jueves. 25.04.2024

Por favor, expliquen bien lo terrible de esta esta nueva economía

Gobiernos y gobernantes no quieren dar ninguna rueda de prensa para reconocer que su apoyo inquebrantable a la digitalización, hace desaparecer profesiones y miles de puestos de trabajo, aunque se trate de las propias empresas tecnológicas como Google, que despide a destajo. Ni que decir que algo así no se debiera de haber permitido, ya que avanzamos hacia un futuro desequilibrante, hecho a medida para los fuertes, donde los desfavorecidos tendrán que ser ayudados, para subsistir, de manera permanente. No habrá que esperar mucho para verlo, porque ya estamos en el inicio de esta nueva economía, tan falsa como injusta.

Deambulo por la prensa digital para ver los asuntos en que se fijan. Antes se decía un repaso a la actualidad, aunque ahora es ya, por culpa de las redes sociales, un lenguaje un tanto carroza. A pesar de todo, veo que hay cosas que aquí no cambian. Tenemos apego a paralizar el país cada vez que hay intensas nevadas.

Y lo mismo sucede respecto a los ríos desbordados, por las fuertes y continuadas lluvias, que anegan muchos de nuestros pueblos, nunca favorecidos por las inversiones y periódicamente marcados por las calamidades.  

Sin salir de España, también me paro (con poquito interés) en la costumbre que han cogido determinados portavoces del Gobierno central, de cargar contra los demás, para intentar así tapar sus grandes déficits de aportar soluciones imaginativas a los problemas que tenemos, cada día más, los ciudadanos. Cuando se trata de la cara cesta de la compra, la imposible calefacción, y pasar del coche al transporte público por culpa del precio de la gasolina, viene muy a cuento tirar de esa manida frase que dice: Hablemos de economía.

Cuando Paul Samuelson murió el 13 de diciembre de 2009, a la edad de 94 años, algún importante periódico le tachó como el mejor economista de la historia. Citarle me ayuda a explicar la razón de este artículo, que no es otra que buscar algunas verdades sobre la nueva economía que nos imponen, pero que nadie explica o dé la cara.

“Cuando se trata de la cesta de la compra, calefacción, y precio de la gasolina, viene a cuento esa frase que dice: Hablemos de economía”

¿Se quiere o no ser claros con todo lo que está pasando en torno al dinero, el empleo, materias primas, desabastecimiento, tardanza en entregar productos, y las estructuras empresariales y, por ende, laborales? La respuesta es muy distinta, según la versión o corriente que sigamos. Una ya la estableció el propio Samuelson: “Lo que sabemos de la crisis financiera mundial es que no sabemos mucho”. Otra la recojo del gran José Luis Sampedro: “Hay dos clases de economistas, los que quieren hacer más ricos a los ricos, y los que queremos hacer menos pobres a los pobres”.

No me negarán que esta segunda cobra bastante fuerza en el momento actual, con una ganancia desmedida por parte de las grandes multinacionales (energéticas), pese al Covid, y unos gobiernos que tiran de unos presupuestos escuálidos, caso de España, porque hay que ayudar a demasiados sectores sociales en riesgo de exclusión social, al no poder pagar los costes de bienes y productos de primera necesidad.  Esto, no nos engañemos, no es economía.

Francamente, por más que lo pienso, no encuentro una respuesta que me satisfaga a lo que se está programando como definición de economía global y, sobre todo, digital. Tal es así que no entiendo que será de las fábricas y de sus trabajadores, todo además robotizado, para echar más leña al fuego.

Otra cosa que pasa: si un cliente en España compra ahora una moto, se topa de primeras con el desagradable anuncio de que tendrá que esperar meses a que esté en sus manos. Aquello de la escasez de microchips, que al parecer se fabrican todos en China, que se lo vayan contando a otro, porque no me creo ya casi nada, en medio de tanta mentira sobre casi todo.

El caso es que hay profesiones que desaparecen por falta de interesados en aprenderlas, como antes hicieron sus padres y abuelos. Los autónomos en sus pequeños negocios padecen de insomnio crónico. No vislumbran futuro por ninguna parte. Pagan demasiados impuestos; a cambio, cuentan con escasa ayuda oficial, enmarañada además en un laberinto administrativo sin solución. Pero lo que más les preocupa es que ya casi todo se compra por Internet. Antaño se decía que las grandes superficies, estilo El Corte Inglés,  daban la estocada a los pequeños comercios y tiendas de toda la vida. Ahora son todos los que miran de reojo a los Amazon, AliExpress y compañía, porque han cambiado las reglas del mercado de la compra y la venta hasta conseguir el cierre de pequeños y grandes.

¿Hacia que economía, comercio y tipo de empleo vamos? Alguien tiene que responder a esta cuestión. ¿Todo va a ser Amazon, Ikea o Wallapop? Y los demás de qué van a vivir. Solo en Cantabria desaparecieron en 2022 un total de 244 negocios tradicionales. En tiempo record, las ciudades se ven repletas de locales vacíos. Ya no hay bancos, ni casi tiendas de o que sea, no digamos pequeños talleres, que además han sido expulsados de las urbes.

Hasta las franquicias dejan de ocupar espacios urbanos para trabajar la venta directa en sus webs, muy beneficiosa, conllevando menos gastos corrientes y, evidentemente, menos empleados. Nos hemos metido una pasada total al querer hacerlo todo digital, tan solo disponiendo de un ordenador, tablet o teléfono móvil. Ya en este 2023 los anuncios de reducciones de plantillas en grandes corporaciones son imparables. Y lo malo es que lo hacen incluso los de las grandes ganancias, como Amazon, Twitter Amazon, Microsoft o Google.

“Nos hemos metido una pasada total al hacerlo todo digital, tan solo disponiendo de un móvil, los anuncios de reducciones de plantillas son imparables”

Si estos echan a la calle a miles y miles de trabajadores, no pensemos en lo que puedan hacer los demás. Otra pregunta acerca de la nueva economía que se crea. ¿Qué hacen los gobiernos ante tanta sangría laboral? Pues mirar para otra parte, y seguir con sus ayudas, hasta que se acaben, ya que el dinero no es ilimitado, y más cuando proviene de los presupuestos generales de un estado. Primero nos dejamos embaucar de todas las bondades de las tecnologías, y luego hemos caído del todo en su trampa. Somos demasiados para vivir todos en plan negocio en Internet. Sin me equivoco, que alguien, por favor, lo explique mejor.

 

 

Por favor, expliquen bien lo terrible de esta esta nueva economía
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