miércoles. 24.04.2024

Esperanza

La entrada de Unidas Podemos en el Gobierno significa que, tras más de 80 años, en este país habrá ministros a la izquierda del PSOE.

El país ha cambiado tanto en estos últimos años que si en 2014 me dicen lo feliz que sería hoy, en 2020, al ver que es investido como presidente del Gobierno el que en aquel momento era el candidato más conservador del PSOE no lo creería. Pero es que estamos ante un momento y oportunidad histórica que devolverá la esperanza a este país.

Tras muchas decepciones y demasiadas campañas políticas girando en torno al miedo, se forma un Gobierno de coalición progresista que tiene la responsabilidad histórica de revertir los efectos económicos de la crisis capitalista en la que llevamos más de una década inmersos. Aunque, lo más importante de todo, tiene la obligación de devolver la esperanza a esa mayoría social española que sólo quiere un día a día mejor y que detesta lo que representa una derecha cada vez más radicalizada.

Una democracia no puede normalizar llamadas al transfuguismo o que existan representantes públicos haciendo llamamientos a golpes de Estado

Y es que, aunque estemos acostumbrados y, por desgracia, ya sea habitual el tono bronco, los insultos y las acusaciones de cualquier tipo en el debate político, en estos últimos meses se están traspasando unos límites insospechados. Una democracia no puede normalizar llamadas al transfuguismo o que existan representantes públicos haciendo llamamientos a golpes de Estado. Entre tanto fango, el poco debate político que existe es sobre el problema territorial, quedando huérfana la profundización sobre las medidas sociales y económicas que el primer Gobierno de coalición del país quiere realizar.

La entrada de Unidas Podemos en el Gobierno significa que, tras más de 80 años, en este país habrá ministros a la izquierda del PSOE. Y ello viene bajo el brazo con una subida del salario mínimo, con la derogación de la reforma laboral, actualización de las pensiones al IPC, regulación del precio de los alquileres, el fin de la Ley Mordaza o la reforma del mercado eléctrico. Acompañado, eso sí, de una reforma fiscal que haga que pague más quien más tenga y que, a la vista de lo que está sucediendo, no ha gustado mucho entre los más ricos del país.

Es el momento de avanzar, de que haya un gobierno que mire por el bien de sus ciudadanos y no por el de los grandes poderes económicos. Obviamente, este hecho novedoso ha recrudecido las presiones mediáticas en un país con una parte importante del cuarto poder que se ha echado al monte y hará lo posible por tumbarlo. Ahora más que nunca será necesario mucho manual de resistencia y que el pueblo esté unido para construir juntos el país con el que soñamos.

El que poco ha resistido la presión ha sido el autodenominado primer diputado cántabro de la historia. Una llamada al orden de Ana Patricia y vuelta al rebaño con Abascal y Casado

El que poco ha resistido la presión ha sido el autodenominado primer diputado cántabro de la historia. Una llamada al orden de Ana Patricia y vuelta al rebaño con Abascal y Casado. El acuerdo que hace unas semanas era maravilloso para Cantabria resulta que ya no sirve porque por encima de todo está la sacrosanta unidad de España. Y en su nuevo papel de salvador de la unidad nacional se dispone a votar lo mismo JxCat o la CUP. A ver si al final va a resultar que el problema es que este nuevo gobierno de coalición ha venido a trabajar por los de abajo y sus jefes no le dejan dar su apoyo al más mínimo atisbo de cambio. En mitad de la terrible crisis industrial que estamos sufriendo en Cantabria duele pensar que el gobierno autonómico pueda desestabilizarse debido a una lucha de egos de líderes que piensan más en intereses personales que en el futuro de nuestra tierra. Los cántabros necesitamos más diálogo y gobiernos de coalición como el que habrá en España y menos shows políticos.

Esperanzados nos disponemos a hacer historia. A dejarnos la piel por construir el país progresista, feminista y ecologista con el que soñamos.

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