sábado. 20.04.2024

No hay problema mayor al paro

Que se hable más de un prófugo instalado ricamente en Bruselas, que de los millones de españoles que demandan un empleo, denota la confusión en que nos encontramos. 2018 va a ser igual al 2017: dominará el relato manipulado. Puigdemont quiere controlarlo y con ello desgastar la cabeza, incluso de los que más fortaleza muestran. Siendo España uno de los países más democráticos del mundo, siempre se ha caracterizado por eternizar ciertos problemas. Y ahora este acomodado catalán errante lo es. ¿Hasta cuándo?.  ¡Menuda preguntita!

Hace ya muchos años que vi la película española “Los lunes al sol”, que tan bien refleja lo que es estar parado, querer trabajar, y que nada ni nadie te lo facilite. Opino que no hay peor gusto que soltar una frase grandilocuente sobre el desempleo ajeno, desde la posición cómoda que conlleva tener una ocupación fija. Por eso no veo conveniente recordar, aquí y ahora, lo que fulanito o menganito piensan sobre la economía, la superación de la crisis o la creación de empleo, porque lo que realmente asombra es lo mucho que se habla en los medios de comunicación de los problemas actuales que tiene el país, y parece como que el paro no está entre ellos.

Mientras Puigdemont se hace asiduo de los cafés de Bruselas, en el país más al sur de Europa todo son cábalas y predicciones, hechas en la mayoría de los casos por agoreros apocalípticos. El que vive a lo grande en Bélgica quiere ser como Tarradellas, pero no le llega ni a la suela de los zapatos. Dice un gran periodista, buen amigo mío, de los que aparece todos los días en las teles y las radios nacionales, que el catalán prófugo tiene al Estado en un puño. No creo que vayan por ahí los tiros, porque mi experiencia me dice que quien actúa de espaldas a la legalidad democrática, acaba mal, como va a terminar Puigdemont. Luego, no se acordará de él ni el tato, porque aquí, de norte a sur y de este a oeste, estamos hechos de esta pasta.

Cantabria es una damnificada de la situación catalana, al ser una región necesitada de mayor atención 

Pero mientras este turista rico en Bélgica decide si entra o no en la cárcel, es verdad que hay muchas cuestiones interiores que están en el aire, empezando porque un país como el nuestro no puede estar sin aprobar los Presupuestos Generales del Estado, del que dependen muchas políticas, empezando por el paro, el desempleo o las inversiones en infraestructuras en las diferentes comunidades autónomas. Cantabria, sin ir más lejos, es una damnificada de esta situación, porque de Cataluña se van las empresas, sí, y se ve venir que se irán muchas más, pero su situación económica privilegiada nada tiene que ver a otras que necesitan de mayor atención.

Por lo tanto: que nadie diga que hay problemas mayores al paro. Pero se habla solo de Cataluña. Pero Puigdemont se hace omnipresente. Pero no hay presupuestos. Pero parece que hay un frente común constitucional en contra de toda ruptura territorial en España, aunque hasta el inteligente discurso hecho por Felipe VI en el Foro Mundial Económico de Davos encuentra inoportunas, aunque libres, críticas. En todo caso, y aunque un absurdo Puigdemont pregone a los cuatro vientos lo contrario, uno que está muy viajado, encuentra en su país a una gran sociedad libre y plural, con garantías de que quien la hace, la termina pagando.

Bien: tenemos un nuevo problema nacional surgido en 2017, y que amenaza, como la siesta, con hacerse fuerte ya para siempre. Este problema se llama el relato. Aquí lo que importa, como han mostrado (tan bien) Puigdemont, Juqueras, Forcadell, los Jordis, Guardiola y Lluis Llac, es dominar el relato y hacer de él un tema machacante las 24 horas del día y los 365 días de cada año. Si terminas en la cárcel por atentar contra las leyes vigentes, otros sustituirán a los anteriores, como Torrent, el nuevo presidente del Parlamento de Cataluña.

Si Puigdemnt se ha instalado en el ruido, debe ser mil veces mayor el que se entone en favor de la prosperidad dinamitada

Hay algo en lo que no han dejado de ser poderosos que se llama TV3. Y como periodista lo digo: aunque el problema sea el paro, las empresas que emigran o que los organismos internacionales económicos nos miren malamente por el caso catalán, si una tele, como es el caso de TV3, se empeña en que Puigdemont es el presidente de Cataluña, con el 155 o sin el 155, poco hay que hacer, sin decisión firme desde las instancias que deben cortar por lo sano. De ahí que el olfato de antiguo busca noticias y exclusivas me revele que este 2018 va a ser muy parecido al anterior 2017. El problema catalán no está en Bruselas, y no lo digo porque viva allí el pesado de Puigdemont, sino porque el gobierno no se puede meter permanentemente en las faldas de la Comisión Europea. Es aquí donde hay que solucionar el conflicto de una vez por todas, y deben ser todas las comunidades autónomas, junto al gobierno, las que den el paso decisivo para licenciar definitivamente de la política y la ilegalidad a Puigdemont y todo su séquito.  Si este último se ha instalado en el ruido, debe ser mil veces mayor el que se entone a favor de la democracia, las leyes y el desarrollo y prosperidad dinamitados, que solo pueden venir de la mano del empleo, que está antes que todo lo demás.

No hay problema mayor al paro
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