viernes. 19.04.2024

Sumergido en un entorno natural de extrema belleza y con los Picos de Europa y la Cordillera Cantábrica custodiando, el Camino Lebaniego envuelve a los “crucenos” o "Peregrinos de la Cruz” en un viaje por la Cantabria profunda, por su riqueza arquitectónica, prehistórica y natural. Más de 500 años de peregrinación a Santo Toribio de Liébana han hecho de este rincón un lugar venerado hacia donde se desviaban muchos peregrinos en la ruta a Santiago de Compostela para adorar el Lignum Crucis o fragmento más grande de la Cruz de Cristo que se conserva en la actualidad y que se encuentra en el monasterio de Santo Toribio. Pero, este templo de peregrinación tiene su propio camino, el Lebaniego, una ruta de casi 72 kilómetros que llega al citado monasterio. Y es que, Cantabria es la única región del mundo cristiano que cuenta con dos Caminos de Peregrinación Patrimonio de la Humanidad, pues transcurre la parte del Camino de Santiago que se conoce como Camino del Norte y, además, cuenta con su propio Camino con destino a Santo Toribio. Ambos han sido declarados Patrimonio de la Humanidad de la Unesco.

El Camino Lebaniego discurre entre San Vicente de la Barquera y el monasterio de Santo Toribio, atravesando los municipios de San Vicente de la Barquera, Val de San Vicente, Herrerías, Lamasón, Peñarrubia, Cillorigo, Potes y Camaleño. Consta de tres etapas oficiales: San Vicente de la Barquera – Cades (28,5 kilómetros), Cades - Cabañes (30,53 kilómetros) y Cabañes – Santo Toribio (13,7 kilómetros). Y, en su transcurso, pueblos, cuevas y monumentos harán detenerse al andarín para contemplar la belleza de lo que es Cantabria, y especialmente, la comarca de Liébana.

Parque Natural de Oyambre
Parque Natural de Oyambre

Desde su salida en San Vicente de la Barquera, los puntos de interés para todo visitante son innumerables. En esta localidad marinera, destacan el Castillo del Rey; el convento de San Luis donde se hospedó Carlos V en 1517 para ser coronado rey; el Puente de la Maza; y el Santuario de la Barquera. Dentro del Camino Lebaniego, su punto de partida es la iglesia de Nuestra Señora de los Ángeles, una imponente parroquia declarada Bien de Interés Cultural en el año 1931 que domina sobre la villa. Aquí, una de las visitas imprescindibles es el Parque Natural de Oyambre, espacio protegido que comprende los estuarios de la ría de San Vicente y la ría de  la Rabia y su entorno, ofreciendo acantilados, playas, dunas, rías y marismas arenosas de gran belleza. El Parque tiene un Centro de Interpretación que ofrece talleres, rutas autoguiadas y programas de educación ambiental.

Desde San Vicente, continuando hacia Serdio, encontraremos la Torre de Estrada, de estilo gótico, que parte de un conjunto defensivo con foso, cerca, torre y capilla. Su origen se remonta al siglo VIII, reconstruida de nuevo en el XII y rehabilitada en el 2005.

Ferrería y Molino de Cades Foto Turismo de Cantabria
Ferrería y Molino de Cades. Foto: Turismo de Cantabria

En Muñorrodero comienza la Senda Fluvial del Nansa, donde disfrutar de la naturaleza en uno de espacios protegidos de Cantabria. Y en su paso por Cabanzón, es de obligada visita su torre con cerca defensiva de estilo gótico. La primera etapa no puede finalizar sin una vista a la Ferrería y Molino de Cades, uno de los pocos ejemplos de ingenios hidráulicos que se pueden ver en funcionamiento donde detener y volver el tiempo atrás. En este lugar con historia se pone en valor parte el patrimonio más emblemático de la comarca Saja - Nansa y recupera un edificio que forma parte de un conjunto rural del siglo XVIII.

El inicio de la segunda etapa puede comenzar con una parada para observar la arquitectura románica con influencias del protogótico en una pequeña iglesia rural, la Iglesia de Santa Juliana, declarada Bien de Interés Cultural y con origen a finales del XII y principios del XIII.

la Iglesia de Santa Juliana Foto Turismo de Cantabria
la Iglesia de Santa Juliana. Foto: Turismo de Cantabria

En este punto, y aunque nos desviemos un poco de la ruta dirección Santo Toribio, cabe destacar dos importantes cavidades dignas de descubrir, La cueva de Chufín  y la de El Soplao, unas auténticas joyas que nos dejaron como  herencia paleolítica quienes poblaron esta Cantabria verde años atrás. No hay que olvidar que la comunidad guarda en su interior la mayor densidad de cuevas con arte rupestre del mundo con diez de ellas declaradas Patrimonio de la Humanidad. La cueva de Chufín fue empleada como hábitat durante el período Solutrense y tiene un verdadero tesoro en su interior: las pinturas rojas. Por otra parte, la Cueva de El Soplao fue descubierta a principios del siglo XX con motivo de la explotación de las minas de La Florida y está considerada una de las grandes maravillas geológicas a nivel internacional. Se trata de “una cavidad única” por la espectacularidad y belleza de sus formaciones, entre las que destacan especialmente las llamadas 'excéntricas', junto a las caprichosas formas que adoptan estalactitas, estalagmitas, columnas, coladas, etc. 

Cueva El Soplao
Cueva El Soplao

La siguiente localidad del Camino es Cicera, pero antes podemos detener nuestro camino y acceder hasta el mirador de Santa Catalina para disfrutar de sus vistas. En él, el vértigo y la belleza comparten protagonismo a partes iguales. Tiene algunas de las mejores vistas del tramo más profundo de la garganta del desfiladero de La Hermida y son muchos los que ya lo han catalogado como uno de los más impresionantes de Cantabria. Se encuentra en el monte Hozarco, municipio de Peñarrubia, y se asienta sobre las ruinas del castillo altomedieval de la Bolera de los Moros. Para acceder a él, hay que hacer un recorrido donde se encuentra la senda Mitológica del Monte Hozarco. Allí, el visitante se encontrará con una serie de criaturas de la mitología Cántabra que ‘viven’ en ese bosque.

Mirador de Santa Catalina | Foto: edc
Mirador de Santa Catalina | Foto: edc

Volviendo a Cicera, el siguiente punto del Camino es Lebeña, que cuenta con el principal monumento prerrománico de Cantabria y uno de los más importantes del estilo denominado Mozárabe, la Iglesia de Santa María de Lebeña. El trayecto sigue por el pueblo de El Allende hasta Cabañes, que cierra esta segunda etapa.

En el tramo final del recorrido, los peregrinos pueden aprovechar para degustar algunos de los manjares de la región, como son los quesos de Liébana o el tan afamado orujo. De Pendes a Tama, allí descansa el centro de interpretación de los Picos de Europa en el cual se realiza un viaje por el paisaje del Parque Nacional, su geomorfología, fauna y vegetación, sus redes fluviales y sus usos cotidianos a través de la relación entre el hombre y la naturaleza.

la Iglesia de Santa María de Lebeña Foto Turismo de Cantabria
la Iglesia de Santa María de Lebeña. Foto: Turismo de Cantabria

En la ruta, se pasa por uno de los pueblos más atractivos de Cantabria, Potes. Es conocida como la villa de los puentes y de las torres entre las que destacan la del Infantado y la de Orejón de la Lama, ambas del siglo XV. Además, sus callejones blasonados y calles empedradas evocan al pasado de la villa, que ofrece una destacable oferta gastronómica, con su popular cocido lebaniego como plato más popular.

Potes
Potes

Culminamos el viaje en el Monasterio de Santo Toribio, el broche final de la peregrinación donde los fieles recibirán la tan deseada Lebaniega, una credencial específica y un documento acreditativo de la peregrinación.

Las paradas obligadas del Camino Lebaniego, un viaje para descubrir Cantabria
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