viernes. 26.04.2024

El acusado de abusar sexualmente y durante varios años de la nieta de su entonces pareja cuando era menor de edad ha negado este martes los hechos en el juicio contra él, en el que ha asegurado que "nunca" se produjeron los tocamientos denunciados: "No la toqué ni una vez siquiera".

Mientras, la víctima, que ha indicado que tenía entre unos 12 y 14 años cuando ocurrió todo, se ha reafirmado en su relato aseverando que los tocamientos sucedieron "muchísimas veces". Ha señalado que el hombre empezó dándole "picos" y luego, cuando "fue pasando el tiempo y cogiendo confianza", siguió con "besos con lengua y tocamientos", primero por encima de la ropa -en la zona de los pechos y genitales- y después por debajo, hasta llegar a meterle los dedos en la vagina.

La chica, que ahora tiene 18 años, ha manifestado que iba los fines de semana a casa de su abuela y "siempre pasaba algo"

La chica, que ahora tiene 18 años, ha manifestado que iba los fines de semana a casa de su abuela y "siempre pasaba algo: siempre me tocaba", según ha expresado ante la sala de la Sección Tercera de la Audiencia Provincial de Cantabria que ha enjuiciado los hechos, que han quedado vistos para sentencia.

En la sesión, en la que también han comparecido varios familiares como testigos o las psicólogas que han valorado y atendido a la chica, las partes han elevado a definitivas sus conclusiones provisionales.

Así, el fiscal ha ratificado la petición de doce años de cárcel por abuso sexual continuado, que la acusación particular eleva a 16 mientras la defensa ha reclamado de nuevo la libre absolución para su cliente, al que se imputa "algo que no ha sucedido".

Sin embargo, el representante del ministerio público entiende que todas las declaraciones de la chica han sido "firmes, sin fisuras y persistentes", por lo que su versión es "creíble" y ha sido "cotejada" además por las pruebas testifical y pericial.

Durante el interrogatorio de las partes, la joven ha explicado que desde que era pequeña ha vivido con su abuela materna y que los fines de semana o en vacaciones iba a casa de la paterna, que inició una relación con el procesado cuando ella tenía unos once años de edad.

Fue entonces cuando empezó a darle besos "normales: picos, de forma cariñosa, o eso pensaba yo", ha comentado. Luego pasaron a ser "con lengua", "cuando se despedía o le daba la gana", ha apostillado.

Y aproximadamente un año después, cuando el hombre empezó a vivir con la mujer, comenzaron los "tocamientos", que "siempre" se producían cuando la abuela no estaba presente. Y aunque el procesado le decía que era "un juego", la víctima se sentía "incómoda".

Pero también tuvieron lugar en un caseto en el huerto de la vivienda, donde una vez la "sobó" al pasarle "las manos por los pechos y las partes íntimas", o en la piscina de la un gimnasio: "me agarró y me metió las manos por el bañador", ha descrito.

"Venía cuando le apetecía y me cogía por donde él quería", ha resumido la joven, para precisar que la agarraba "fuerte" hasta hacerle "daño" o que se "tiraba" encima para "frotar" sus partes con las suyas. Y aunque "nunca" le dijo que no le gustaba lo que le hacía, cree que él "tenía que notarlo porque le evitaba".

Esos abusos se produjeron de noche, estando los tres en la cama y en un momento en el que la abuela se quedó dormida

En una ocasión, esos abusos se produjeron de noche, estando los tres en la cama y en un momento en el que la abuela se quedó dormida. Según su versión, el acusado aprovechó para meterle los dedos en la vagina y la cogió las manos para llevarlas a su pene.

"ERA UNA NIÑA. NO SABÍA LO QUE ME ESTABA HACIENDO"

"Yo era una niña, no sabía lo que me estaba haciendo", ha expresado a preguntas del fiscal acerca de por qué se dejaba tocar. En este punto, ha explicado que un día vio un programa de televisión en el que "salían cosas de abusos" y se dio cuenta de que era lo que le estaba "pasando" a ella, y dejó de ir a casa de su abuela.

Pero además, ha manifestado que el enjuiciado la "tenía amenazada: si contaba algo, me iba a hacer cosas peores", ha expresado para justificar así su silencio y, también, por la "preocupación" y el "miedo" a que les sucediera lo mismo a sus dos hermanastras, en especial a la pequeña, o también a que no la creyesen.

Al hilo, la víctima, -que continúa en tratamiento psicológico aunque ha ido evolucionando "poco a poco" y se encuentra "cada día mejor"-, ha apuntado que contó "todo" lo sucedido cuando su abuela rompió la relación con el hombre, ya que entonces se sentía "más liberada" y comprobó además que tenía apoyo familiar.

Preguntada por si siente odio o animadversión hacia el acusado, ha contestado que "lo único que le tengo es asco", además del citado "miedo". Pero "cuando no me hacía nada, era como un abuelo. Le quería muchísimo", ha contrastado.

El acusado, que solo ha respondido a la fiscal y a su abogado, ha expresado que se llevaba "muy bien, fenomenal", con la víctima, que iba "de vez en cuando" a casa de la abuela aunque el "siempre" estaba fuera, pues entre semana trabajaba -en la construcción- y los sábados y domingos solía ir a jugar a las cartas o a pescar.

Y, en cualquier caso, ha negado los hechos, al asegurar que "nunca" besó a la menor -salvo en la mejilla, al saludar o despedirse- ni la hizo tampoco tocamientos, "ni una vez". Y en similares términos, ha rechazado haberla amenazado: "Ni tan siquiera la he reñido", ha zanjado.

Tampoco percibió "nunca" que la joven no quisiera estar cerca de él, y ha achacado la época en la que dejó de ir unos "meses" al domicilio a "problemas con su abuela, porque no la dejaba salir". En este punto, ha señalado que cuando la adolescente necesitaba cosas -ropa, calzado o incluso alcohol y tabaco, o que la fuera a buscar alguien- se lo pedía a él.

A preguntas de su letrado ha detallado que la relación con la abuela se prolongó durante unos siete años, hasta que él decidió dejarla y ella "se puso como loca", por lo que no fue una "ruptura cordial". Es más, le denunció por malos tratos o por supuesto quebrantamiento de la orden de alejamiento sobre la menor, aunque en ambos casos quedó absuelto.

TESTIGOS Y PERITOS

En la vista han declarado varios testigos, como el padre biológico y el padrastro de la víctima, así como sus abuelas: la materna, con la que vive, y la paterna, expareja del denunciado. Esta última ha manifestado que no notó que ocurriera "nada de tensión" entre ambos hasta que la pequeña dejó de ir a su casa porque sentía "cierto rechazo" hacia él.

De acuerdo con su versión, fue ella la que cortó la relación y le denunció, "por todo lo que aconteció entre él y yo", tras lo cual su nieta "explotó" y contó lo que le había sucedido y que ella "nunca jamás" pensó que pudiera ocurrir.

"Nunca se me pasó por la imaginación ciertas cosas", ha comentado la mujer, que se ha referido a su nieta como una chica "reservada" pero no "mentirosa, para nada". Y ha justificado que apenas haya vuelto a su casa porque le pasa como a ella, que "se le cae encima. Me siento culpable", ha confesado.

"LA SINTOMATOLOGÍA DEBUTA CON EL DESVELAMIENTO DE LOS HECHOS"

La perito que examinó a la víctima tras la denuncia la ha definido como "bastante madura y muy colaboradora y abordable", en tanto que ha calificado su relato de "muy coherente". Así, se mostró "nerviosa, triste y se alteraba" al relatar los hechos, y también expresó de forma "insistente y reiterativa" miedo a que sus hermanas menores pasaran por la misma situación que ella.

Esta experta cree que la sintomatología que ha presentado -como ansiedad- está "bastante relacionada" con los hechos y "no hay otra causa". Su psicóloga también ha referido depresión o trastornos del sueño, así como sentimientos de desamparo o soledad, que ha atribuido además a la conflictividad familiar, pero "la sintomatología debuta con el desvelamiento de los hechos".

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