Se van a cumplir nueve años de aquel sueño que se llamó 15M y del que nació Podemos. Nueve años en los que aquella lucha por la dignidad y la justicia social pasó de llenar plazas a llenar urnas. Nueve años en los que aprendimos que el cielo no es sencillo de asaltar, pero que el trabajo constante nos acerca a él.
Se olvidaron de otra de nuestras pancartas, la que portaron también los estudiantes mejicanos cuando desaparecieron sus compañeros
Aquel 15 de mayo de 2011 se llenaron las plazas de gente, de ilusiones, de discursos y de pancartas… Recuerdo una que decía “nos habéis robado los sueños y por eso jamás os dejaremos dormir”, ¡qué acertada estaba! Los que gobiernan sin pasar por elecciones empezaron a perder el sueño y de su insomnio nacieron las calumnias. Todos los poderes fácticos se empeñaron en echar tierra y mierda sobre nosotros, pero se olvidaron de otra de nuestras pancartas, la que portaron también los estudiantes mejicanos cuando desaparecieron sus compañeros, “quisieron enterrarnos, pero no se dieron cuenta de que éramos semillas”.
Poco a poco esas semillas han echado raíces y esas raíces cada vez son más profundas. Ya son tan fuertes que son capaces de sostener un robusto tronco, resistente a los hachazos y que sigue creciendo acercándose al cielo. Ese cielo que ya tenemos al alcance de los dedos.
El camino no va a ser fácil, como no lo ha sido nunca. Las altas esferas empresariales que Podemos ha tenido en contra desde aquellas primeras semillas continúan existiendo, las llamadas al orden de los poderosos continuarán y las salidas de tono de los que añoran la España en blanco y negro seguirán siendo la tónica diaria. Piedras en el camino no van a faltar y necesitaremos la ayuda de muchas manos para que el árbol siga creciendo.
El Gobierno que está naciendo es ilusión y es esperanza para millones de españoles y nuestro compromiso es continuar con el mismo ánimo que nos trajo hasta aquí. Siempre confiamos en que sí se podía y ahora toca trabajar para hacer realidad lo que llevamos soñando desde el 15M.
Enfrente tendremos a la derecha extrema vestida de centro, derechita y derechona que ya ha hecho sonar las siete trompetas que anuncian el apocalipsis patrio. Una mezcla de colores que van del azul al verde pasando por el naranja, pero que no son más que los fuegos fatuos de una España en blanco y negro.
Frente a esa España desteñida, la unidad de la izquierda ofrece colores
Frente a esa España desteñida, la unidad de la izquierda ofrece colores. Una bandera arcoíris que respeta la condición sexual del individuo, con el rojo de la lucha obrera que recuperará su dignidad, con una franja morada que permitirá a las mujeres romper el techo de cristal sin obligarlas también a recoger después los cristales rotos, con el verde de nuestro futuro sostenible y de la lucha por una educación pública de calidad, con el amarillo de los campos de la España que vaciaron y a la que devolveremos su dignidad y el azul del mar que cruzaron nuestros jóvenes en busca de un futuro lejos porque aquí se les negaba. Ese mar azul que haremos que ahora crucen de vuelta.
No somos dioses ni pretendemos serlo, seguramente muchas veces nos equivocaremos. Pero de una cosa podéis estar seguros, como desde aquél 15 de mayo, jamás nos equivocaremos de bando. ¡Sí se puede!