el país. Pese a la distancia, seguimos en contacto, y trabajando en busca de soluciones a nivel nacional,  como las logradas en el pasado, con la inclusión en nuestra legislación de la protección del tercero de buena fe.

Eso sí, a pesar de lo mucho escuchado y aprendido, no es nada sencillo justificar, o incluso entender cómo se ha podido llegar al despropósito e injusticia que sufren tantas familias, que continúan su singladura acercándose a la capital, a la gran urbe, a Santander.

Siguen la singladura y enfrascados en sus conversaciones, unas intrascendentes sobre las cosas que hablan los amigos, arreglando los diferentes mundos, degustando el diálogo tranquilo con los tuyos, con los que sabes que siempre tiene su atención para oír, tanto tus quejas, cómo sus alegrías.

Nosotros llevábamos nuestro propio pirata,  eso sí, de los buenos, de los que rescatan inocentes y luchan contra las injusticias, con el pañuelo atado a cabeza, rostro curtido en mil batallas, armado de ilusión y con el estandarte de los inocentes a cuestas, Brigi, hijo de Lola, la gran Lola, todo un símbolo de AMA, ella que ha derrochado tantas lágrimas que se pueden llenar la bahía con las mismas, que nos ha conquistado con su cariño, con esa voz de abuela de todos, que defiende la suyo y lo de los demás con la misma intensidad, y Francisco, ese señor pequeñito de estatura, y que cuando lo conoces es tan grande en todos los sentidos, bueno hasta decir basta.

La familia de Lola, la familia Arnal, con Teo a la cabeza y su fiel escudero Hilario y su amiga Vitorí son el núcleo duro de AMA, esa buena gente del Camino del Portillo, a los que siguen maltratando las administraciones, ya que han tenido la doble desgracia, de que les roben su patrimonio,  y de que, incompresiblemente, la justicia diga que solo es responsable el ayuntamiento de Argoños, tan incomprensible, como que otras urbanizaciones  iguales a la suya, ubicada en la misma zona, y con los mismos problemas jurídicos, pero en este caso  se ha condenado tanto al citado ayuntamiento, como al propio Gobierno de Cantabria,

Esta diferencia de trato y en las resoluciones judiciales tiene importantes consecuencias, ellos se pueden considerar víctimas de segunda, a los cuales no se les han reconocido la posibilidad de tener convenios, que otros tienen con el Gobierno, y que garantizan al menos en el papel firmado, la no pérdida de patrimonio, el derecho a las viviendas de sustitución y al pago de sus viviendas a valor de mercado.

Ellos, que han sido estafados igual que los demás, ven que usando malas artes jurídicas, y dilaciones injustificadas, y pese a muchas promesas, siguen sin tener los convenios, con los que, al menos, poner un pequeño parche a tanto sufrimiento. Por ello, no podemos dejar de luchar porque se haga justicia para todos, ya que todos somos iguales, todos somos víctimas de unas administraciones crueles y ciegas que no quieren ver ni lo evidente,  y esto, a estas alturas, no ofrece ninguna duda.

“El  Brigi” con sus amigos, los piratas buenos, allí  estaba mirando hacia el puerto para realizar el desembarco, para tomar esa capital, donde enseñar las heridas que los tribunales, e instituciones allí ubicadas han hecho y están haciendo a tantas familias.

Se divisaba el Centro Botín, museo de los poderosos, que construyen donde les sale de sus caprichos, apoyado por el Gobierno de Cantabria, con su presidente, “el salvador del mundo mundial”, Miguel Ángel Revilla, a la cabeza; el mismo que con su gestión y la de sus gobiernos nos tiene aquí intentando luchar por un trozo de justicia,  en este mundo de piratas de los de verdad, de los que sé quedan con lo que nos es suyo, de los que hacen sufrir a los demás para ellos llevárselo crudo.

Felipe, que iba con unos amigos, les contaba que ese Centro Botín era en sí mismo un monumento a la injusticia, para cientos de familias, donde se puede observar con toda claridad cómo se comportan la justicia y las instituciones con los fuertes, con los poderosos, y cómo lo hacen con los ciudadanos, cómo pueden pisotear tus derechos, mientras a otros dejan hacer cualquier barbaridad urbanística en la zona más especial, y protegida, de la propia capital.

Por mucho, que se proteste, que tengas que mover hasta un símbolo de Santander como la Grúa de Piedra, que ocultes a sus ciudadanos una de las partes más bellas de su territorio, eso se prima, se pone incluso dinero público para ello, se modifican parques y carreteras, todo por el gran proyecto. Algunos decían aquello de que “aquí se ve  cómo se trata al banquero, al político  y al obrero, es decir, ríndasele  pleitesía al primero, háganle reverencias el segundo,  y que lo pague todo a cuenta del tercero”.

Hay datos objetivos que te llegan al alma, como que un perito pueda decir que unas viviendas de una altura que no supera los 4 metros tienen impacto paisajístico, estando dentro de un núcleo urbano, mientras que a 150 metros se construye el EDAR de San Pantaleón, una depuradora con torres, que triplican la altura de esas viviendas y, en este caso no hay ningún problema de legalidad; vamos para llorar y no parar.

Viviendas que hoy tienen una sentencia de derribo por ese impacto, que con la descripción en su exposición de motivos, que vista desde la carretera comarcal.

Hoy, desde esa carretera no se ve ni la urbanización, ya que se han construido delante de ella otras dos más altas, que no tienen problema alguno de legalidad, y, unas instalaciones deportivas del Ayuntamiento de Argoños que duplican la altura de las viviendas, ocultándolas totalmente. Veinte años después se sigue  machacando a familias que, en muchos casos, tienen casas que apenas llegan a los 60 metros cuadrados.

Al otro lado de esa carretera comarcal se encuentra la urbanización Pueblo del Mar I, en este caso no han podido aplicar el discrecional y polémico criterio del impacto ambiental, ya que están más bajas que la propia carretera.

En esta zona, según se expone en la sentencia, hay una parte de la misma que está fuera del término municipal, cosa que si fuera cierta, desde luego justificaría la ilegalidad de la misma, pero hace más de 18 años que se ha acreditado y es firme, que todas las viviendas de esta urbanización se sitúan en terrenos dentro del término municipal del ayuntamiento de Argoños,   además, la propia sentencia afirma que estamos ante un suelo urbano consolidado, y el PGOU de 2007 del citado ayuntamiento abre la posibilidad de construir más viviendas de las actuales.

Es más, ahora mismo, se podría realizar un gran derroche de dinero público, derribemos las 78 viviendas de esta urbanización y en ese suelo, que cumple con todas las premisas y bendiciones legales, construyamos, no 78 viviendas, sino 12 más que son posibles, es decir, podemos tirar, derrochar  o dilapidar los recursos de todos los ciudadanos, para luego volver a construir, en el mismo lugar, 90 viviendas.

¿Qué bien jurídico se está protegiendo con el derribo de estas viviendas?, ¿qué interés hay en derribar para volver a construir en el mismo sitio? ¿por qué no han abordado durante años las soluciones reales a estos problemas? ¿por qué se quieren gastar los recursos tan necesarios de Cantabria en una locura semejante?, esta situación de Pueblo del Mar I se puede extrapolar a otras urbanizaciones. Pocas veces una locura política, jurídica y administrativa ha hecho sufrir tanto a cientos de familias.

Después de la descripción de nuestro amigo, el barco ya está cerca de la orilla y, con no poco sentido del humor, Brigi gritaba

  • Capitán puerto a la vista

Andrés haciendo las veces de capital le respondía

  • ¿Qué puerto es el que usted ve?
  • ¿Cuál va a ser mi capitán?,  Puertochico
  • Ah, pues hemos llegado a la capital de Cantabria, lugar de ilustres escritores y pensadores, y donde están todas las instituciones, aquí los más ricos y poderosos tienen sus mejores mansiones.
  • Organización, organización, no se me atropellen para salir, a los ancianos y a los niños los llevamos de la mano.
  • Pero mi capitán, si casi todos somos ya ancianos.
  • Pues nada, darse la mano a uno mismo, o mejor hacer una cadena, no vaya a ser que nos dejemos a alguno en el barco o bañándose en la mar

Se oía el grito de la tropa

  • ¡¡¡al abordaje!!!. ...
  • ¡Que son pocos y… ¡

Aunque la risa y las carcajadas, sonaban fuertes y contundentes, no eran capaces de apagar, el otro miedo, ese que llevábamos dentro.

Desde el embarcadero nos miraban, pensando que allí se estaba rodando una película, quizás una de aventuras, aunque por las pintas podía ser una comedia,  cuando la realidad es que más bien estamos más cerca de una tragedia...

Capítulo 12. La travesía por la Bahía
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