viernes. 17.05.2024

Las horas perdidas

Los cientos de horas que se dejan de impartir en un año repercuten en que se dejan de aprender muchas cosas, o se aprenden con poco tiempo

Hace dos semanas se jubilaba una compañera, Esther, tras una carrera en la docencia en varios institutos de Cantabria. Esto no tiene nada de especial; son muchos y muchas las docentes que año tras año se jubilan, probablemente decenas durante el curso escolar. Son bajas esperadas y conocidas, algunas de ellas se producen durante un periodo vacacional como la Navidad, o no lectivo. Pero también se producen decenas de bajas por otros motivos: maternidad, paternidad, cirugías o tratamientos médicos, etc.

La Consejería tarda entre cinco y siete días en sustituir al profesor o profesora que se encuentra de baja, o que pasa a la situación de pensionista

No hablamos de bajas sobrevenidas e imposibles de predecir: estamos hablando de tipos de bajas conocidas por la Consejería, a veces con meses de antelación, como en el caso de Esther. No obstante lo anterior, en los centros de secundaria y FP, la Consejería tarda entre cinco y siete días en sustituir al profesor o profesora que se encuentra de baja, o que pasa a la situación de pensionista. Pero, ¿qué supone esto? Alguien puede pensar que nada, cinco o siete horas menos de matemáticas, lengua o de cualquier otra materia del currículo en todo un curso escolar, y unas dieciocho o veinte horas de guardias que deberá cubrir el resto del profesorado del centro.

Y esto ocurre porque la Consejería de Educación publica las vacantes y las oferta sólo una vez a la semana, los jueves normalmente.

He visto esta circunstancia repetirse una y otra vez durante años, y antes era aún peor. Por tanto, creo que es hora de plantearse una solución, como se ha hecho en educación primaria.

Se habla mucho en los medios, y con razón, de la falta de médicos en los ambulatorios de Cantabria, sobre todo en las zonas rurales. Y no cabe duda de que es un problema serio que afecta a la salud. Sin embargo, no se habla de las horas perdidas en educación y hasta cierto punto es normal, pues no se trata de un problema de vida o muerte.

Es mucho el alumnado que se ve perjudicado porque no hay ni la más mínima voluntad de solucionar un problema que, en conjunto, reviste mucha más gravedad

Pero esta no es la cuestión. Lo importante es saber si la Consejería se ha planteado este asunto, si ha calculado los cientos de horas lectivas perdidas durante un curso a lo largo de los años y si tiene previsto atajar un problema que, cuando lo miramos de forma global, redunda en una bajada en la calidad de la enseñanza, porque en educación es muy complicado recuperar el tiempo perdido.

Los cientos de horas que se dejan de impartir en un año repercuten en que se dejan de aprender muchas cosas, o se aprenden con poco tiempo, y ya sabemos que esta no es la mejor manera de enseñar y de aprender.

Son muchas horas y es mucho el alumnado que se ve perjudicado porque no hay ni la más mínima voluntad de solucionar un problema que, en conjunto, reviste mucha más gravedad que unas horas de matemáticas perdidas.

Resulta que lo ideal hubiera sido que Esther conociera a su sustituta para poderla instruir e informar acerca de su práctica docente, del alumnado al que iba a atender y de un montón de circunstancias más para que no empezara de cero. Pero al menos podríamos exigir que tal sustitución no se demorara tanto, porque esto último se encuentra en el terreno de lo real, y no en el ideal.

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