viernes. 29.03.2024

¿Por qué apostar por una fuerza política autóctona?

Tenemos historia, referentes y trayectoria suficiente como para entender cuáles son nuestros principales problemas y cómo darles respuesta. En el marco estatal, para dejar de ser considerados irrelevantes como pueblo, tenemos que dejar de comportarnos como si lo fuéramos y, en la política cántabra, tenemos que defender con seriedad –y también con la radicalidad que merece– un modelo propio, alternativo al que nos ha traído hasta aquí.

Los partidos políticos estatales parten con ventaja: cuentan con visibilidad en medios, recursos económicos y líderes conocidos al frente de las cúpulas en Madrid. Quienes pensamos que es necesaria una fuerza política autóctona, nacida por y para Cantabria, asumimos este hecho y lo enfrentamos con las herramientas que tenemos: compromiso, seriedad, altruismo, voluntad y la capacidad de aprender de nuestra realidad y nuestro entorno. 

El camino de poner en marcha una fuerza política “desde cero” es complejo y largo. Sabíamos y sabemos que solo el tiempo y el trabajo podrán poner el proyecto que defendemos en el lugar que merece. También, que solo será posible si por el camino sumamos el apoyo, la inteligencia y el compromiso de más gente.

La política está absolutamente dominada por la inmediatez y, por eso, no podemos evitar tratar de encontrar respuestas a lo inmediato

Lo cierto es que el lenguaje de la prisa invade la cultura de nuestro momento. El lenguaje de la búsqueda inmediata de resultados y certezas en un contexto, por otra parte, cada vez más incierto. La política está absolutamente dominada por la inmediatez y, por eso, no podemos evitar tratar de encontrar respuestas a lo inmediato, fórmulas mágicas para alterar el panorama político de Cantabria, para revitalizar espacios políticos en crisis o para responder a las demandas de una sociedad que merece y necesita alternativas al modelo social y económico que se ha impuesto en nuestro país.

En Cantabria, sin embargo, la experiencia nos lleva a pensar que lo que medra deprisa no suele dar buenos resultados, sobre todo cuando lo hace alentado por ilusiones o expectativas generadas fuera de aquí. Cuesta encontrar equilibrios, cuesta generar grupos humanos capaces de materializarlos y cuesta que tengan vida e iniciativa propia más allá de ser altavoz de las direcciones estatales.

Es fundamental que las cántabras y cántabros asumamos, de una vez por todas, nuestra mayoría de edad y nuestra capacidad para tomar decisiones sobre los asuntos que nos afectan. Tenemos historia, referentes y trayectoria suficiente como para entender cuáles son nuestros principales problemas y cómo darles respuesta. En el marco estatal, para dejar de ser considerados irrelevantes como pueblo, tenemos que dejar de comportarnos como si lo fuéramos y, en la política cántabra, tenemos que defender con seriedad –y también con la radicalidad que merece– un modelo propio, alternativo al que nos ha traído hasta aquí, que contribuya a generar la conciencia social de que otra Cantabria es posible y necesaria. 

Esto no va a suceder de hoy para mañana. Nosotras y nosotros nos hemos propuesto plantar una cajiga y cuidarla para que crezca, aunque lo haga poco a poco. Confiamos en la fortaleza de lo que echa raíces despacio. Por eso, es razonable pensar que Cantabristas representa la vía difícil y lenta, pero también la más sólida, porque no se plantea depender de los equilibrios de lo que sucede fuera, de las mociones de censura en Madrid o en Murcia o de lo que hace o deja de hacer alguien a cientos de kilómetros de aquí.

Creo firmemente que es el momento y la oportunidad de apostar por una fuerza política autóctona como Cantabristas, transformadora y valiente. Estamos abriendo una vía que hace años era inimaginable. Continuemos avanzando para hacerlo realidad.

¿Por qué apostar por una fuerza política autóctona?
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