sábado. 20.04.2024

8-M: En rumbo hacia la libertad

El  Día Internacional de la Mujer es una fecha señalada en el calendario de las movilizaciones sociales. En este tercer 8-M desde la trágica irrupción de la pandemia, el movimiento feminista volverá a tomar las calles y medirá su fuerzas en un escenario más parecido a la normalidad anterior a la crisis sanitaria, cuando demostró una potencia movilizadora sin precedentes.

Si la trascendencia de la convocatoria del 2021 se vio mediatizada por las diferencias existentes en el movimiento feminista  y la polémica por la celebración de concentraciones en época de pandemia, en esta ocasión no caben excusas. Debemos remar todos en la misma dirección, reivindicando derechos y celebrando los logros ya conseguidos, además de rendir homenaje a otras víctimas anónimas de la pandemia  de la covid-19. Mujeres maltratadas que han tenido que sobrevivir aisladas en su hogar con sus agresores; mujeres con empleos precarios que han acusado más el impacto laboral a corto plazo; mujeres obligadas a compatibilizar, muchas veces hábilmente, su actividad laboral con el rol de cuidadoras que la sociedad impone por el simple hecho de ser mujer.

La crisis sanitaria ha servido para poner de relieve la importancia fundamental de la contribución de las mujeres a la sociedad

La crisis sanitaria ha servido para poner de relieve la importancia fundamental de la contribución de las mujeres a la sociedad y las cargas desproporcionadas que éstas soportan. También ha puesto en evidencia el largo camino  que aún queda por recorrer para alcanzar la igualdad real  entre hombres y mujeres. Llevamos décadas luchando por nuestros derechos, pero aún hay barreras e injusticias que debemos traspasar y superar.

Con motivo del 8M, las voces de  muchas mujeres,  y de un número cada vez más creciente de hombres, se alzarán para que la ciudadanía en su conjunto, más allá de la pirotecnia verbal, se comprometa en avanzar para la creación de otra realidad social distinta a la actual: consumar la igualdad real entre los géneros en un escenario depurado de violencia machista.

Tras muchos años de lucha debemos seguir denunciando que el maltrato y la violencia contra las mujeres en todo su abanico de formas, desde el acoso sexual o psicológico, la explotación, pasando por la pornografía, la prostitución o violaciones, sin olvidar la discriminación laboral y las brechas salarial y de pensiones, sigue latente y perpetuándose de manera implacable e injustificable  en el tiempo. 

Porque la realidad social que percibimos es tan solo un escaparate, en ocasiones intencionalmente edulcorado, de un trasfondo trágico y entenebrecido donde aún proliferan dramáticas  situaciones de desigualdad y cruel desamparo. Debemos, como compromiso insoslayable, seguir combatiendo sin desaliento a  los que interesadamente generan enfrentamientos en nombre del feminismo y tienen una concepción excluyente hacia las políticas de género, haciendo resurgir actitudes y discursos que amenazan los logros alcanzados.  

Frente a  los discursos retrógrados y carcomidos, es más necesario que nunca apelar a la complicidad de toda la sociedad, desde una conciencia crítica hacia las desigualdades que lastran a las mujeres y donde los hombres deben adoptar un papel proactivo para contrarrestar  la masculinidad  dominante. Este logro aparece como esencial  para evitar que se reviertan los avances alcanzados en materia de igualdad de género y derechos de las mujeres que hoy, tras largos años de lucha, son ya patrimonio colectivo.

Feminismo es libertad. Libertad para ser, libertad para decidir, libertad para hacer. Basta ya de privilegios y dominios, de estructuras de opresión superpuestas, de violencias simbólicas que anteceden a las violencias físicas y  de actitudes que cuestionan o niegan los derechos de las mujeres que tanto tiempo ha costado alcanzar. Es necesario seguir en la lucha feminista para que las conquistas obtenidas en las últimas décadas, en cuestión de igualdad y visibilidad pública de las violencias machistas, queden blindadas para impedir retrocesos.  

Este es el compromiso eficiente e insoslayable que debemos adquirir hasta desembocar en ese anhelado futuro desprovisto de discriminación por razón de sexo y pródigo en igualdad de oportunidades. Una igualdad que desde la libertad  deslegitime formas de masculinidad violentas y que permita ejercer el derecho a una ciudadanía democrática y a una identidad construida  desde el respeto y la responsabilidad. Aún navegamos por un mar proceloso, acosadas por peligros e incertidumbres, pero nuestra proa no vacila. Nos mantenemos en rumbo hacia la libertad.

8-M: En rumbo hacia la libertad
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