Ocaña, la alegría para seguir adelante, para ser feliz

Osado, descubridor, inobservante, insubordinado, innovador…, en su propia estética, en su representación del espectáculo por antonomasia, y artista de original formato

“En mis ojos ven la alegría y la tristeza y las cosas del mundo que hay en la gente marginada. Yo soy un marginado (…) como los ladronzuelos que roban motos… aunque soy pintor me puedo meter en su mundo, me siento identificado con toda esa gente, me encanta y me fascina”. Ocaña, retrato intermitente. Documental de Ventura Pons, 1978.  

Si alguien quisiera adjetivar la calidez humana que, por naturaleza, acredita el artista José Pérez Ocaña (Cantillana, Sevilla, 1947 – Sevilla, 1983) le llevaría seguramente más de un renglón. Osado, descubridor, inobservante, insubordinado, innovador…, en su propia estética, en su representación del espectáculo por antonomasia, y artista de original formato. En la década de los setenta ya hablaba de asuntos que aún siguen hoy de actualidad, como la diversidad sexual o el personaje de la masculinidad. Tenía verdadera aversión al ejercicio social de colgar rituales, sellos o estereotipos, por lo que consideraba ya hace medio siglo que las mujeres están más abiertas a las relaciones sexuales lésbicas, mientras que los hombres deben reprimir su posible homosexualidad para demostrar su virilidad. Demostración que se fragua de una manera inmisericorde y miserablemente en los casos de homofobia.

Y así, cada 18 de setiembre nos acordamos más, si cabe, de Ocaña, en la fecha del fallecimiento que un artista que intento reformar de verdad, sin él saberlo, la España de la Transición, en la defensa del derecho de vivir en paz, siendo él mismo. Ácrata o anarquista, este artista hizo de su continuo desafío una manera de ser y existir y, por lo tanto, de lucha.

Y en la Plaza de la Diversidad de la Ciudad de Murcia, la Plaza de los Derechos de las Personas LGTBIQ+, José Pérez Ocaña tiene una placa circular conmemorativa, la número 3, que dice: “GAY – PINTOR – ACTIVISTA Ayuntamiento de Murcia JOSÉ PÉREZ OCAÑA NO TE PRIVES”, y cuyo crédito es “Abelardo López Palacios, Wikimedia commons, Licencia CC-BY-SA 4.0”. 

Un icono de los más queridos en la familia LGTBQ

Ocaña fue el símbolo o la figura más relevante en la familia LGTBQ en cuanto a su nobleza o dignidad

Tampoco es que de su obra pueda decirse mucho de la cantidad, pero sí de la que se ha desarrollado acerca de él. Ocaña fue el símbolo o la figura más relevante en la familia LGTBQ en cuanto a su nobleza o dignidad, en relación con esa alegría que emanaba de todo su ser y por su identificación con los más frágiles e inseguros. Y esa familia ha tenido la función de recuperar la relación de este artista que en parte ha sido prescindido por los diversos organismos: “Se hizo una exposición en el Virreina con la que el Ayuntamiento [de Barcelona] quiso saldar la deuda pero también, (…) esa ciudad del diseño aplaca esa Barcelona underground y la soterra en pos de la ciudad del parador, del diseño, del ‘ponte guapa’ y del maquillaje -Marc Rosich, Ocaña, reina de las Ramblas-, una pieza de teatro que, en una primera versión, se hizo en alemán para la Neuköllner Oper de Berlín y que Rosich reescribió en castellano”. 

¿Quién era José Pérez Ocaña?

Su predicamento sigue estando vigente desde que lo articuló y declaró hace medio siglo, con una forma de exteriorizarlo sin aprensión ni fingimiento alguno, como algo normal en él, y su modo de vivir, además de su expresión artística, han justificado en él, como decimos arriba, una referencia y un ejemplo en el colectivo LGTBI. El año pasado, por ejemplo, en uno de los numerosos tributos que se le han ofrecido, el Orgullo de Sevilla se entregó trasparente y diáfanamente a su persona y personaje.

El actor y pintor Ocaña murió en Sevilla, víctima de una hepatitis” (El País, ed. Sevillana, de 19-IX-19839’. Había fallecido el día antes, y decía verdad. Sin embargo, a aquel fallecimiento parecía rodearlo solo una insuficiencia hepática y un titular más bien corto.

“La vida entera es un teatro”, decía. “El travestismo es un arte visual”. Dos frases que retratan su teatro, una forma expresiva provocadora, un arte en donde sus dos personajes, él mismo y el que representaba, resultaban uno solo y único. Ambos han hecho que sigan más vivos que nunca, como artista y como imagen LGBTIQ+.

Además de, como hemos dicho, ser un activista, era un performer en su vida y en el escenario. Ejecutaba su obra artística con formato original ante la audiencia, intentándola sorprender mediante su estilo o por su temática, ambas a la vez, a través de la improvisación, centrando su arte con el lenguaje conceptual e invitando al público a participar en el acto.  
 

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