viernes. 29.03.2024

Quienes hablan de costumbres que cambiarán sin concretar más

Se ha cumplido un año de vivir encadenados al puñetero Coronavirus. El reto es dejarlo atrás, y no caer en los mismos errores, que se dice muy deprisa. En medio de una lenta vacunación, no hay debate sobre nada, aunque, cuando mantengo alguna conversación, siempre alguien saca a  relucir la misma matraca: que hay muchas cosas que van a cambiar en los próximos años. Eso sí, sobre el qué, el cómo y el cuándo, nadie me sabe dar razón.

 

Predecir el futuro siempre ha sido una de las metas de la ciencia, y también anhelo para gobernantes y personajes ambiciosos que se hacen rodear de videntes, profesión ésta cotizada desde la primera vez que aciertas, bien sea por suerte o porque el don de profetizar sea verdadero. Yo mismo, en meditaciones relativas a lo que sucederá el día de mañana, he estado siempre  atento a reflexiones de Stephen Hawking, aunque muchas de sus valoraciones te pusieran el vello de punta. Ejemplo de ello es cuando 20 años atrás declaró en una entrevista al periódico The Daily Telegraph que el verdadero peligro es que, accidental o voluntariamente, se cree un virus destructivo. Además de acertar de lleno con la llegada del Covid-19, pienso que por eso el astrofísico británico, desaparecido en 2018, nos recomendaba ir buscando otros planetas en los que vivir. Pese a los malos augurios de un genio, y de cara al futuro, creo que no debemos tomar  la ruta del pesimismo.  

Hoy, lo auténticamente real y perceptible, es que el planeta se encuentra en una época de vacunación masiva, en busca  de inmunizar a buena parte de sus pobladores, estimados por la ONU en casi 8.000 millones de seres humanos. Lo podremos calificar de odisea y proeza, una vez que se logre algo así. De ahí que el post Covid sea, por ahora, una expresión que no se ha hecho aún realidad. Por si no fuera bastante envite, se propaga la idea de que muchas de las cosas que hemos conocido hasta ahora, nuestras costumbres de siempre, van a ser diferentes. Aunque nadie concreta nada al respecto de cómo será la forma de vida con el discurrir de los años, dentro de un siglo, este, en el que entramos en una crisis, salimos de ella, y volvemos a entrar inmediatamente en otra. 

Aparentemente, nada indica cambios drásticos en nuestros comportamientos, y solo tengo que recordar las diferentes maneras de afrontar la pandemia que se han dado, con Gobiernos que negaban el problema y no actuaron desde el principio como semejante catástrofe requería. En los capítulos que están por escribir, pienso que la  historia será inflexible con los Trump, Jhonson y Bolsonaro de turno, y en general con unas naciones que bien poquito han tenido de unidas en las diferentes fases, llamadas olas, de la propagación de un virus parecido al que predijo Hawking en 2001. 

Nadie concreta nada de cómo será nuestra forma de vida en este siglo en el que entramos en una crisis, salimos, y volvemos a entrar en otra

Lo más imperioso es la reanimación de la sociedad civil. Que seamos precisamente los ciudadanos los que impulsemos un tsunami de cambios en organizaciones, organismos y formas de actuar que se ven caducas, inservibles y requieren de profunda revisión y trasformación. La mirada hay que ponerla en todos los ámbitos, lo internacional, lo nacional, local, la economía, el empleo, la sanidad, nuestros mayores, la cultura, el medio ambiente y las relaciones sociales. Muchas son las preguntas que podemos plantear,  incluidas, por supuesto, las más corrientes sobre si seguiremos tomando nuestro café, cervecita o pincho en aquellos sitios que nos gusta frecuentar. Cada persona tiene sus inquietudes que no se pueden obviar ni mucho menos despreciar. Aunque a la hora de todo lo que está por rehacer dejo aquí algunos interrogantes. 

¿Servirá lo ocurrido para la unión mundial?, ¿qué sanidad nos espera?, ¿las recomendaciones sanitarias ante el Covid, van para largo?, ¿los empleos serán seguros?, ¿qué modelo de educación seguiremos?, ¿viviremos en sociedad como hasta ahora?, ¿Implantar pasaportes sanitarios supone crear diferentes tipos de ciudadanos?, ¿viajar, salir de casa, entrar a un bar, comer en un restaurante, ir al cine, al teatro, a una exposición, acudir a una fiesta, celebrar una comunión, una boda o participar de una barbacoa, va a ser como siempre?

Lo más imperioso es la reanimación de la sociedad civil. Que seamos los ciudadanos los que impulsemos cambios en formas de actuar caducas

Más de un lector se sentirá identificado con alguna de estas consideraciones. Puede que lo hable en su círculo familiar, de amistades, aunque la concreción es lo que vale, algo que no abunda desde hace un año (demasiada manipulación), cuando se declaró la pandemia mundial, allá por marzo de 2020. Recuerdo expresamente el año perdido, como pensamos casi todos, y por eso deberíamos centrarnos en el propósito de cómo vamos a vivir y  asegurar el planeta. Cuando observo el panorama actual, me entran serias dudas y temores de que tengamos claro todo esto. Porque muchos piensan que con la vacuna ya se ha acabado el problema. Y porque no hay agendas nacionales o internacionales que pongan los problemas encima de la mesa, e inviten a los mandatarios a debatirlos y tomar los grandes acuerdos que necesitamos. Vale la pena trabajar por ello, antes de secundar la recomendación de Stephen Hawking, esa de que vayamos pensando  en que terminaremos poblando otros planetas, ante la destrucción de la tierra.

Quienes hablan de costumbres que cambiarán sin concretar más
Comentarios