sábado. 20.04.2024

Se vende Cantabria

En Cantabria el franquismo real duró cuarenta años, pero su mentalidad perduró muchos más, así, nos encontramos en la actualidad con la misma visión social de los años 60 donde prevalecían los intereses urbanos sobre los rurales.

El franquismo instauró una imagen despectiva de la gente que vivía en el medio rural alentando un éxodo de los pueblos a las ciudades necesitadas de mano de obra barata, se crearon los estereotipos del ciudadano inteligente y bien posicionado que volvía en verano a su pueblo luciendo su 600, contraponiéndolo al pueblerino paleto que se quedó en el pueblo y que de vez en cuando viajaba a la ciudad con su cesto lleno de gallinas al más puro estilo de Paco Martínez Soria.

Este estereotipo supeditaba el medio rural al urbano, los pueblos podían convertirse en pantanos para procurar electricidad a las ciudades porque sus habitantes siempre podían emigrar y asentarse donde eran necesarios, la política de vaciado estaba en marcha en pro de una economía que no entendía de raíces ni de equilibrios sociales.

En Cantabria el franquismo real duró cuarenta años, pero su mentalidad perduró muchos más, así, nos encontramos en la actualidad con la misma visión social de los años 60 donde prevalecían los intereses urbanos sobre los rurales.

A los habitantes de los pueblos de Cantabria nos faltan muchas cosas, a unos nos falta internet, a otros una farmacia, los de más allá no tienen banco…Las carencias de cada pueblo son distintas, pero curiosamente hay una cosa que nos une a los que nos faltan muchas cosas y a los que les falta de todo, lo que nos une es lo único que nos sobra: casas vacías.

A los habitantes de los pueblos de Cantabria nos faltan muchas cosas, a unos nos falta internet, a otros una farmacia, los de más allá no tienen banco

Cantabria está llena de casas vacías , pero el Parlamento nos quiere hacer creer que la forma de fijar población en los pueblos es construyendo más casas en las mieses, este oxímoron que cualquiera es capaz de ver lo absurdo de su planteamiento, prevalece como verdad irrefutable entre los diputados cántabros, su cabeza continúa estando en el tardo franquismo, consideran el medio rural cántabro como la periferia de Santander, Bilbao y Valladolid. Vistos los pueblos como periferia, entienden que los criterios a aplicar han de satisfacer las necesidades de la urbe, así los cordales de nuestra cordillera se pueden sacrificar para garantizar la soberanía energética de la ciudad, las 200 hectáreas de suelo de alto potencial agrícola de la Pasiega se pueden sacrificar para garantizar que Amazon nos traiga sus pedidos a tiempo y las pocas vegas fértiles que tenemos se pueden sacrificar para que los ciudadanos tengan su casita de fin de semana.

Con esta visión trasnochada, sin ordenación del territorio y sin ningún plan de desarrollo del suelo agrícola, la ley del suelo urbano es una de las leyes más importantes de las vigentes en Cantabria porque indirectamente fija el rumbo de crecimiento de nuestra economía. El fondo de esta ley es el mismo fondo de la ley anterior que no ha hecho nada por llenar las miles de casas vacías que hay en nuestra tierra, el mismo fondo que encarece el suelo rústico impidiendo el acceso a la tierra a los jóvenes emprendedores, el mismo fondo que hace prevalecer los caprichos de las gentes adineradas de la ciudad sobre la economía productiva de los pueblos.

La ley del suelo ataca directamente a la ya bastante precaria soberanía alimentaria de los cántabros, dificulta cualquier iniciativa empresarial ligada al territorio y pone en jaque los valores ambientales cántabros que a tantos turistas atraen. Sin ningún plan de futuro a medio plazo esta ley es la “ley de venta por quiebra”, nuestros gobernantes han tirado la toalla al verse incapaces de dar una alternativa económica a los jóvenes de nuestros pueblos y han decidido que lo más sensato ahora es achatarrar y facilitar la venta por piezas del territorio.

 

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