viernes. 19.04.2024

No tiene todavía 20 años, pero Elsa Olea ya sabe lo que es destacar en dos mundos tradicionalmente masculinos. Esta joven, reciente ganadora del V premio Chef Cantabria en este 2017, milita en el Monte, equipo femenino de fútbol con el que ha logrado ascender este año a Segunda División, con una trayectoria ascendente que podría situarlo en Primera en poco tiempo. Pero eso es adelantar acontecimientos. Por ahora, poco a poco, como se cocinan muchos de los platos que prepara esta joven especializada en repostería. Y mucha disciplina.

“Fútbol y pastelería conllevan una disciplina”, explica Elsa, que reconoce sin embargo que “la pastelería requiere mucha paciencia y tenerlo todo muy claro en su momento”. Una paciencia que también está aportando a esta joven una seriedad que traslada al campo de fútbol. En la Escuela de Hostelería de Peñacastillo, donde cursa el segundo y último año, está aprendiendo ante todo la “seriedad que hay que tener en la pastelería, el orden, la disciplina de trabajo, el saber estar”. Es algo que le aportan los profesores, pero que también aplica en su día a día.

De hecho, sin ello no sería fácil compaginar gastronomía y fútbol del modo en que lo hace. Actualmente estudia y aprende entre fogones por las mañanas, y por las tardes (martes, jueves y viernes) entrena con sus compañeras de equipo, viajando a Galicia o a comunidades autónomas cercanas cada quince días. “Por ahora puedo compaginarlo bien”, reconoce Elsa.

“Cuando me metí a esto (la gastronomía) lo hice porque me gustaba. Fue entrar y decir: ‘es mi vocación, es lo que quiero hacer’”

Lograr los triunfos cosechados en estos dos ámbitos dominados por hombres no ha sido fácil. El fútbol femenino carece no solo del reconocimiento que demandan jugadores, entrenadores y familias, sino que las dificultades para lograr la sostenibilidad económica son mayores. Y todo ello incluso en el caso del Monte, donde Elsa juega de extremo y con el que está “consiguiendo la mayoría de los puntos” en la segunda vuelta, que “no está siendo más fácil”.

Tanto en el deporte como en la gastronomía el apoyo de sus padres y su familia ha sido fundamental. “Me apoyan en todo”, revela la joven, que en este sentido no ha encontrado “ningún problema” siempre y cuando “siguiera estudiando y haciendo lo que me gustaba”. Ese apoyo se traslada a los dos mundos profesionales que forman parte de su vida. “Mis compañeras de equipo me felicitaron en cuanto recibí el premio”, recuerda Elsa, que de vez en cuando hace alguno de sus platos y sus postres para el club.

Elsa Olea, frente a la entrada de la Escuela de Hostelería de Peñacastillo

Pero, ¿qué fue antes? ¿El deporte o la gastronomía? Aunque la joven reconoce que “sin una u otra no sería yo”, su primera pasión fue el fútbol. “Empecé con 13 años, y en la Escuela de Hostelería he empezado casi con 17”, revela. En realidad, poco importa cuál fue primero, pues “ahora mismo no sabría cuál elegir. Las dos me encantan y, de momento, puedo compaginar las dos bien”, reconoce Elsa.

Es por esto que, al preguntarla si sería capaz de sacrificar alguna de las dos profesiones que compagina, afirma que “no me gustaría dejar una de las dos cosas”. Es al hablar del fútbol y de la gastronomía cuando el brillo se enciende en sus ojos y se muestra más emocionada.

“Aunque hago encantada platos tradicionales, también me gusta ir avanzando”

“Cuando me metí a esto (la gastronomía) lo hice porque me gustaba, y al ver que lo podía hacer y que era un estudio, que podía tener un título, decidí hacerlo. Pero fue entrar y decir: ‘es mi vocación, es lo que quiero hacer’”, recuerda Elsa.

La especialidad elegida por la joven, la pastelería, no es casual ni obedece a una trayectoria profesional elegida por necesidad. “Lo primero que me atrajo de la gastronomía fue la pastelería”, y como muchos de sus compañeros el origen de todo esto tuvo lugar en su casa, en la intimidad de su cocina con sencillos platos como unas galletas y “ese tipo de cosas”, viendo que “podía seguir avanzando más, y es lo que me gusta”.

Sus preferencias en la cocina combinan lo mejor de la gastronomía tradicional y las vanguardias culinarias. “Aunque hago encantada platos tradicionales, también me gusta ir avanzando”, y en eso sus profesores juegan un papel fundamental, pues incentivan su creatividad impulsando nuevas recetas y técnicas.

Respecto al futuro, y aunque tiene claro hacia dónde quiere dirigir su carrera, no se cierra ninguna puerta. Por lo pronto, y cuando el presente curso termine el ciclo, pretende embarcarse en Dirección de Cocina, un grado superior, y después “como sueño, me gustaría estudiar el master para ser profesora”, pero no descarta que “al final termine trabajando en un restaurante porque me guste la cocina”.

Triunfar en profesiones tradicionalmente de hombres
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