sábado. 20.04.2024

Hoy solo voy a hablar de vivir y disfrutar los pequeños detalles

Padecemos el Covid y la consiguiente saturación de noticias acerca de sus consecuencias. No pasa un día sin que nos lo digan, y lo mismo hacemos nosotros con los demás, hasta convertirlo en monotema. Frente a una evidencia en forma de pandemia, no debemos renunciar a vivir con mayor normalidad, a crear, a soñar, y, por supuesto, aspirar a que las soluciones cambien el mal momento actual. Cada cual valora de manera especial algo concreto. Mi deseo es el regreso de la cultura en cualquiera de sus formas y expresiones, porque sin ella, sí que estamos perdidos.

Una buena amiga y lectora me aconseja un respiro en el asunto del Covid. Pilar lleva mucha razón, porque la saturación que llevamos encima con la pandemia, en ocasiones nos impide pensar más allá, ¡y mira que hay cosas hacia las que dirigir el cerebro!, desde el amor al afecto, desde la solidaridad al compromiso y, por supuesto, la cultura, el ocio, el saber y conocimiento, nuestros gustos y aficiones, soñar con hacer mundo y, mucho mejor, planificarlo realmente. En verdad, hay maneras de plantarle cara a la adversidad, como señaló un viejo pensamiento anónimo, que quiso en su momento salir al paso de otras calamidades habidas mediante esta concisa recomendación: “Cuando la vida te presente razones para llorar, demuéstrale que tienes mil y una razones para reír”. 

Gracias a que la cultura, lo más grande que tenemos junto a la vida misma, nunca dormita, tenemos muchos más ejemplos a lo largo de la historia de creación de pensamientos anti catástrofes. Este es uno: “La felicidad no es algo hecho. Proviene de tus propias acciones”. He aquí otro: “La gente positiva cambia el mundo, mientras que la negativa lo mantiene como está”. Y concluyo este párrafo con lo siguiente: “Todo puede tener belleza, aún lo más horrible”. 

“La pandemia no nos permite pensar más allá, ¡y mira que hay cosas!, el amor, afecto, compromiso, cultura, ocio, el saber, gustos y aficiones”

Más en el hoy, en el ahora, en la actualidad que dicen los periodistas, nos conviene contrarrestar algo que cantan a dúo Manuel Carrasco y Raphael, en una versión del tema Me olvidé de vivir (“J'ai oublié de vivre”, en su título original, y que popularizó en España Julio Iglesias). Por eso hoy no voy a meter el dedo en nada relacionado con el bicho, el de la coño pandemia, salvo para citar otra estrofa del Me olvidé de vivir, que machaca con que hay que sentir siempre los detalles pequeños. 

La verdadera reconstrucción de tan mal momento en nuestra historia debe empezar por recuperar ilusiones. Con repetir todo lo que sucede a diario, en familia o cuando nos encontramos con conocidos, no es que arreglemos mucho, salvo emular a los loros. Sabemos perfectamente lo que tenemos que hacer, y el comportamiento social que debe primar en lo que llevemos a efecto. Pero hay vida más allá de la mascarilla, la distancia, los contagios, UCI, subidas y bajadas de los números de mayor riesgo, que cierran bares, restaurantes, y grandes superficies en fines de semana.

No está todo dicho de esta enfermedad, porque la gente quiere vacunarse y salir tranquila a la calle, lo que supone recuperar una vida que hubo antes del 14 de marzo de 2020, fecha ya pasada del confinamiento oficial. Desde entonces hay muchas cuestiones en el aire, en especial todo lo relacionado con la cultura, porque salas de todo tipo aún esperan ese revivir de la sociedad que ve cine, acude al teatro, a exposiciones, a presentaciones de libros, a una buena conferencia, a ver un debate que promete, y un buen puñado de ejemplos más.

Todo volverá a la normalidad, al menos aquello que valga la pena. Cosa distinta es que cambie nuestra tendencia a complicarnos y darle vueltas siempre a las mismas cuestiones. No podrá extrañar entonces que las noticias sean tediosas, se repitan una y otra vez, contribuyendo a un aburrimiento social, del que es difícil escapar cuando aún no podemos hacer muchas de las cosas que nos gustan. La seguridad regresará tarde o temprano, aunque lo que nunca se ha ido es el espíritu emprendedor, el anhelo creativo, las ganas de comunicarse, aprender cada día un poco más, saber de lo que hay que saber, conocer más mundo por todas las autopistas de la información que suponen los canales de televisión, la triple uve doble de Internet, y para muchos también las redes sociales, porque siempre hay alguien al otro lado que tiene algo que contar. 

“Salas de todo tipo esperan ese revivir de la sociedad que ve cine, acude al teatro, exposiciones, a una conferencia y un puñado de ejemplos más”

Desde luego, la positividad siempre es la mejor apuesta. Sin duda, es la mejor manera de conseguir las metas que tantas personas anhelan alcanzar. El Covid es una gran depresión para la humanidad, de la que nunca se dejará de hablar del todo, aunque hay que saber pasar página por los sueños y esperanzas que muchos, especialmente los jóvenes, tienen. El trabajo sigue, encontrarlo también, los estudios y la formación son imprescindibles. Mejor que peor, las naciones saben lo que hacer en adelante, para no seguir cometiendo los fatales errores que se repiten a lo largo de nuestra historia. Creamos en que mañana será otro día, y lo importante es que nada ni nadie nos impulse a olvidarnos de vivir intensamente todas las pequeñas cosas que trae consigo cada nuevo amanecer.
 

Hoy solo voy a hablar de vivir y disfrutar los pequeños detalles
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