jueves. 25.04.2024

Ídolos detrás del mostrador

Eran magos, genios manipulando báscula, seleccionado las manzanas  y mirando de reojo las latas y conservas en las estanterías.

Aquellas tiendas de ultramarinos, colmados como dice mi amigo el Doctor Salvador Gámez, desavíos las llaman en algunos lugares de Andalucía, en fin, las tiendas de barrio de toda la vida; tenían a mis ídolos detrás del mostrador.

Recuerdo esas tiendas a las que mi madre me mandaba con la cesta de la compra; no olvidaré nunca a Ángel Pacheco, colilla apagada en sus labios y lápiz en la oreja, allí estaba en su tienda Alcosant, una de las “setecientas tiendas amigas” como se oía en la publicidad de la radio en aquella época.

En la parte izquierda, una pequeña barra donde algún vecino se tomaba un vino, un "chiquito”, apoyado casi en la bandeja de arenques. En ese mismo mostrador se cortaba el bacalao con la guillotina que partía y trituraba también las espinas y desparramaba un poco de sal al cortarlo.

Se servía casi todo a granel, se pesaba el género en aquella báscula de la marca Montaña, su logotipo era un Atlas cargando con el globo terráqueo y a mí me parecía una maravilla cuando el tendero llenaba la bolsa y el peso era casi exacto al que pedía el cliente. Eran magos, genios manipulando báscula, seleccionando las manzanas y mirando de reojo las latas y conservas en las estanterías.

En verano, los helados de Avidesa y también amontonadas las jaulas metálicas para las botellas de La Casera (te daban un “duro” si devolvías el envase) y de madera para las cervezas de la marca Cruz Blanca. 

La señora decía: “deme un poco de chorizo de Pamplona, 250 gramos y si es un poco más…¡déjelo!”

Había un protocolo en esas tiendas que recuerdo con cariño, como por ejemplo:

Se preguntaban los precios porque no había cartel o etiqueta, ¿a cómo están las uvas?... “a 25 pesetas el kilo…”, "uy qué caras…”

Eran magos, genios manipulando báscula, seleccionando las manzanas y mirando de reojo las latas y conservas en las estanterías

Pero mi favorita sin lugar a dudas era: "¿la última?... Servidora”.

Llenabas el vino directamente de la cuba, comprabas casi de todo y al hacer la cuenta se sumaba a mano detallando en un "papeluco" sólo el precio de la compra.

Se abrían, por cierto, estas tiendas sábados por la tarde y domingos por la mañana e incluso se ampliaba el horario cerca de las fiestas de Navidad.

Mi recuerdo y cariño a mis ídolos trabajando detrás del mostrador.

Ídolos detrás del mostrador
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