Arronti’l pueblu y el su espertar

No existe actualmente en el Parlamento cántabro ni un solo partido que reclame y abiertamente defienda y promueva sin miedos y sin complejos el cántabru

Todo lo que se necesita saber para ver lo que realmente está sucediendo es esto: Los diferentes procesos de transformación del lenguaje, así como la adaptación de estos a las normas y a los nuevos cánones internacionales y globalistas tienen como base principal y fundamental el desposeer a los pueblos de identidad y de permanencia, de cultura y de saber. Por lo que los mantras basados en las premisas y en las frases hechas para la galería tan solo son una mentira de calibres inclasificables, y por lo tanto tan absolutamente mal olientes, que incluso para reflexionarlas y meditarlas no nos vale con que tan siguiera nos limitemos a contener el aliento y la respiración.

No se entiende y comprende a estas alturas que después de más 40 años no se haya podido lograr tan siquiera el reconocimiento del cántabru como lengua oficial y/o cooficial para Cantabria

Y decimos esto porque no existe actualmente en el Parlamento cántabro ni un solo partido que reclame y abiertamente defienda y promueva sin miedos y sin complejos el cántabru. Esto es algo que vamos a poder ver próximamente cuando el 28 de Juliu se celebre en Bárcena la Puenti el “Día Nacional de Cantabria”. Y ni tan siquiera el mismo PRC, que como ya mucha gente sabe y conoce no es sino disidencia controlada, creada y supervisada por el propio Estado para evitar así y de esta manera el surgimiento de una auténtica y verdadera fuerza política soberanista y/o independentista en nuestro país.

Un PRC que ha sido por lo tanto el freno de contención necesario que ha utilizado muy hábilmente el Estado para evitar que en esta tierra surgiera una conciencia despierta, identitaria y soberanista que pudiera reclamar o encauzar sus vías políticas hacia escenarios diferentes o no preestablecidos por ese mismo Estado,  que siempre ha sido anulador de ideas e identidades. Y es que no se entiende y comprende a estas alturas que después de más 40 años no se haya podido lograr tan siquiera el reconocimiento del cántabru como lengua oficial y/o cooficial para Cantabria. Una circunstancia esta que no se ha dado en otras partes del Estado (Aragón, León, etc.) con desde luego menos hablantes patrimoniales en su propia lengua.

De estas cosas ya se hizo eco en la década de los años 70 del pasado siglo la organización clandestina y semi armada “Mugura”, al castellano “Resistencia”. Una estructura revolucionaria con deseos de haber sido luego una vanguardia de carácter político militar, pero que “lamentablemente” para muchas personas (y con apenas entonces una docena de militantes de ya avanzada edad, y hoy ya muertos y/o desaparecidos) finalmente no pudo pasar “a la acción” para reclamar lo que en otras partes del Estado sí que se pedía de una manera clara, abierta y reivindicativa.

Pues esto hay que reflexionarlo y decirlo alto y claro, ya que esas organizaciones revolucionarias y/o armadas que han existido y peleado en el siglo pasado en el Estado, luego han sido las que a posteriori han logrado para sus territorios (y también circunscripciones) el que su lengua sea hoy reconocida por el Estado y sus instituciones. Una Mugura que quería reclamar y era plenamente consciente entonces de que para que Cantabria pudiera existir como ente jurídico y político-social, la permanencia y la vigencia del cántabru era antes y necesariamente una premisa irrenunciable e irrevocable a la cual no se podía de ninguna de las maneras renunciar y desertar.

Y es que para esta organización resultaba ser más que evidente que el Estado poseía en aquellas épocas del pasado siglo (y ahora aún muchas más) los mecanismos y los dispositivos más cualificados y competentes (desindustrialización, control absoluto de los medios de comunicación, extensión de las drogas entre la juventud rebelde y revolucionaria, etc.) para a través de sus diferentes actuaciones provocar una renuncia progresiva, y a posteriori, un abandono pautado y marcado de las señas de identidad más específicas y definitorias de un pueblo a través de la renuncia voluntaria (y no voluntaria) de su propia lengua.

Que de las luchas del pasado siglo en favor de Cantabria y de la cantabricidad más reivindicativa hayan “quedado” solo y únicamente la defensa y la promoción del “lábaru” (que está bien), no es desde luego suficiente, y para nada tampoco revelatorio de nada grande, ya que con esto no se construye país, ni tampoco autogestión, autonomía, y finalmente soberanía para poder avanzar y decidir.

Es imposible que el cántabru medre y prospere si antes un partido político que apueste por nuestra lengua no posee previamente la Secretaria General de Educación

Y es que ni tan siquiera nos vale (aunque a algunos les sirva como consuelo para “tapar boca”) el que a mediados del pasado mes de Marzo del presente año el diputado del PRC, López Marcano, pidiera ayudas para proteger y difundir el patrimonio cultural inmaterial, “(…) al desear actualizar la Ley de Patrimonio Cultural para adaptarla a las nuevas normas internacionales y reforzar así la conservación de los bienes inmateriales”.

¿Por qué no se ha actuado antes, y por qué el PRC, habiendo tenido durante casi 40 años poder y mando para poder decidir, no ha generado e implementado con generosidad y responsabilidad actuaciones y políticas en favor de una lengua agonizante? Por ejemplo, en los ayuntamientos en los que ha gobernado o en la misma Presidencia del Gobierno de la que ha sido titular y máximo responsable.

Un PRC para quien las elecciones autonómicas de 2019 supusieron el mayor logro político de su historia (fue el partido político más votado con diferencia) al quedarse a tan solo tres escaños de la mayoría absoluta. Este resultado permitiría entonces a M.A. Revilla Roiz revalidar un cuarto mandato, y de nuevo con el PSC.

Por lo tanto, a muchas personas les resulta verdaderamente incomprensible el hecho de que un partido que se hace llamar a sí mismo “Partido Regionalista Cántabro”, no sea capaz a día de hoy de marcar tendencia y dar ejemplo en favor de su otra lengua nacional, como por el contrario sí que hacen otros partidos políticos del Estado español de su mismo ámbito, que por ejemplo sí que apuestan decididamente por defender sus lenguas nacionales: Unión del Pueblo Leonés, Extremeños, Partido Aragonés, Proposta per les Illes, Demòcrates Valencians, etc.

Y es que es imposible que el cántabru medre y prospere si antes un partido político que apueste por nuestra lengua no posee previamente la Secretaria General de Educación. Esto sencillamente es y ha sido un escándalo y una desvergüenza de una magnitud desconocida y sorprendente hasta el momento presente en el Estado español. Pues no se entiende que teniendo Cantabria una lengua y una identidad específica y claramente definida, ésta haya sido ocultada y tapada, secuestrada y disimulada con desvergonzado descaro y premeditación por la política y los políticos serviles rastreros al servicio de los más oscuros intereses y prebendas.

Ya dijimos por este mismo medio hace varios meses (y hace décadas otros que nos precedieron) que ninguna fuerza política regionalista, nacionalista, soberanista, identitaria, etc. ha prosperado y/o se puede mantener a futuro (y menos en los actuales y cambiantes escenarios de unipolaridad y de globalización rampantes) si para “estar ahí” solo se recurre al verde de los campos, a los sobaos de los anuncios, a los parques del estilo “Cabárceno”. O simplemente a los entretenimientos de las ferias señalados en el calendario, para luego al final no hacer y/o decir nada con sustancia y fundamento en lo que respecta al verdadero papel que ha de tener una lengua propia en la configuración futura de la identidad y de la permanencia de una realidad política y social, como lo es y sucede en este caso con la defensa y la promoción del cántabru.

Existe aún en una parte pequeña de la sociedad española (y también cántabra), un pequeño grupo o grupúsculo que ensambla y gestiona los destinos de nuestro pueblo

Una realidad que al final, y por fin, nos permita tener mayores cuotas de autogobierno y de autonomía real y verificada, “en sintonía”, o no, con esas otras realidades “españolas” que se hacen llamar así mismas “comunidades históricas”. Que desde luego, y todo sea dicho de paso aquí y ahora (y para los que de verdad están versados en historia), no son sino “comunidades chistóricas” para robar y sangrar al Estado todo lo que puedan al pedir sin freno y descontrol cada vez mayores “cuotas de excepcionalidad”, y por ende, cada vez mayores beneficios fiscales, competenciales, etc. en detrimento de aquellas regiones y/o territorios que no poseen partidos políticos propios (llámense por ejemplo nacionalistas) que les defiendan adecuadamente en las instituciones centrales y estatales españolas.

Que nuestros líderes y políticos sean tan lamentablemente insolidarios, y sobre todo, tan profunda y descaradamente corruptos y enviciados para con su propia tierra, y al mismo tiempo tan entregados y dóciles hacia los gobiernos de Madrid (pues hasta hay algunos que dicen con pasión y a viva voz “Viva España”, cuando por ejemplo, hacen mítines o salen por la tele en plan comediante), tan solo sirve y ha valido para perjudicar a corto y medio plazo (aún más si cabe) nuestras verdaderas capacidades y eficiencias hacia escenarios de una mayor autonomía de progreso y bienestar para con el País Cántabru y sus gentes.

Y es que lamentablemente existe aún en una parte pequeña de la sociedad española (y también cántabra), un pequeño grupo o grupúsculo (de ya gente entrada en años y con poder económico y social) que ensambla y gestiona (de acuerdo con los patrones de una secta totalitaria) los destinos de nuestro pueblo, en donde solo hay una opinión correcta, y donde por ende todos los que no están de acuerdo con ellos son sistemáticamente definidos sin remisión y sin piedad condescendiente como de “anti-sistema”, por no alargarnos mucho con los conceptos y las definiciones.

Esta secta, que lamentablemente aún sueña en y con los términos acuñados hace dos siglos de “derechas” e “izquierdas” (las personas de aún más edad se refieren a esto con los términos de “fachas” y “rojos”) no se han terminado de dar cuenta de que el mundo (para bien o para mal) ha cambiado de una manera irremediable. Y ahora los antiguos bloques de la Guerra Fría del pasado siglo se han convertido en los momentos presentes en otros nuevos y redefinidos de “patriotas” y “globalistas”. Confiamos, a juzgar por las nuevas realidades “del frente”, que bajo los golpes de la realidad este mundo ilusorio comience pronto a agrietarse y a desmoronarse, pues no se sostiene y no es viable ya por más tiempo a corto plazo.

La participación insuficientemente y poco despierta, y por ende, poco activa en un proceso de cambio de dinámica y de actuación, es lo que al final (y aún) deteriora y perjudica el que hoy el cántabru alcance mayores cuotas de representatividad y de proyección, pues todavía el control mental de parte del Estado y de las instituciones continua lastrando el que no pocas mentes aún sigan proyectando sus viejos moldes y estructuras sobre los ámbitos identitarios, si éstos se salen de lo que es y/o debería de ser “España” y/o lo “español”.

Arronti’l pueblu y el su espertar (Adelante el pueblo y su despertar).

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