viernes. 29.03.2024

Conciencia

Ay, estos Pocholos con dignidad, estoy deseando que naufraguen y les recoja un pesquero para descargarles al amanecer entre chicharrucos y lirios.

Como ahora la gente ya no es de derechas ni de izquierdas, puede que la gente tampoco pertenezca a una clase social o a otra, no sé. Yo sí, yo sigo siendo de un sitio y no del otro. A ver, hay días que te despistas, claro; vas un fin de semana a un NH de Albacete, te compras en Privalia una camisa de Tommy o te sacas una entrada de 55 euros para ver un musical de los de Operación Triunfo y te vienes arriba. Te lías, te lías y te crees que eres una más, aquí no estamos libres casi ninguno.

Pero siempre hay cosas que ayudan a reforzar tu conciencia de clase. Cientos de cosas cada día, de hecho; aunque algunas más potentes que otras. Por ejemplo, el muchacho que todos los años surca los mares en un barco sin más ayuda que la que le ofrecen el viento y la mar. Increíble hazaña la de Pancho López de Andrade y Jover, como así podría llamarse el aventurero de este año. Nuestro sanote y divertido joven surca las olas más altas de los mares más profundos un año más. Un héroe de nuestro tiempo, una aventura sólo para valientes, solo frente al mar. Solo y con la pasta suficiente para tener un catamarán, no trabajar durante un año y despertar un raro interés mediático. Ay, estos Pocholos con dignidad, estoy deseando que naufraguen y les recoja un pesquero para descargarles al amanecer entre chicharrucos y lirios.

Y 65 euros por persona, un chollo. La langosta a tu alcance, niñas.

Otra cosa que me ayuda mucho a seguir con mi conciencia de clase, aparte de dormir 8 horas y beber mucha agua, son las jornadas de la langosta. Croquetas de langosta, carpacho de langosta, langosta a la langosta y todo ello maridado con un riesling, que es lo que mejor le va a las langostas de las peceras que tienen en ese local climatizado. Y 65 euros por persona, un chollo. La langosta a tu alcance, niñas. Ni voy a comer al Premier cuando los hombrones deciden que hoy sí entran mujeres ni voy a comer langosta cuando me la dejan baratita, coño.

También está lo de los casi 600€ de media que se va a gastar cada español en Navidad. Si en mi casa somos cuatro, a ver, espera un momento que soy de letras, hmmm, por algo no me siento yo muy española. Claro, nos empeñamos en comer langosta cuando no hay jornadas y se nos dispara el presupuesto.

Los cursos que hacen las amigas de mi prole también son una gimnasia excelente para reforzar el suelo posmarxista: surf, estancias en el extranjero, esquí, equitación y, en general, todo lo que cueste más de 100€ a la semana y te hablen en inglés.

Que me quede en el paro en 15 días también me ayuda mucho. Sé quién me contrata, sé quién me paga y sé quién prescinde de mí cuando no me necesita. Esto en un clásico tampoco tiene mucho mérito, lo sé.

Lo bueno es que no todo tiene que ver con el dinero ni con la envidia, qué va, es algo mucho más sutil, más delicado. Más doloroso.

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