martes. 23.04.2024

Los consumidores estamos perdidos...

Reclamar es un esfuerzo ímprobo que acaba invariablemente chocando con el muro de la burocracia de los mil escritos, las dos mil instancias y casi siempre el silencio final, que es al tiempo lo que a nosotros nos desincentiva para protestar y a ellos les motiva para seguirnos mintiendo.

Cada vez que una autoridad pública decide ponerse a pensar cómo mejorar nuestros derechos como consumidores y usuarios, yo me pongo a temblar. No suelo dudar de sus buenas intenciones, incluso aunque muchas veces la promesa vaya en el anzuelo de una caña de las de pescar votos, porque la realidad es que se esfuerzan mucho en dejar escritos mil caminos para defendernos de los abusos de las empresas. Lo que sucede es que el papel lo aguanta todo, y quienes nos hacen trampas con las compras y los contratos de servicios siempre llegan antes a meta, por mucho que parezca que su posición de fuerza en el mercado está compensada por una ristra de opciones a nuestro favor. Reclamar es un esfuerzo ímprobo que acaba invariablemente chocando con el muro de la burocracia de los mil escritos, las dos mil instancias y casi siempre el silencio final, que es al tiempo lo que a nosotros nos desincentiva para protestar y a ellos les motiva para seguirnos mintiendo, falseando y engañando cuando se tercia.

La buena fe no está de moda, y ser un cabrón con pintas sí

Hace unas semanas sufrí un leve accidente de tráfico con un conductor que hizo una maniobra inadecuada y golpeó mi coche. Por supuesto, la culpa no era suya hasta que quien conducía mi vehículo decidió llamar a la policía local. En ese momento, "la contraria" se allanó y convino que sí, que en cuanto le llamaran de mi aseguradora aceptaría su responsabilidad, nos facilitó toda su documentación, y nos pidió "por favor y por la virgen" dejarlo ahí porque tenía mucha prisa. Antepuse la buena fe a otras consideraciones, y acepté una solución que ha sido un calvario. Cuando mi seguro contactó con ella, negó nuestra versión, mantuvo nuestra culpa, y a otra cosa mariposa. Debo decir aquí que al abrir desde mi casa el parte de accidente descubrí en la ficha técnica de su automóvil que no tenía la ITV en regla, que había dejado de estar vigente en noviembre de 2020, y que con toda seguridad esta era la razón de la prisa de su conductora.

Mi aseguradora (no diré cuál es para que no me acusen de hacerles publicidad negativa, pero en sus anuncios sale Matías Prats...) me ha negado la indemnización por "ausencia de pruebas''. Da igual que haya hablado con el tramitador dos veces para compartir con él todas las circunstancias del accidente, más de 10 con su departamento de siniestros, otras tantas con el de calidad. Da igual que hayamos aportado una comparecencia ante la policía para explicar lo sucedido. Da igual que del otro vehículo no sepan nada, que no haya abierto su propio parte, que siga con la ITV caducada. Da todo lo mismo, porque objetivamente el asunto queda en empate, y la evidente buena fe de unos y la mala de otros no computa a la hora de valorar la credibilidad de las versiones, que es lo que le viene bien a la compañía para ganar dinero cobrando primas y no pagando siniestros. Por cierto, que la conductora del otro coche tiene la misma aseguradora que yo, y en el colmo del disparate eso significa que habiendo conflicto de interés, cualquier acción judicial que quisiera emprender debería correr por mi cuenta y riesgo. La buena fe no está de moda, y ser un cabrón con pintas sí.

Pocos contratos pierden porque no estamos atentos y compramos y contratamos a lo loco sin estudiar también las experiencias de los escaldados

Poco nos preocupamos los ciudadanos de anticiparnos a que nos maltraten, que suele ser más habitual de lo que parece, revisando la reputación de las empresas a las que compramos o con las que contratamos, y que va más allá de anuncios que parecen películas, precios de ganga y prestaciones inverosímiles, que nunca lo son tanto. Quizá con más revisión de lo que se cuenta por ahí de marcas y productos, acabaríamos menos a los pies de los caballos. O denunciando públicamente más cuando nos dejen en la cuneta para que más gente escarmiente por anticipado en culo ajeno antes de dejarse llevar. Quizás así también empresas como la aseguradora de mi coche se bajarían de la cima de la mierda en la que viven instaladas, y asumirían de suyo el respeto y el cuidado a sus clientes. Que no lo hacen ahora porque todo les sale gratis, porque poca gente protesta para que se les aje la cara de vergüenza y porque pocos contratos pierden porque no estamos atentos y compramos y contratamos a lo loco sin estudiar también las experiencias de los escaldados.

PD. Ya os contaré cómo acaba lo de mi seguro, porque ni yo me rindo, ni vosotros debéis fiaros solamente de eso de lo de los 15 puntos...

Los consumidores estamos perdidos...
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