jueves. 25.04.2024

No bajemos la guardia

Parecía que nos adentrábamos en alguna de esas películas de corte futurista que parecen adivinar nuestro presente mejor que nosotros mismos

El 14 de marzo de 2020 quedará marcado en la memoria colectiva, y en la de cada uno de nosotros de una manera especial. Este día fuimos conscientes de que la COVID19, de la que habíamos oído hablar meses antes en China, era y es destructiva, avasalladora, funesta. Pero no sabíamos que nos iba a llevar a situaciones nunca antes vividas, que nunca habíamos imaginado.

Parecía que nos adentrábamos en alguna de esas películas de corte futurista que parecen adivinar nuestro presente mejor que nosotros mismos. Un presente que nos refleja una realidad cruel que comenzó el 29 de febrero de 2020 con el primer positivo confirmado en Cantabria. A fecha de hoy, cuando escribo estas líneas, se han realizado cientos de miles de test: casi medio millón de pruebas PCR y hay más de 25.000 cántabros que han sufrido la enfermedad; pero lo que es más grave 77 personas permanecen hospitalizadas, de ellas 19 en la Unidad de Cuidados Intensivos; y, sobre todo 538 han fallecido. No estamos ante simples datos, sino ante situaciones que han dejado personas y familias rotas e historias de mucho desamparo y sufrimiento. 

No son solo números. Son los nombres y apellidos de las personas que han sufrido la enfermedad y de quienes han perdido a sus seres queridos; pero también reflejan el trabajo responsable, abnegado e inmenso realizado por los profesionales sanitarios, y por otros muchos profesionales que, desde sus diferentes ámbitos de actuación, estuvieron y están en la primera línea de combate de esta pandemia. El personal docente, el de protección civil, los bomberos, los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, todos los empleados públicos, en general, pero también miles de trabajadores del sector de la dependencia y de otras áreas del sector privado como taxistas, trabajadoras de los supermercados, de las panaderías, de todo el comercio que siguió abierto haciendo frente con miedo, pero sin rendirse, al COVID.

La pandemia nos privó temporalmente de la libertad de circulación, de relacionarnos con nuestros seres queridos y con nuestros amigos

La pandemia nos privó temporalmente de la libertad de circulación, de relacionarnos con nuestros seres queridos y con nuestros amigos. Nuestros hijos dejaron de ir a la escuela y recibieron sus clases de manera online; unos aprendimos a teletrabajar y otros, desafortunadamente, se vieron abocados a los ERTES ante la imposibilidad de poder desarrollar su labor diaria.

Especialmente duro ha sido para el sector del comercio, la hostelería y la restauración. Pero, no debemos olvidar, a los autónomos, pymes y micropymes de todos los ámbitos desde la música a las librerías, desde las peluquerías a los cines, desde el mundo del ocio hasta las agencias de viajes.

El Gobierno de Cantabria y los diputados cántabros no hemos sido ajenos a este dolor, a esta incertidumbre. Desde el primer momento, supimos que debíamos ayudar y colaborar. Ante los errores iniciales que pudieron ocurrir como consecuencia de una pandemia que nunca habíamos vivido, supimos reaccionar y, fruto de los acuerdos y del diálogo de todas las formaciones políticas con representación parlamentaria, pusimos a disposición de los sectores diferentes líneas de ayudas que ha supuesto la movilización de más de 40 millones de euros de fondos públicos para paliar la crisis de los sectores más afectados.

Un gran esfuerzo, pero sabemos que insuficiente para quien está sufriendo la segunda fase de la pandemia, el otro virus, el económico que sigue a la crisis sanitaria. Por ello, ya trabajamos en el futuro, porque el final del túnel está cerca. 

La llegada de la vacuna abre un camino de esperanza, para que podamos retomar la vida como la conocíamos y nos permitirá recuperar la senda del desarrollo económico y la creación de empleo, con el desarrollo de importantes proyectos que estamos seguros contarán con financiación de los fondos europeos. Proyectos de presente para mirar al futuro de Cantabria con optimismo. 

La llegada de la terapia con protones situará al Hospital Valdecilla en la vanguardia de los tratamientos contra el cáncer; La Pasiega supondrá un revulsivo para el crecimiento económico y desarrollo de la Comunidad, con especial incidencia en el Puerto de Santander; la apuesta por reforzar y mejorar la educación de las generaciones futuras; sin olvidarnos del apoyo a los núcleos rurales, para que todos y todas, vivamos donde vivamos, tengamos todos los servicios acordes al siglo XXI. Estos son solo alguno de los proyectos en los que trabaja el Gobierno de Cantabria para que afrontemos el futuro después del COVID19.

El virus pasará a ser un mal sueño. Estamos a punto de vencerlo. No bajemos la guardia.

No bajemos la guardia
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