Náufrago y acalambrado
Somos cárabos en nuestra propia casa: cocine de noche, planche después de las doce, programe la lavadora para la madrugada aunque haga más ruido que el volcán de La Palma.
Somos cárabos en nuestra propia casa: cocine de noche, planche después de las doce, programe la lavadora para la madrugada aunque haga más ruido que el volcán de La Palma.
Fue Marlon Brando quien dijo aquello de que "el actor es una persona que no te escucha a menos que estés hablando de él". También aseguró que "Frank (Sinatra) es de ese tipo de gentes que cuando llegan al cielo se enfurecen con Dios por haberles dejado calvos". No reconozco a ningún actor en la primera afirmación, pero sí a algunos políticos en la segunda.
No quiero dejar a nadie fuera del arco de partidos que conforman el actual descojono nacional: jamás hubo una clase política más inepta y peor preparada (miro hacia atrás con morriña), pero la responsabilidad de lo que sucede en cada momento de la existencia de los jodidos ciudadanos patrios es de quien gobierna en ese preciso momento, porque es el Gobierno el que presenta las leyes, las aprueba por vía parlamentaria, tiene por tanto el boletín oficial y, si la cosa se tuerce, los decretazos.
Con la llegada de la democracia a España y la Constitución del 78 algo quedó claro en la relación entre los poderes públicos y la justicia. Ésta era infranqueable y no pocos políticos se sometieron a la dimisión por una imputación. Hubo casos exagerados (aquellos que demostraron su inocencia y ya habían sido estigmatizados), pero se entendía que el paso atrás dignificaba a unos (los investigados) y a otros (los investigadores).
Si piensas que algún día cualquier Poder te hará sentir como en un vídeo de Van Halen o como el protagonista de ‘Paradise City’ en el clip de Guns and Roses, razona antes: lo más normal es que acabes en el otro mundo.
No hace mucho vino por aquí el ministro Ábalos, que ya no lo es. Queda por saber si en esa fecha ya sabía que iba a ser cesado. La cuestión es que, paseado por Revilla y Zuloaga de aquí para allá, parece ser que dijo a todo que sí.
Del frío y la tiritona que se avecinan el próximo invierno si la tarifa eléctrica sigue por las nubes no ha dicho nada. Será que hay que usar las vacas, los cerdos y los corderos como combustible. Con este Gobierno hay que leer entre líneas.
En este nuevo orden cuya probeta está en Cataluña hay regiones que no solo quedarían al pairo, sino que ya lo están. Es el caso de Cantabria, que, como dije hace poco, va por ahí con la boca pequeñita y las obras sin hacer por mor de un acuerdo con los subalternos de Sánchez en la comunidad autónoma.
Mientras el presidente juega a un Pimpinela eterno con Junqueras, ahí sigue Cantabria, con el pico pequeñito y las obras sin hacer.
Han decidido pasarse por la ingle al Supremo, por el sobaco al Poder Judicial y por el recto la sentencia contra el Procés: el insulto son lentejas.
El indulto culto y progresista es lo que tiene: únicamente lo entiende quien está a la altura de las circunstancias, de sus propias circunstancias, quiero decir.
Le afecta a la señora y al señor que conectan el lavavajillas, aunque da lo mismo si no tienen nada que meter al electrodoméstico porque hace días que no comen caliente.
Vale más Gabilondo que todo el gabinete de Pedro Sánchez, pero ni fue él mismo ni le dejaron.
Parece que los miembros de este Gobierno vieron en su día aquella serie cargante de finales del siglo XX, 'Los ricos también lloran'. El problema es que, finalizada la legislatura, acabarán partidos de la risa, mientras los trabajadores, autónomos, clases medias y pymes seguirán con el gancho en el hocico camino del atolladero.
Hay que mantener el sistema de seguridad social como sea y, de prejubilarse nada, porque le pegaran una sirla del 21% en cada mensualidad para toda la vida. La jubilación está ahora en 66 palos, en pocos años en 67.
España viene de sufrir una de las mayores caídas de los países desarrollados a consecuencia de la pandemia, y la lógica y la experiencia atestiguan que refractará un mayor crecimiento que el resto. Ello, sin embargo, no significa que se situará en cabeza de la recuperación rápidamente, porque hay que determinar primero de dónde viene –un sopapo mortal- para saber adónde va.
Echar la lengua a pacer sigue siendo un comportamiento muy español, como quien opina en la barra del bar del partido del día anterior sin haberlo visto ni por televisión. Al estadio nunca fueron.
El problemón es que no hay sólo uno. Recordarán que no es la primera vez que digo que España se asemeja a una gran oveja a la que destacados próceres despedazan por cada una de sus patas. Cada cual tira en defensa de su interés, nunca del común, y la balada negra, la sintonía macabra y los lamentos del ovino, se escuchan ya en todo el mundo.
Hay más libertad y más protesta en un riff de Eddie Van Halen o en una cerveza de Quique San Francisco que en todos los escaparates rotos de la Gran Vía.
El tentáculo del poder contra la Prensa ni es nuevo ni se cura con una aspirina, pero ahora, además, está el uso y disfrute que de los periodistas hacen eminentes zampabollos.
La suma de PP y Ciudadanos no llega a la alineación titular del partido verde fosforito.
Además de los buitres que tratan de asaltar los domicilios de jubilados octogenarios haciéndose pasar por bondadosos ciudadanos que vienen a ayudar, de que la injusticia viaje en primera clase y la justicia parezca defender a quienes pretenden derribar sus cimientos, de que nunca sea domingo de medio y rabas, de que el ascensor se haya convertido en el primer enemigo de la comunidad, de que no haya luz en la ciudad...; además de usar la mítica ‘Cryin’ de Aerosmith como paño de lágrimas, de refugiarnos en las calaveras negras de los tatuajes de Steven Tyler…
Han convertido la escopeta de feria en un arma infalible, de puntería total y global. Pero no deja de ser eso, un simple cañón con la mira torcida y retorcida.
Imploro para que las cosas cambien, los mandatarios a un lado y otro del logaritmo neperiano que es la política se humanicen y la gente sepa identificar la matrícula correcta sin necesidad de hacer un curso en el servicio de empleo.
La indecencia va por barrios en la política, pero siempre confluye en el mismo punto: no es lo mismo predicar que dar trigo, encender la bombilla ajena que alumbrar.
Es posible que el virus corriera con el champán, como también son factibles tantas teorías.
PSOE y Podemos discuten, luego existen y resisten. Sólo deben pasar las típicas riñas de enamorados por conveniencia y escuchar todos los días las matracas de Rufián.