sábado. 20.04.2024

Machismo. El otro virus que mata

No podemos ceder posiciones ni desviarnos de un camino conseguido con tanto esfuerzo. No debemos dar cabida a discursos y posicionamientos distorsionados y mentirosos que solo buscan retroceder en algo que tanto ha costado. La lucha feminista es imparable, porque “nadie es más que nadie”.

En un año especialmente atípico para todo el planeta, cobra importancia recordar y conmemorar muchas y diferentes situaciones. 

2020 nos ha hurtado muchos deseos, aspiraciones, planes… pero, sobre todo, lo que más nos duele, familiares y amigos que se han ido en muchos casos sin poder despedirnos de ellos. 

La pandemia ha puesto del revés todo en lo que siempre hemos creído irrenunciable como, por ejemplo, dar un abrazo o un beso a nuestros padres, hermanos, abuelos… La Covid-19, maldita palabra, ha derrochado angustia y dolor en su cara más visible, pero, también, ha entrañado desigualdad en la versión más primaria. Aquella que, por fortuna condena la sociedad mayoritariamente y sobre la que se ha avanzado en las últimas décadas, pero en la que aún queda camino por recorrer.

Ha habido muchas mujeres que han tenido que estar confinadas en el sitio que paradójicamente más temen, su casa

Por un lado, ha habido muchas mujeres que han tenido que estar confinadas en el sitio que paradójicamente más temen, su casa. Han sido por lo tanto rehenes, no solo de la pandemia, sino del maltrato bien sea físico o psicológico. Por otro lado, la crisis sanitaria ha dejado patente que las profesiones más feminizadas que, coinciden con las que han velado por nosotros en residencias y en centros de atención a la dependencia, son en muchas ocasiones trabajos precarizados y en donde existe una importante brecha salarial. 

No quiero perder de vista otras tantas profesiones y profesionales, mujeres y hombres, que han estado en la primera línea de la lucha contra la pandemia y que han sido personal esencial. Con su sobresfuerzo y abnegación, han evitado el colapso y han contribuido a que hoy estemos más cerca de ese ansiado final del túnel. A todos ellos, mi sincero agradecimiento.

Por tal motivo, este 8 de marzo debemos volver a reivindicar con más fuerza si cabe y de una forma diferente dada la situación actual, algo que no debiera ser necesario hacerlo.

Algo que más que un anhelo se respirase en el ambiente, aunque fuese con mascarilla. La plena y efectiva igualdad en derechos, obligaciones y libertades entre el hombre y la mujer. Vivimos un momento complicado en el que lo urgente desplaza lo importante. Por ello, se antoja necesario mirar hacia atrás y destacar el valor y coraje de tantas mujeres que son responsables de lo hasta ahora conseguido. También, de hombres cómplices que comprenden y entienden esta otra lucha contra un virus del que desgraciadamente a día de hoy no existe vacuna, el machismo. No podemos ceder posiciones ni desviarnos de un camino conseguido con tanto esfuerzo. No debemos dar cabida a discursos y posicionamientos distorsionados y mentirosos que solo buscan retroceder en algo que tanto ha costado. La lucha feminista es imparable, porque “nadie es más que nadie”.
 

Machismo. El otro virus que mata
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