CONSUMIDORES

Un informe de Europa señala que el consumo real de tu coche es mayor que el anunciado, sobre todo si tienes un híbrido

Una mujer pone gasolina a su vehículo en una estación de servicio
Una mujer pone gasolina a su vehículo en una estación de servicio

La contaminación atmosférica debe preocuparnos por los perjuicios que causa en la salud humana y su influencia en el cambio climático, pero el sistema de etiquetas ambientales de la DGT que se utiliza en España para combatirla tiene fallos importantes. El primer informe sobre consumo de los automóviles publicado por la UE, elaborado a partir de datos reales, confirma esta situación.

En este sentido, la Organización de Consumidores (OCU) denuncia que asignar estas etiquetas basándose solo en la tecnología del motor “es un error”, ya que deberían “tener en cuenta las emisiones reales de los vehículos, no las que indican sus fabricantes”. Pero para realizar dicho cambio es necesario, en primer lugar, “determinar cuáles son las emisiones reales de un vehículo, porque no se puede confiar en los consumos homologados que indican los fabricantes”.

CONSUMO REAL

Desde 2021, los coches nuevos llevan instalados unos dispositivos que recogen los datos de consumo de combustible de forma que los fabricantes puedan descargarlos y conocer qué ocurre en el uso real. Hace algunos años, se cambió el ciclo de homologación del NDEC al WLPT: este último se ajusta más a las condiciones normales de uso, pero no deja de ser un “experimento en laboratorio”. Hace unos meses, el primer informe que ha publicado la UE a partir de los datos enviados por esos medidores muestra una diferencia más que significativa entre el dato real y el homologado, que es el que los fabricantes anuncian.

Así, para motores de gasolina, el consumo real es de 7,89 litros por cada 100 kilómetros, frente a un homologado de 6,38 litros/100 kilómetros. Algo similar ocurre en los vehículos diesel, que presentan un consumo de 6,88 litros/100 km. frente al homologado de 5,82 l/100 km.

Aunque la diferencia más abismal la encontramos, según señala la OCU a partir de este informe de la UE, en los vehículos híbridos. El consumo homologado de estos es de 1,76 litros y 1,41 litros para gasolina y diesel respectivamente. Sin embargo, el consumo real es casi idéntico a los que no son híbridos: 5,97 litros para gasolina y 5,83 litros para diesel.

Esto implica que la diferencia es de un 23,5% para los coches de gasolina y un 18% para los diésel, y supone, por un lado, “que los consumidores no reciben una información fiable sobre el consumo y el gasto de los coches al comprarlos”, señala la OCU. Pero además, “los consumos van ineludiblemente ligados con las emisiones, que serán más altas de las previstas”.

La diferencia se dispara hasta más del 300% en el caso de los vehículos híbridos enchufables, que homologan consumos muy bajos, “en algún caso no llegan ni a un litro por cada 100 km, cuando la realidad es que de media llegan a triplicar la cifra oficial”. Estos vehículos pueden ostentar, a pesar de ello, la etiqueta 0 emisiones que habilita para entrar en ZBE.

Para la organización, “la explicación es que los híbridos enchufables se homologan con un alto porcentaje de conducción en modo eléctrico, como sería el uso lógico, pero en la práctica muchos propietarios no los enchufan nunca o casi nunca. Adquieren esos automóviles, bastante caros, por sus ventajas de movilidad y menos impuestos”.

El problema se detecta también en los vehículos híbridos ligeros o mild hybrid, que llevan una etiqueta ECO, aunque llevan unas baterías muy pequeñas que consiguen reducir muy poco el consumo real.

Otra conclusión que se extrae del informe es que “las desviaciones de consumo más grandes se dan entre los coches de más tamaño, como los SUV, que consumen más”. Por eso, la OCU considera que “el peso y el tamaño de los coches también se debería tener en cuenta en todas las decisiones que afectan a la contaminación”, pues dentro de cada tecnología de motor, los coches con mayor peso y tamaño siempre van a contaminar más que los pequeños, además de consumir más recursos en todo su ciclo de vida.

Con estos datos, “no se justifica el sistema actual de distintivos ambientales, que permite al propietario de un híbrido enchufable con un consumo elevado y altas emisiones presumir de una etiqueta 0 emisiones y entrar sin problemas en zonas restringidas”, mientras que “quien compra un utilitario barato de gasolina con bajo consumo y pocas emisiones tendrá un vehículo con etiqueta B con limitaciones de acceso” a estas ZBE que, en el caso de Cantabria, se van a crear en Santander y Torrelavega.

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