sábado. 20.04.2024

Promesas a la sanidad, antes y después del Covid, por cumplir

La convocatoria de una huelga médica produce muchos titulares derivados de la negociación para su finalización, pero ante todo pone de manifiesto  la mala situación que atraviesa el sistema sanitario. Está de una parte la insoportable saturación de pacientes, agravada por la dedicación exclusiva que ha conllevado el Covid. Aunque los médicos y demás trabajadores sanitarios asisten también, incrédulos, a un aumento intolerable de agresiones y malos modos, dentro de sus propios centros de trabajo, y ahora también fuera. La triste prueba: el médico brutalmente golpeado en un Centro de Salud de Santander, al que ahora le destrozan el coche.

No creo yo que hubiera mucha diferencia de opinión, si en una encuesta a pie de calle nos preguntan por los médicos y sus problemas. Creo que sacaríamos en conclusión lo que han hecho en lo peor del Covid, todos los sanitarios. ¡Impagable!  Creo que también hablaríamos de la falta de personal, ante semejante concurrencia diaria de pacientes. Pero también creo que finalizaríamos el supuesto sondeo con otra tajante petición: “Pero a mí que me atiendan rapidito, ¡eh!” Los españoles nos hemos habituado al estado del bienestar, dentro del cual la sanidad pública ocupa el primer lugar, aunque nadie suficientemente responsable nos ubica en la verdadera mala situación de nuestros hospitales y centros de salud, donde falta demasiado personal, recursos, y la saturación diaria se ha convertido en una manera insoportable de trabajar.

Cantabria y Madrid han sido las primeras comunidades en ponerse al frente de lo que son justas reivindicaciones, que han llevado a la inevitable huelga de médicos de Atención Primaria. Demasiado tiempo esperando cambios necesarios, abordados en numerosas mesas de negociación, y pareciendo que las partes veían la causa de los problemas, que se han ido aplazando, hasta llegar a la situación actual, insatisfactoria para los sanitarios e insatisfactoria para los pacientes. Del acuerdo solo podrá desprenderse proteger aún más un sistema sanitario muy tocado, ya que se parte de la base de que siempre habrá menos profesionales que pacientes llegan a las consultas. Las listas de espera, la de Cantabria la mayor del país, son la prueba más fehaciente de que la demanda de asistencia está desbordada, sin olvidar lo que suponen dos años terribles de Covid, dedicados nuestros sanitarios casi en exclusiva a contener una pandemia, que sigue entre nosotros. Cuidar pues, entre todos, lo que aún tenemos, es el gran reto por afrontar con cabeza, y hay tres partes a tenerlo muy presente como son Gobiernos y sus correspondientes autoridades sanitarias, los profesionales y los ciudadanos, cada vez más exigentes, y esto último, ya no puede ser.

Otros actores dentro del problema son los egoísmos, la intolerancia, los malos modos, las agresiones y las sentencias judiciales chocantes, que se producen cuando un facultativo es brutalmente golpeado. Por una u otra razón de las que hasta ahora he mencionado, tengo la sensación de que la mayoría de los afectados hemos entendido esta huelga de médicos de Atención Primaria. A fin de cuentas, entre las mayores exigencias está la de tener diariamente menos agenda de citas (un tope de 35), pero con un mayor tiempo para cada consulta. Preguntados los pacientes por la huelga acaecida en Cantabria durante la segunda semana de noviembre de 2022, son ellos precisamente los que mejor han aclarado la situación actual de la sanidad regional. Y lo han hecho usando este lenguaje: “se les aprieta demasiado”, “están saturados”, “deberían pagarles mejor”, “hay un problema de falta de personal”, “y encima les faltan al respeto”. Más claro, agua.

“Del acuerdo podrá desprenderse proteger un sistema sanitario tocado, ya que se parte de que siempre habrá menos profesionales que pacientes”

Si, mejor no se puede resumir. Y son apreciaciones de tanta trascendencia, que en sí mismas avalan la protesta y paralización del sistema, para que funcione como es debido, y los incumplimientos pendientes no se enquisten ni aplacen más. Nuestra sociedad está avanzando de forma deplorable. Algunos de los valores de respeto que siempre tuvimos están gravemente enfermos, y nadie pone remedio, ni el Gobierno, ni el Ministerio de Educación, aunque tampoco las voces intelectuales más autorizadas del país quieren mojarse en la cuestión, ahondando en ella con la suficiente insistencia, para que nuestros representantes políticos pongan orden en asuntos como las agresiones a médicos y demás integrantes del sistema sanitario, el acoso escolar, el laboral, el aumento de la delincuencia juvenil, o las campañas permanentes y violentas dentro de Internet y demás redes sociales. A lo que se ve, parece como si las diferentes Administraciones, a través de los costosos anuncios pagados en las televisiones de turno, se conformaran con trasladarnos esos mensajes vacíos a la vez que cursis que tanto abundan ahora, sobre que nos merecemos vivir mejor, tomarnos todo con más calma, menos trabajo y más descanso, y utilizar la ropa y los muebles ya fabricados, para reutilizarlo todo, porque solo con eso se cura el cambio climático.

Que desaparezcan las fábricas y los artesanos no parece importar a nadie. En esas estamos. Pero nuestra sanidad sufre otro problema, de una gravedad extrema, como el que ha vivido y sigue padeciendo el médico apaleado el pasado mes de mayo en el Centro de Salud Los Castros de Santander. Tal y como ha puesto de manifiesto el Sindicato Médico de Cantabria, este joven profesional “ha perdido el 90% de la visión de un ojo y sufre estrés postraumático”. Coincidiendo además con la huelga, y con la puesta en libertad de su agresor (20 años), han destrozado su coche y el de su padre, dentro del propio garaje comunitario donde están aparcados de habitual. ¿Cómo hemos llegado a esto? Una huelga y sus compromisos para zanjarla, no termina con la desmoralización que viven estos hombres y mujeres que, con auténtica vocación de servicio, nos cuidan, curan, atienden y se preocupan de que hagamos las cosas bien respecto a los tratamientos que nos recetan. ¿Así se lo pagamos? Las Administraciones, y no digamos los pacientes, se tienen que poner las pilas, desde ya, para regresar al respeto que siempre se vivió dentro de la asistencia sanitaria. Que no me vengan con que el Covid lo ha cambiado todo, y que también a nivel nacional, desde las instancias gubernamentales, se impulsan cambios de mentalidad en todo, total, para ir a peor.

“Los valores de respeto están enfermos, y nadie pone remedio en asuntos como las agresiones a médicos y demás integrantes del sistema sanitario”

Es inadmisible la tolerancia que parece desprenderse en casos como el del médico brutalmente agredido en su propio ambulatorio. No tenía ya bastante con su ojo destrozado, que ha de sufrir también el episodio, (¿quedará igualmente sin castigo?), de que le destrocen el vehículo. La huelga ha sido un necesario toque de atención. Habrá que ver los comportamientos de todos, a partir de ahora. Pero si hay permisividad oficial en tantas y tantas cuestiones como las que suceden hoy de habitual, me temo que no está lejos una nueva fecha para protestar por las mismas reivindicaciones que hace tiempo se pusieron encima de la misma mesa de negociación, hubiera o no Covid.

Promesas a la sanidad, antes y después del Covid, por cumplir
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