lunes. 17.06.2024

El pasado mes de abril, tras 18 años desde su descubrimiento, la Justicia finalmente obligó al Gobierno de Cantabria a premiar al descubridor de los restos de la ermita románica de San Juan de Raicedo. Unos restos que el propio Ejecutivo regional aseguró que tenían “valor histórico y artístico singular” en el momento de su descubrimiento, en 2006. Sin embargo, la controversia no ha desaparecido, aunque ahora no está tanto en la sentencia judicial como en el origen real de los restos, que el arqueólogo José Ángel Hierro Gárate, autor de diversos libros y artículos sobre la historia de Cantabria, sitúa en la antigua iglesia medieval de San Jorge de Las Fraguas.

La pista nació, como ha señalado Hierro Gárate, de un dibujo publicado en 1906 en el semanario ‘La ilustración española y americana’, y que aparece en el libro ‘El valle de Iguña’, de la editorial Librucos. Se trata de una vista general del palacio de Los Hornillos, construido entre los últimos años del siglo XIX y los primeros del XX, con el siguiente pie: “Las Fraguas (Santander). Casa de Los Hornillos, propiedad del duque de Santo Mauro, visitada por los reyes de España el 29 de julio último”.

Si en una fecha tan reciente como 1906 el arco seguía en su emplazamiento original en Las Fraguas, “se puede descartar completamente que se hubiese reutilizado antes en el edificio de La Colá”

Junto a la imagen, en un recuadro, aparece otro edificio. Una pequeña iglesia aparentemente sin tejado y abandonada entre la vegetación con el título “Paisaje de los alrededores”. En medio de la fachada de esa construcción “se aprecia perfectamente un arco simple con chambrana o guardapolvo y cuyas dovelas están decoradas con una llamativa línea quebrada triple”, apunta el arqueólogo sobre esta ilustración de Mariano Pedrero.

Según asegura Hierro, es un arco “exactamente igual” al que se expone actualmente en el Museo de Prehistoria y Arqueología de Cantabria (MUPAC), recuperado en 2006 junto con otros restos constructivos medievales en el paraje denominado La Colá de San Juan de Raicedo, en las ruinas de una pequeña edificación.

“La ilustración de Pedrero, a la que pertenecía el arco, no es otra que la antigua iglesia de Las Fraguas, de origen medieval y dedicada a San Jorge. Se localizaba muy cerca del mencionado palacio, en el mismo lugar en el que hoy se levanta el edificio religioso con la misma advocación conocido popularmente como El Partenón”, detalla Hierro.

En un comunicado explica que esta construcción con forma de templo romano, que imita a menor escala a la Madeleine de París, fue erigida por los duques de Santo Mauro en la segunda década del siglo XX y entregada a Las Fraguas para su uso como iglesia parroquial en sustitución de la vieja, que se encontraba en ruinas y cerrada al culto.

Detalle de la ilustración, con la antigua iglesia de San Jorge de Las Fraguas y su arco de acceso (cortesía de Ramón Villegas)
Detalle de la ilustración, con la antigua iglesia de San Jorge de Las Fraguas y su arco de acceso (cortesía de Ramón Villegas)

Para Hierro, el hallazgo de la representación gráfica del arco encontrado en Raicedo en su ubicación original, además de servir para conocer cuál es su verdadero origen, permite hacer una serie de precisiones en torno al lugar en el que apareció y las ruinas presentes porque, en su opinión, “en ningún caso pueden pertenecer a una antigua y desconocida ermita románica, como se repite desde su descubrimiento en 2006”.

Para el arqueólogo, el edificio de La Colá fue “algún tipo de construcción de función no religiosa”, como una caseta, un refugio de caza o algo similar

“Ni siquiera a una ermita de época moderna en la que se hubieran reutilizado elementos románicos procedentes del desmantelamiento de otra iglesia de los alrededores, como también se ha llegado a sostener”, añade.

A su juicio, si en una fecha tan reciente como 1906 el arco (y el resto de elementos constructivos decorados) seguía en su emplazamiento original en Las Fraguas, “se puede descartar completamente que se hubiese reutilizado antes en el edificio de La Colá”, a lo que añade que “si esto último se hubiera hecho con posterioridad a esa fecha (alrededor de 1910), existiría tanto documentación gráfica y escrita como memoria vecinal acerca de esa presunta ermita de Raicedo”, cosa que “no ocurre”. Además, su estado “no sería de ruina total, con tan poco tiempo transcurrido”. 

Para el arqueólogo, el edificio de La Colá fue “algún tipo de construcción de función no religiosa”, como una caseta, un refugio de caza o algo similar. Y añade que no aparece representado en un detallado plano militar de 1893, en el que sí figuran señaladas como iglesias las ermitas de los alrededores e incluso la antigua de San Jorge de Las Fraguas.

Una afirmación, continúa, que también justifica en que ni sus dimensiones ni su forma “son compatibles con una función como iglesia, por pequeña que fuera”. A lo que hay que añadir que la intervención arqueológica realizada allí en 2006 “no encontró restos medievales de ningún tipo ni, por supuesto, una necrópolis alrededor del edificio”, pero sí constató el carácter “moderno” de la construcción.

En su opinión, todo indica que, como ya sostuvo en su momento Miguel Ángel García Guinea en el tercer volumen de la Enciclopedia del Románico en Cantabria, se trata “de un depósito (…) de materiales traídos de otra parte”, procedentes “del desguace de otra iglesia del entorno más importante que pudo ser demolida o arruinada”.

Dibujo de M. Pedrero en “La ilustración española y americana” (cortesía de Ramón Villegas)
Dibujo de M. Pedrero en 'La ilustración española y americana' (cortesía de Ramón Villegas)

Tomando como referencia el dibujo de Pedrero, Hierro afirma que esa iglesia fue la antigua de San Jorge de Las Fraguas, ubicada 1 kilómetro al suroeste, al otro lado del Besaya, si bien “faltaría por averiguar por qué esos materiales (el arco, partes de otro, canecillos, cimacios, basas, capiteles…) se acopiaron en ese lugar y terminaron abandonados”.

“Quizá hubo algún tipo de proyecto por parte de los duques de Santo Mauro para reutilizarlos en otra construcción tras el derribo de la iglesia a la que pertenecían y, por circunstancias que desconocemos, nunca se llevó a cabo”, sostiene Hierro.

“No hay que olvidar que el terreno donde aparecieron era de su propiedad entonces y lo es hoy de sus descendientes. En todo caso, aunque fueron encontrados en Raicedo, su origen en la localidad vecina está ahora fuera de duda. Al igual que el carácter civil reciente, ni religioso ni medieval, de las ruinas de La Colá, con las implicaciones que todo ello pudiera tener en las polémicas que rodean a unos y a otros en los últimos tiempos”, concluye.

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