viernes. 19.04.2024

No hay recuperación si la democracia solo impulsa privilegios

La crispación ha regresado a España. Se aprecia en todo lo que ves, lees y escuchas. Somos únicos en crearnos problemas, cuando tenemos como principal reto que el Gobierno logre que los fondos europeos lleguen, de verdad, a todos los sectores productivos del país. Pues no. Antes hay que rebajar los delitos de sedición y malversación, y crear un gravísimo problema con el Tribunal Constitucional, para su inmediata renovación. Muchos parecen haberse saltado la clase donde se explicaban cuáles son los poderes del Estado, su separación e independencia. En consecuencia, hoy suspenden en democracia.

Un día cualquiera de noticias en España, realmente no tiene desperdicio. La experiencia demuestra también que, como país de la Unión Europea, somos especialitos frente a los 26 restantes miembros de este exclusivo club económico, que es en lo que nos hemos convertido. Muy lejos quedó el fortalecimiento continuado de un sentimiento europeísta, que nos hiciera ciudadanos iguales frente a todas las decisiones que tomaran Gobiernos, Administraciones, la Comisión y el Parlamento Europeo. Hoy, en lo que se denomina como era poscovid de recuperación, ni siquiera somos iguales dentro de los países a los que pertenecemos, porque la carestía de la vida crea demasiadas diferencias y discriminaciones, en lo que va desde que te llegue el dinero para comprar alimentos, hacer un uso normal de las energías básicas sin que te arruines (calefacción en este invierno), o apreciar un futuro para tu región, ciudad o pueblo (despoblamiento rural), mientras los recursos del Estado, el llamado presupuesto, reparte más y mejor a las comunidades con más peso en el voto. 

Esta es la realidad. La sociedad igualitaria se ve actualmente adelantada por la de los privilegios, lo que supone pérdida de valor en muchos de los derechos de los que venimos disfrutando dentro de las naciones democráticas. Toda democracia debe ejercerse con amplitud de miras, y no para favorecer a sectores o personas concretas en un momento dado, como puede estar ocurriendo ahora en el caso español. 

Cabe esperar valoración desde la Comisión Europea del cariz que está tomando alterar leyes para beneficiar a condenados por sedición o malversación”

Se hace imposible comprender dentro de la recuperación y las ayudas europeas, que aquí estemos ahora en reformar delitos como el de la sedición y malversación, además de aprobar desde el Gobierno nuevas reglas para la elección de miembros del Tribunal Constitucional. Así, como digo que el sentimiento europeo está desinflado entre los ciudadanos, creo que, en cambio, tenemos una visión clara de lo que supone la separación de poderes, entre el Ejecutivo, el Legislativo y el Judicial. Que uno pueda ningunear a otro, no es de recibo, ni en un país democrático como el nuestro, pero tampoco con las reglas que imperan en la Unión Europea. Cabe esperar alguna valoración desde la Comisión Europea y el Parlamento Europeo del cariz que está tomando en España alterar las leyes para beneficiar a condenados por sedición en Cataluña o malversación en Andalucía. ¿Qué pasa con el resto de ciudadanos?, ¿con el todos somos iguales ante la ley?, ¿no existen para el Gobierno?

En estos días se están dando muchas explicaciones entre los partidarios y detractores de la modificación en el Código Penal de las penas por incurrir en estos delitos. A mi juicio, el alejamiento respecto a lo que piensa y siente la ciudadanía por estos hechos, no hace sino distanciarles cada vez más de las decisiones políticas que no tienen en cuenta el interés general. Tenemos el mejor ejemplo en administrar adecuadamente los recursos públicos; la confianza se resquebrajará si las penas para los culpables de desfalcar ese dinero que sale de los impuestos resultan ridículas. Ir por este camino va a crear, lo veremos, diferencias surrealistas en cuanto a que se produzcan penas de cárcel desproporcionadas por delitos, como el famoso de robar una gallina, y en cambio con la desobediencia al Estado, a sus principales instituciones, como el Congreso y el Senado, y los altos tribunales, no ocurra nada.   

Hace unos días se conmemoraba el aniversario de la Constitución Española, y con este motivo siempre se subraya el consenso político y social con el que se alcanzó la aprobación de la ley de leyes que es la Carta Magna. Por eso resulta igualmente incomprensible, además de innecesario, reformas express, que dividen más que unen, generadoras de una crispación que lleva camino de convertirse en crónica, y que, y esto es lo peor, introduce a las principales instituciones que emanan de la Constitución en una crisis sin precedentes. 

“La política interna en España venía siendo un ejemplo de debate sereno, acuerdos y Pactos de Estado. Nada existe ya de todo esto”

Voy a dar una razón final para demostrar que andamos para atrás, hasta chocar. Frente a otros países de la Unión Europea (Italia), la política interna en España venía siendo ejemplo de debate sereno, acuerdos y Pactos de Estado. Nada existe ya de todo esto, y lo cierto es que nuevamente se pone de manifiesto nuestra costumbre de dispararnos al pie. Dicho de otra manera: actuar contra nosotros mismos. Los próximos años van a ser decisivos para comprobar las consecuencias de las malas decisiones que se tomen ahora.  Por ejemplo, si volveremos a vivir los graves altercados de Cataluña, y puedan ser impulsadas nuevamente por las personas que fueron condenadas, luego indultadas, y van a ver ahora limpio su historial penal de los delitos también cometidos de sedición y malversación de caudales públicos. Quedan abiertas las apuestas. La mía es que cuando das alas a quienes delinquen, reinciden.

No hay recuperación si la democracia solo impulsa privilegios
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