viernes. 19.04.2024

Coger el tren del futuro sin túneles mal medidos que lo impidan

La propia vida y coger un tren siempre ha tenido un montón de similitudes para personajes de lo más variopinto. Un ejemplo lo tenemos en lo que piensa al respecto el tan leído Paulo Coelho: “A lo largo de nuestra existencia el paisaje cambia, la gente cambia, nuestras necesidades cambian, pero el tren sigue moviéndose”. Gran verdad, siempre y cuando se midan bien los túneles que han de atravesar, y no suceda el bochorno de Cantabria y Asturias, que van a tardar más años en renovar sus trenes de vía estrecha, por la incompetencia de más responsables de los cesados, hasta ahora.

Al menos a los de mi edad, en el colegio nos enseñaban que el primer tren que circuló en el mundo fue el de Stockton a Darlington, allá por 1825. Tuvieron que pasar 23 años para que sucediera lo mismo en la Península Ibérica, entre Barcelona y Mataró. Esta distancia de años entre Reino Unido y España ha marcado siempre la diferencia entre lo que supone verdaderamente la innovación, estar en la primera fila del desarrollo, o diez filas más atrás, que es nuestro caso como país, aunque nos vendemos en el mundo como pocos.

Desde el siglo XIX (1801 a 1900), el ferrocarril ha marcado la importancia de las naciones y sus territorios. No solo como mejor servicio de transporte para sus ciudadanos, sino como escaparate de la modernidad. Tras ver lo que hizo Francia con su TGV (Train à Grande Vitesse), Felipe González se dio inmediatamente cuenta de lo que supondría la alta velocidad del tren, para el siglo XX en adelante. Por eso puso de inmediato en marcha el proyecto AVE (Alta Velocidad Española), con ese primer viaje Madrid-Sevilla, trayecto inaugurado el 21 de abril de 1992.

Ahora mismo, los trenes más rápidos del mundo están en Shanghái Maglev (China, 460 km/h), CR400 Fuxing (también China, a 350 km/h), el ICE3 (Alemania, 330 km/h), el citado TGV (320 kim/h), el JR East E5 (Japón, 320 Km/h), el Al-Boraq (Marruecos, 320 Km/h), el AVE S-103 (España, 310 Km/h), el KTX de Corea del Sur (305 Km/h) o el Trenitalia ETR1000 (300 km/h). Contar con estos ferrocarriles dice mucho del país que los posee, y, desde luego, es estar en la primera división en materia de transportes y velocidad en el movimiento de personas y mercancías. Aquí en España, el AVE ya circula por casi toda la península, menos por Cantabria. No contar con este servicio o estar muy retrasado en su puesta en funcionamiento, dice todo de lo atractiva o no de una región bien comunicada. Tampoco es el caso de Cantabria. La reciente noticia de que los nuevos trenes de cercanías, que tanto necesitamos, tardarán en llegar porque la medición de los túneles por los que debían circular fue errónea y no entran los vagones, es la puntilla a un retraso intolerable en la modernidad y puesta al día como comunidad autónoma de futuro. Esta ambición de avanzar es torpedeada sistemáticamente en Madrid. En conclusión, una región excepcional como Cantabria recibe un mal tratada en lo que hablamos de transportes y comunicaciones, ya sea carreteras, trenes, puertos o aeropuertos.

La noticia de trenes y medidas de túneles mal tomadas, es la puntilla a un retraso intolerable y puesta al día como comunidad autónoma de futuro

Volvamos a lo de los túneles. Es cierto que los relevos en escalafones intermedios no son suficientes. Se ha cesado en Renfe al gerente del Área de Gestión de Material y Viajeros, y en Adif al jefe de Inspección y Tecnología de vía. En algún medio he leído que eran además salidas ya previstas con anterioridad. Pero si de esta manera se quiere dar ejemplo de país avanzado, vamos mucho peor de lo que ya pensaba.

Siempre se ha achacado a la Administración española y su maraña de entidades, instituciones y empresas públicas, un exceso de lentitud en todo su funcionar. Pero si como sucede ahora, tampoco somos exigentes en demandar un buen trabajo, preparación y responsabilidad a los cargos públicos y sus decisiones, nos estamos haciendo un flaco favor, porque dentro, aquí, crece la sensación de ineptitud y, fuera, no hace falta que les diga las vueltas que se da a una noticia así para dejarnos a los pies de los caballos con esos países  que aseguran ser amigos, pero que no paran de hacernos la puñeta y ponernos la zancadilla, como Bélgica con lo de Puigdemont.

Llevan mucha razón los presidentes de las comunidades de Asturias y Cantabria a la hora de decir que el cese o la dimisión debe llegar mucho más arriba, porque el bochorno, la absurdez, la incompetencia e ineficacia son de un calado demasiado profundo. El daño además a estas dos regiones resulta tremendo. Tienen unos trenes de vía estrecha demasiado obsoletos; esperaban tenerlo solucionado para este y el próximo año, y ahora se habla de una espera inaceptable de tres años o más para que los trenes lleguen de verdad, y sean los que entren por los túneles sin peligro alguno. Lo ocurrido es de traca y no deja bien a España, a su Gobierno, a los máximos responsables de Renfe y Adif, y no digamos a las comunidades autónomas afectadas por una mala medición de unos túneles, algo que será recordado con mofa en las facultades de ingeniería.

El daño a dos regiones resulta tremendo. Tienen unos trenes obsoletos, y ahora se habla de una espera intolerable de tres años o más

Ya lo creo que España es singular, a más no poder. Mientes en un curriculum, te pillan, y dimites inmediatamente como cargo público. Lo mismo sucede si das positivo en alcoholemia en un control policial. Y no está mal. Pero es que por encima de estos dos ejemplos que cito, hay muchísimos otros de una gravedad extrema, y aquí no presenta la dimisión ni el apuntador, ni tampoco hay cese fulminante. ¿Dónde queda el buen Gobierno del que tanto se ha hablado en los últimos años?, ¿ha muerto la ética y la decencia? También es cierto que cuando hay periódicos poderosos que se lo proponen, por justo, el relevo no tarda. Pero hoy todo es blanco o negro, se está con unos o con otros, y no salimos de esta polarización de la sociedad, donde lo absurdo y surrealista se impone en demasiadas ocasiones a lo justo y razonable. Que alguien me diga sino cómo hay que abordar que unos trenes nuevos no entren por los túneles que deben atravesar. Entre las pifias y ridículos, este caso hará historia.

 

 

Coger el tren del futuro sin túneles mal medidos que lo impidan
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