jueves. 25.04.2024

La Covid-19, desde sus inicios, ha interrumpido y ha cambiado por completo el sistema educativo, por lo que se ha visto afectada la comunidad universitaria. En marzo de 2020, mientras se cursaba el segundo cuatrimestre del curso, los alumnos/as y docentes tuvieron que recurrir a la tecnología de la información y las comunicaciones (TIC) para terminar el curso lectivo en la medida de lo posible.

La herramienta de la tecnología, al mismo tiempo, supuso una dificultad en el personal educativo y estudiantil, ya que la mayoría de docentes no contaban con las aptitudes más básicas en el manejo de las TIC. Esta brecha digital reflejó el retroceso a nivel profesional en cuanto a la calidad docente.

Ante esta situación, la mayoría de los centros educativos, universidades y sus docentes reaccionaron de la forma más acorde a la situación tan repentina que estaban viviendo, como el costear cursos para mejorar las aptitudes de los profesores en el ámbito tecnológico, “nos han proporcionado cursos a los docentes para poder realizar las clases online y se han creado grupos de trabajo a través de las plataformas: Teams, Zoom y Kahoot”. Así mismo, los docentes se han tenido que moldear ante la situación impuesta, “ha sido una nueva forma de evolucionar ante un problema como el que estamos sufriendo, con mucho esfuerzo saldremos reforzados”, declara el docente Óscar Pico. Solo uno de cada ocho estudiantes abandonó sus estudios por no tener acceso inmediato a clases durante los meses de abril y mayo de 2020, considerando que el año lectivo “estaba perdido”, y a esto se le suma el miedo que sintieron muchos alumnos del último año durante el segundo cuatrimestre del curso 2019/2020.

Cristina Vega, alumna de Magisterio que en su último año de carrera se enfrentó a la primera etapa de la pandemia, recuerda “mucho caos, tenía la incertidumbre de cómo iban a realizarse los exámenes, qué métodos usarían los profesores en esta situación tan extraordinaria, y sobre todo si podríamos defender nuestro TFG para graduarnos. Al principio pensábamos que sería cuestión de unas semanas, pero con el aumento de los casos supimos que duraría mucho más”. A pesar de todo, la estudiante afirma que se terminó adaptando.

El 21 de junio la curva de nuevos contagios comenzó a disminuir y con ello el levantamiento del confinamiento domiciliario impuesto el mes de marzo. Ante esto los centros escolares y universidades decidieron planear para el curso lectivo siguiente tres tipos de enseñanza: síncrona, asíncrona y presencial, siempre y cuando cumplan las restricciones y medidas establecidas.

Estos nuevos modelos de aprendizaje generaron cierta reacción en el alumnado. Mar Horna, alumna del grado de Publicidad y Relaciones Públicas, muestra satisfacción al ver que su universidad ha optado por la presencialidad, diciendo que “ir a clases me da vida y sobre todo que estoy socializando”, pero al mismo tiempo no le parece correcto otras medidas: “no me parece normal meter a muchos estudiantes en una sola clase y mucho menos, estar en el pasillo varios alumnos de diferentes grados esperando a que llegue el profesor”. Otra alumna de Derecho dice que sus notas han bajado a causa de las clases en línea, “siento que no aprendo mucho, sobre todo con temas muy complejos”.

JUVENTUD SIN FUTURO

Durante décadas se ha repetido la frase "los jóvenes son el futuro del mundo". Sin embargo, el panorama en medio de una pandemia global no augura un gran futuro laboral para ellos. Desde el inicio de la pandemia la tasa de desempleo ha descendido en 622.600 personas (un -3,12%) en los 12 últimos meses, según el Instituto Nacional de Estadística (INE).

Los jóvenes ya vienen arrastrando una precariedad laboral, y ésta se intensifica con la crisis sanitaria actual. Antes de la pandemia, la juventud ya optaba por irse al extranjero o a las grandes ciudades en busca de oportunidades laborales, hoy en día la idea no ha cambiado. Así lo refleja Carmen Toraya, estudiante de doble grado de Comunicación y Periodismo: “no veo que la situación actual ayude mucho. Al fin y al cabo, son pocos los que acaban trabajando de lo suyo después de muchos años de estudio y constancia, y eso es algo frustrante”. Así mismo, otra estudiante asegura que algunas empresas no valoran el trabajo de los recién graduados y mucho menos los consideran profesionales, argumentando que “quien mejor que un sobrino para hacer un logo o que tu hermana suba tres fotos para hacer marketing digital”.

Las consecuencias económicas y laborales de la pandemia han marcado un panorama de inestabilidad futura en los jóvenes universitarios. La llamada generación del confinamiento, como lo ha precisado la Organización Internacional del Trabajo (OIT), siente temor ante la peor crisis a nivel mundial nunca antes vivida.

El efecto de la pandemia en la generación del confinamiento
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